Uma Thurman, la chica acomplejada de Boston que se convirtió en una de las actrices más solicitadas de la década de los 90, fue víctima y testigo de un mundo despiadado, amoral y misógino.
Sus interpretaciones de Mia Wallace en “Pulp Fiction” y a Beatrix Kiddo en los dos volúmenes de “Kill Bill” la convirtieron en una de las figuras indiscutibles y mejores pagas de Hollywood. Pese a su gran determinación, no le fue fácil ganarse el respeto y se sintió engañada por aquellos en los que confió.
Por 15 años guardó un gran secreto. Pero cuando el movimiento #MeToo explotó, ella decidió que era el momento de hablar y lo contó todo.
A lo largo de los años fue víctima del machismo y del abuso de poder. No se le conocen conflictos con sus colegas. Se convirtió en una mujer ruda como sus personajes más icónicos. No olvidó pero eligió perdonar. Dueña de una gran trayectoria en el cine, su camino no ha sido fácil ni en lo profesional ni en lo personal. Mientras disfrutaba del éxito enfrentó altibajos y fracasos amorosos pero, a pesar de todo, logró seguir adelante con su trabajo.
“¿Emociones fuertes?. A nadie le gustan, es que algunos simplemente no podemos evitarlas. Creo que cada uno tenemos la emoción que merecemos en la vida”, expresó la actriz cuando promocionaba “Nymphomaniac” de Lars von Trier. Para ella una “historia bien contada te consume sin esfuerzo incluso cuando el contenido es conflictivo”. En estos tiempos difíciles, el consejo de la actriz es “transformar el miedo en coraje”. Ella lo hizo.
La niña alta y desgarbada
Nacida en Boston, Uma Karuna Thurman se llama así en homenaje a la esposa del dios hindú Shiva. Su nombre significa “diosa de la luz y la belleza”. De niña vivió constantes mudanzas, por lo que se vio siempre obligada a hacer nuevos amigos. Hija de un profesor de la Universidad de Columbia, Robert Thurman, y de Nena von Schlebrügge, ex modelo nacida en México que había estado casada con Timothy Leary, uno de los gurús del LSD en los 60.
Su infancia estuvo marcada por los complejos. Se convirtió en una joven introvertida que era frecuentemente molestada por sus compañeras de escuela por su estatura y el tamaño de sus pies. A los 10 años, una amiga de su madre sugirió hacerle una rinoplastia. Un episodio que la mortificó durante años y la llevó a sufrir dismorfofobia, un trastorno que hace que quien lo sufre se vea a sí mismo o a una parte de sí totalmente distinto de como es en realidad.
“Pasé los primeros 14 años de mi vida convencida de que mi aspecto era horroroso. Era alta, con pies grandes y rodillas huesudas. Me sentía muy fea. Incluso hoy, cuando la gente me dice que soy bella, no me creo una palabra”, decía la actriz sobre sus batallas con su imagen.
Aunque de joven sufría su excepcional estatura –1,80 metros– comenzó a trabajar como modelo mientras buscaba una primera oportunidad en un set de rodaje. Enseguida dio el salto al cine y con 17 años protagonizó la película “Kiss Daddy Goodnight”. Sus siguientes proyectos fueron “Las aventuras del barón Munchausen” (1988), de Terry Gilliam, y “Las amistades peligrosas” del realizador Stephen Frears. Ya comenzó a recibir elogios de sus colegas. John Malkovich, por ejemplo, dijo: “En ella no hay nada de adolescente nerviosa, no he conocido a nadie que fuera como ella a esa edad. Su inteligencia y compostura destacan. Pero hay algo más. Tiene algo más que es muy fascinante”.
Fue al casting de “Mujer Bonita”. No logró ese trabajo que se quedó Julia Roberts, pero el director Quentin Tarantino se cruzó en su camino y le dio su papel célebre en “Pulp Fiction”, que se convirtió en una de las películas más taquilleras y de culto de todos los tiempo. Se conocieron en 1992, en el festival de Sundance, y la conexión fue inmediata, a tal punto de que la actriz le permitió incluir un primer plano de sus pies en “Kill Bill”.
Los fantasmas del pasado
A lo largo de su extensa carrera fue víctima del machismo y de todo tipo de abusos. Unas aterradoras experiencias que la convirtieron en una mujer ruda e imparable. Una luchadora. Se topó con hombres que la lastimaron pero no la hicieron claudicar. Nunca se rindió.
En 2017, la actriz afirmó estar alegre por cómo el mundo de Harvey Weinstein se había venido abajo tras las sucesivas acusaciones de acoso sexual gracias al #MeToo.
“Me alegra que sea una lenta agonía, no mereces una bala”, escribió.
Concluyó su mensaje con un anuncio críptico que prometía una revelación mayor: “Cuando esté lista, diré lo que tengo que decir... estén atentos”.
Más de dos meses después, Thurman dio el paso.
En declaraciones a The New York Times, Thurman reveló que fue violada, a los 16 años, por otro actor, casi 20 años mayor que ella. Se negó a dar la identidad del atacante, pero sí detalló lo que éste le hizo esa noche en Manhattan. Se conocieron en un club, fueron a la casa del hombre a beber algo y fue en ese momento cuando abusó de ella.
Uma contó que cuando ella trató de escapar, él le dijo que no había nada que pudiera hacer. “Traté de decir que no, lloré, hice todo lo que pude. Me dijo que la puerta estaba cerrada. Nunca corrí, pero probé una y otra vez la perilla. Cuando llegué a casa, recuerdo que me paré frente al espejo y me miré las manos y estaba tan enojada con ellas por no estar ensangrentadas o magulladas. Algo así, te sintoniza el dial de una forma u otra. Te vuelves más obediente o menos obediente, y creo que yo me volví menos obediente “, recordó.
Tras su consagración en “Pulp Fiction” bajos a las órdenes de Tarantino, la actriz consiguió su única nominación al Oscar, pero también se convirtió en una de las actrices estrella de Miramax, la productora del todopoderosos Harvey Weinstein, quien comenzó a acosarla.
Thurman conoció a Weinstein y a su primera esposa, Eve, en la cima de su carrera. “Lo conocía bastante bien antes de que me atacara”, relató. “Solía pasar horas hablándome. Posiblemente me hizo pasar por alto las señales de advertencia. Nunca fui una niña mimada de los estudios. Él sabía las películas y directores que eran adecuados para mí“.
En una primera ocasión la invitó al sauna de su habitación en un hotel en París, situación que la alertó. Weinsten se quitó la bata de baño que llevaba puesta. Al ver que la reacción de ella no era la que esperaba, nervioso y enojado “salió corriendo”. En otro encuentro en Londres, la agredió sexualmente. “Me empujó, intentó ponerse sobre mí y exponer sus genitales. Hizo todo tipo de cosas desagradables y no se dio por vencido”, detalló.
Thurman dijo que que logró escaparse debajo de él “como una lagartija”.
Al día siguiente Weinstein le envió un ramo de rosas con un mensaje. “Abrí la nota como si fuera un pañal sucio y solo decía: ‘Tienes grandes instintos’“. Luego, los asistentes de Weinstein comenzaron a llamarla para hablar de trabajo como si nada hubiera pasado.
Decidió que debía enfrentarlo y concertó un encuentro en el bar del hotel Savoy, donde horas antes había sido atacada. Cuando se quedaron a solas, Thurman le advirtió a Weinstein que si alguna vez trataba de abusar de ella nuevamente haría la denuncia pública. “Te lo prometo”, le dijo. En respuesta, él amenazó con destruir su carrera.
“Fui su víctima, pero a la vez participé en el encubrimiento. Es una dualidad muy extraña”, se desahogó Uma en la entrevista con The New York Times, Se sentía en parte culpable por las mujeres que fueron atacadas después que ella. Reconoció que habló demasiado tarde y pidió perdón.
Del amor y la admiración a la traición
En aquella entrevista confesional, Thurman también detalló los motivos de su distanciamiento con Tarantino, uno de los hombres más importante de su carrera, que duró una década.
Lo acusó de “intento de asesinato” por obligarla a conducir un convertible en mal estado para una escena de “Kill Bill” (2003), una película que simboliza el empoderamiento femenino. Thurman se negó y Tarantino se puso “furioso” ante la insistencia de ella de que usaran un doble durante el rodaje. El cineasta le aseguró que el vehículo estaba en perfectas condiciones y que el camino era seguro. Tarantino quería ver el efecto ondulante de su cabello a gran velocidad y le dio instrucciones para conseguir lo que realmente quería. “Conduce a 64 kilómetros por hora o tu cabello no se moverá como debe y lo vas a tener que repetir”, le ordenó. La actriz finalmente accedió, pero el asiento no estaba correctamente atornillado al coche y la carretera, arenosa y llena de curvas, no era precisamente segura. Era una trampa mortal. La escena terminó en un grave accidente que puso en riesgo su vida.
El metraje, que Taratino se lo ocultó por mucho tiempo, demuestra que el director estaba equivocado. Uma perdió el control del vehículo y se estrelló contra un árbol. “El volante estaba en mi estómago y mis piernas estaban atascadas debajo. Sentía un dolor muy agudo”, recordó. Pensaba que no iba a volver a caminar. “Cuando salí del hospital toda lastimada, estaba muy enfadada. Tuve una tremenda pelea con Quentin y lo acusé de tratar de matarme. Se enfadó mucho porque él no sentía que hubiese intentado algo así”, reveló.
Thurman relató otros abusos de Tarantino en “Kill Bill”, como cuando el director la escupió en la cara (aunque en la escena se ve a Michael Madsen en pantalla haciéndolo) y la estranguló con una cadena. Ella asociaba estas conductas a una conexión particular con Quentin, de quien estaba convencida que la valoraba como artista y socia creativa. Pero el “romance” idílico se terminó. Sonrieron ante las camáras durante la promoción de las películas. “Todo era hielo muy fino”, dijo. Todo empeoró cuando su amigo se puso del lado de los “malos”.
Uma emprendió una batalla judicial por aquella escena que casi le cuesta la vida. El abogado de la actriz envió una carta a Miramax solicitando una copia de la cinta. La productora asumió una postura extorsiva, y ofreció mostrarle el video solo si firmaba un documento que los liberara de cualquier acción legal de la actriz en el futuro. Uma se negó.
Fue la propia actriz quien dio a conocer la grabación junto a una fuerte declaración contra Tarantino, quien se vio obligado a reconocer el hecho y pedirle disculpas públicas. “Tarantino, estaba profundamente arrepentido y sigue arrepentido por este lamentable evento, y me dio las imágenes años después”, escribió en las redes.
Una vez que Thurman hizo público el video, el director citó el accidente como el peor error de su vida. “Le dije que estaría bien. Le dije que la carretera era toda recta. Le dije que sería seguro. Y no lo era. Estaba equivocado. No la obligué a subirse al coche. Se subió porque confió en mí. Y me creyó”, declaró Tarantino al sitio Deadline.
La escena del auto no fue el único hecho que puso a prueba la relación entre el director y su musa. Anteriormente, aunque nunca llegaron a distanciarse como sí ocurrió años después, ya había existido un primer cortocircuito cuando Tarantino le restó importancia a los continuos acosos que su amiga le confesó haber vivido en manos de Weinstein. Quentin también ignoró a su ex novia Mira Sorvino, cuya carrera se hundió por no ceder al chantaje sexual de Weinstein. “Sabía lo suficiente como para haber hecho más de lo que hice”, reconoció finalmente el ganador del Oscar cuando era blanco de críticas por haber seguido aceptando dinero de Miramax cuando conocía desde hace décadas la conducta depredadora del productor.
“Me ha tomado 47 años entender que las personas que son malas conmigo no están enamoradas de mí. Tomó mucho tiempo porque creo que, desde niñas, estamos condicionados a creer que la crueldad y el amor de alguna manera tienen una conexión, pero ese es el tipo de época del que necesitamos evolucionar”, explicó Uma.
Consultada sobre la posibilidad de volver a trabajar con Taratino, no dudó en responder que sí. “¿Estaba furiosa con respecto a cómo él se manejó y cómo me trataron? Claro que sí. ¿Pero acaso eso significa que no me interesa más alguien con quien compartí 25 años de mi historia? Desde luego que no. Mi capacidad de perdonar existe”.
Un amor inmaduro y una niñera
En 1990, Uma, de 20 años, se casó con el actor Gary Oldman, que entonces tenía 32. Se habían conocido el set de “State of Grace”, mientras ella visitaba al director Phil Joanou, su pareja por ese entonces. Los dos congeniaron enseguida, e incluso su ex llegó a decir que estaban hechos el uno para el otro. El matrimonio apenas duró dos años. “Fue algo inmaduro y rebelde. Es infantil casarte con uno de tus primeros novios”, reconoció la actriz cuando le preguntaron sobre los motivos de su repentino divorcio.
En 1998 la actriz se casó por segunda vez con Ethan Hawke, a quien conoció grabando “Gattaca”. Juntos tuvieron dos hijos, Maya (1998) y Levon (2002), ambos actores. Todo terminó oficialmente entre ellos en 2005, si bien llevaban separados desde 2003.
Fue un divorcio que provocó un frenesí mediático por rumores de infidelidad por parte del actor con la niñera de sus hijos, Ryan Shawhughes. Él siempre negó haber engañado a Uma. Cierto o no, Hawke y Shawhughes se casaron en 2008 y han tenido dos hijas.
Sus carreras prosperaron durante su matrimonio pero nunca supieron o pudieron conciliar sus trabajos con la vida familiar. Thurman estaba en la ola de “Kill Bill”, y Hawke estaba recibiendo elogios por su actuación en “Training Day”. “Con Uma fue una cuestión de matemáticas. Yo estaba buscando en el matrimonio una casa, una seguridad, una base, una familia. Buscaba lo contrario de lo que era mi vida, siempre expuesta a los flashes, pero me enamoré de alguien que sólo sumó más flashes a mi intimidad. Nuestro matrimonio se convirtió en la antítesis de lo que yo deseaba”, explicó al diario El País en 2016.
Una vez divorciada, Thurman le concedió una entrevista a Oprah Winfrey, en la que se mostró muy vulnerable y triste por la ruptura, y en la que también confirmó la traición de su esposo: “Hubo algo de eso al final. Estábamos pasando por momentos difíciles y tú sabes cómo son las cosas y cómo la gente se comporta y cómo expresa su infelicidad.”
Y además ofreció su perspectiva de los hechos. “Nuestro matrimonio fracasó. Yo debería también asumir mi parte de la culpa, culpar a la otra persona no genera nada bueno”.
El tiempo cura las heridas. Hoy están en paz. Uma considera a Ethan como el mejor padre para sus hijos, quienes también han decidido seguir sus pasos en la industria de Hollywood.
Cansada de las decepciones amorosas, la estrella decidió probar suerte fuera de los sets. Tampoco le fue bien.
Tras una relación con el hotelero André Balazs, la actriz comenzó a salir con el empresario francés Arpad Busson con quien tuvo a su hija Rosalind Arusha Arkadina Altalune Florence, conocida como Luna. En 2014 se separaron definitivamente tras varias idas y vueltas, y durante tres años Uma luchó por la custodia de la niña, que finalmente consiguió.
Aunque la presencia de la actriz en las pantallas decayó, el status de estrella no se lo saca nadie. Fue enterrada viva en “Kill Bill” y bailó con John Travolta en “Pulp Fiction”. A sus 51 años, Uma sigue apostando por las emociones fuertes. Su vida no ha sido fácil, ni en el cine ni en la vida real. Pero el amor por el riesgo sigue siendo el motor en su búsqueda. De los fracasos aprendió a ser “humilde”, aunque sin ir más allá de lo razonable, porque “el exceso de humildad puede arruinar a un actor”. En su camino se mantiene firme. Su mantra: “Valentía sin arrogancia: esa es una buena combinación a descubrir en la vida”.
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