Aunque Mary Paz Banquells aseguró que se casó con la persona de la que estaba enamorada, pronto se dio cuenta que tenía comportamientos que le daban miedo y que su personalidad cambió al estar a su lado.
“Entendía que venía con problemas, pero me hice a la idea que con amor iba a solucionarlos. Te ciegas totalmente y crees que va a ir tranquilizándose. Esos signos de violencia eran porque traía mucho coraje de su vida pasada, tú no los ves”, contó Banquells en entrevista en el programa Mimí Contigo.
En ocasiones, Mary Paz se encerraba en el baño a llorar y escribir cartas pensando que ella era la culpable de que Alfredo Adame no la amara, pues pensaba que estaba actuando mal. Sentía que fallaba y por eso es que asegura que empezó a doblegarse al grado de dejar de ver a su familia porque a él no le gustaba.
“No sentía que hubiera una razón lógica y de peso para darle la razón. Le decía ‘dime qué te hizo, pero que sea algo real’. Llegó un momento en que me cachaba porque llegas a salir a escondidas, a decir mentiras. Educas a tus hijos para no decir mentiras, pero era de ‘no le digas a tu papá que fuimos con tu tía’”, añadió.
En el intento de equilibrar su vida con el matrimonio comenzó a recibir amenazas de su esposo, sobre todo la de divorciarse de ella. Mary Paz no estaba preparada porque se casó con la idea de un matrimonio para toda la vida; además, le pesaba que sus hijos no crecieran con una figura paterna o que les afectara el proceso de separación.
“Muchos abusos son verbales, el quererme separar de mi familia me dolía mucho. En mi caso, como era público, cada vez que lo veía en un programa hablando mal de mi familia me dolía. Vas permitiendo cosas. Me decía ‘¿de dónde me saliste tan rebeldita?’ porque era tenerme que pintar el cabello del color que él quería, si no me dejaba de hablar”, argumentó.
Banquells confesó que en aquel tiempo este tipo de actitudes le quitaron su personalidad y su forma de ser era absorbida por su pareja, a tal grado que creía que se trataba de celos y que no quería compartirla con nadie más.
El miedo se apoderó de ella porque su esposo era fan de las armas y practicaba la cacería: las tenía en una caja fuerte, en la guantera del coche, la chamarra, el contenedor, abajo del buró, por lo que vivía temerosa que un día perdiera la razón y se le saliera un disparo.
“No amenaza directamente, pero por medio del retrovisor. Que tus hijos crezcan viendo eso es algo con lo que estaba no muy contenta porque tratas de evitar enseñarles violencia. Alguna vez tuve que bajarme y colgármele del cuello porque se iba a agarrar a trancazos con otra persona”, explicó.
Sin dinero para divorciarse, se mudó al cuarto de su hijo y lo cerraba con llave. Un día simplemente se fue a la casa de su hermana mientras sus hijos le iban llevando poco a poco su ropa y pertenencias.
“Cuando pensé en separarme me decía: ‘¿qué voy a hacer? Ya no sirvo para nada, ya no sé hacer nada. Me retiré hace muchos años y ya no conozco a nadie’. Te empiezas a ver y piensas que estás vieja y fea, pensaba que no era nada sin él. Te da mucho miedo porque vas a salir a la vida, vas a abrir las puertas y, al mismo tiempo, el miedo de que mis hijos me vieran como una persona totalmente dependiente”.
Cuando por fin se decidió quiso esconderse. Se cortó el cabello, se lo oscureció y se quitó el apellido de su papá -se puso el de su mamá, Núñez- para no ser señalada. Encontró un trabajo en los bienes raíces y cuando le preguntaban si era Mary Paz Banquells lo negaba. “Te sientes cero en la vida, eso era horrible”, recordó quien ahora se dice lista para darle una nueva oportunidad al amor porque cree en él.
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