Iconos de la belleza femenina y también del erotismo, las vedettes comenzaron a ser frecuentes en los cabarets de México desde los años 40. No obstante, sería hasta la década de los 70 que estas bailarinas especializadas en espectáculos exóticos tomarían mucha fuerza. Esto se logró, en buena medida, por su inclusión en el cine.
Desafortunadamente, no todo fue glamour, diversión y fama para estas mujeres. Muchas de ellas tuvieron una vida difícil en la que tuvieron que trabajar desde niñas; otras tantas, influenciadas por terceros y experiencias traumáticas, fueron orilladas a una vida llena de excesos.
Lyn May
Su verdadero nombre es Liliana Mendiola Mayanes, es oriunda de Acapulco, Guerrero. Ella empezó a trabajar desde que era niña, primero vendiendo souvenirs en la Playa Hornos; después se hizo mesera y conocería a quien sería su primer esposo, que sería muchos años mayor que ella y de quien tuvo que distanciarse por supuesta violencia doméstica.
Debido a su belleza (todavía más característica gracias a su ascendencia china) y el cuerpo espectacular que tenía, Lyn May muy pronto comenzaría a llamar la atención para dar bailes y modelar. Sin embargo, debido a lo joven e ingenua que era por entonces, también conocería a personas que significarían la que ella consideró una de las peores tragedias de su vida.
En muchas ocasiones la vedette ha contado cómo es que su rostro terminó deformado. En entrevista para Gustavo Adolfo Infante contó más detalles al respecto: Lyn trabajaba en Acapulco por entonces cuando una mujer la abordó y comenzó a meterle la idea de inyectarse la cara para tener una belleza como la de María Félix.
Lyn May ha dicho también que fue muy “ignorante”, por lo que terminó cediendo. Lo que no sabía era que le inyectarían aceites de bebé y de cocina en la cara. Poco después de ello, más allá de la inflamación que sufrió en la cara al principio, la bailarina ha explicado que se le formaron “bolitas” en la cara que hasta la fecha debe arrancar con su cirujano de cabecilla cada cierto tiempo. Fue tal el impacto que esta mala práctica tuvo en su vida, que la acapulqueña llegó a contemplar el suicidio.
En la actualidad Liliana es mucho más optimista al respecto. Ha mencionado lo mucho que se acepta ahora y hace unos meses se sometió a una cirugía exitosa que le ayudó a disminuir considerablemente la inflamación de su cara. Ella misma ha dicho, en varias ocasiones, que ha estado más feliz y sana.
Princesa Yamal
Isabel Camila Masiero fue una de las tantas mujeres que vinieron a probar suerte en los cabarets de las tierras mexicanas. Originaria de Argentina, la Princesa Yamal tampoco la tuvo fácil pues tuvo que empezar a trabajar cuando era una joven de 13 años. No fue hasta los 15 que descubrió que la danza era su verdadera vocación y desde entonces se esforzó por catapultar su fama.
Y bien lo logró. Rápidamente, por su espectáculo de danza árabe, Isabel obtendría diversas ofertas de trabajo. No sólo en Argentina, también la llamarían a Japón, a Estados Unidos y a Italia; no obstante, el país que sería complacido con la hermosura de la argentina sería México.
Desafortunadamente no pasaría mucho tiempo antes de que se involucrara románticamente con José Serrano, quien era un narcotraficante con bastante influencia por entonces. El escándalo, no obstante, no sería tanto su vínculo con Serrano, sino por cierto robo famoso al Museo Nacional de Antropología.
Todo el revuelo inició el 25 de diciembre de 1985 cuando dos estudiantes de Veterinaria cometieron el asalto al recinto, mismo del que sacaron más de 100 piezas con un enorme valor. Al parecer, ya que los dos jóvenes eran adictos a la cocaína, terminaron relacionados con José Serrano y algunas veces pagaban su consumo con las piezas que robaron.
Cuando por fin arrestaron a uno de ellos, terminaron involucrando a Princesa Yamal por el delito de encubrimiento. Tuvo que cumplir condena en el penal de Tepepan y sólo fue liberada cuando se demostró que ella realmente no tenía idea de estaba relacionada con gente que cometió al que llaman el “robo del siglo”.
Gloriella
Gloria Cárdenas Sandoval, originaria de Colima, quizá es más recordada por haber sido una de las vedettes que acompañaba a Manuel “El Loco” Valdés en su programa Variedades de medianoche. Ahí compartió pantalla con Rossy Mendoza y la Princesa Yamal.
De hecho, Gloriella tuvo una carrera más discreta a comparación de sus otras compañeras. Eso, claro, no impidió que arrebatara suspiros con su belleza y que se llevara un título especial en la historia de las vedettes de México: fue la primera bailarina que quedó completamente desnuda en el escenario y continuó con el acto sin interrupción.
Se retiró a mediados de los 80 para casarse y establecer su vida de otra forma. Volvió al medio y continuó dedicándose tanto a películas, espectáculos de cabaret y obras de teatro. Incluso llegó a modelar y poner un negocio de renta y adquisición de propiedades que llevaba su mismo nombre artístico: Gloriella.
Sin embargo, fue en 2005 cuando repentinamente apareció la noticia de su asesinato. Era 2 de diciembre, Gloria se encontraba dentro de su negocio cuando, de acuerdo con declaraciones de un testigo, llegó un hombre de entre 52 y 57 años para darle un tiro en el pecho y luego uno en la cabeza. Nunca se supieron los motivos, ni la identidad del responsable.
Olga Breeskin
Esta vedette nació en la Ciudad de México en 1951. Su padre era de origen ruso y se encargó de enseñar a ella y a su hermano a tocar el violín desde muy jóvenes. De acuerdo con declaraciones que hizo en una entrevista para TvNotas, su padre lo hizo para que ella aprendiera cómo ganar dinero, cosa que le sirvió después. Su padre murió cuando Olga tenía 16 años y desde ese momento tuvo que hacerse cargo de su familia.
La vida de la bailarina tuvo muchos altibajos. Mientras intentaba hacer su vida siendo violinista y danzante en varios cabarets de la ciudad, tuvo su primer evento traumático: con tan sólo 17 años, sufrió abuso sexual a manos de un empresario del que hasta la fecha no ha querido revelar su identidad. Tal experiencia logró quebrantarla.
Según palabras suyas para Ventaneando: “Al día siguiente que regresó al restorán, la Olguita inocente, ingenua, confiada, buena onda, generosa, tímida había muerto”. Y es que después, cuando la bailarina por fin estuvo de lleno en el medio del espectáculo, terminó por caer en varios excesos. No es secreto para nadie que se hizo alcohólica y adicta a la cocaína.
Y no sólo eso. También admitió que se hizo adicta al juego e incluso llegó a practicar lo que ella ha llamado “prostitución elegante”. Sabía que usaba a los hombres por conveniencia y se aprovechaba de ellos para obtener riquezas. No obstante, poco a poco eso significaría su ruina pues no sólo hizo que su propia madre le diera la espalda, sino que, por un viaje descontrolado a Las Vegas, terminó perdiendo su fortuna e incluso su casa.
En la actualidad está retirada y ha dedicado los últimos años a la iglesia evangélica. Vive con su hijo y la esposa de este y parece que hoy por hoy se siente más “completa y feliz”.
Wanda Seux
Juana Amanda Seux Ramírez era originaria de Paraguay. De acuerdo con declaraciones de la también llamada Bomba de Oro, era hija de un militar de origen francés, mismo que se divorció y separó de su madre cuando Wanda era todavía una niña.
De hecho, llegó a mencionar en una entrevista para El minuto que cambió mi destino que su carácter fuerte lo sacó de su madre: “Por eso Wanda Seux tiene este carácter, por eso Wanda Seux no se deja”. Cosa que es bastante creíble, pues en el 2019 la paraguaya contó un hecho que dejó helados a muchos.
Al parecer Wanda tuvo que apuñalar a un hombre para evitar que este abusara sexualmente de ella. En ese entonces contó que los hechos ocurrieron durante una fiesta familiar y que, cuando le contó a su madre qué había hecho, esta se echó la culpa. Esto significó que pasara alrededor de un año en la cárcel.
Pero, tristemente, ese no sería el final de las tragedias de Wanda. También llegó a saberse que sufrió cierto tipo de abuso por parte de su padrastro, así como dijo que finalmente fue víctima de este crimen reiteradas veces cuando tenía 18 años. Sin embargo, ella se mantuvo firme en su sueño por hacerse famosa y lo logró.
Wanda, sin embargo, comenzaría una batalla con varias complicaciones de salud desde 2010 cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Desde entonces, y hasta su muerte en 2020, la Barbie de las vedettes también se enfrentó a infartos cerebrales y dificultades respiratorias que la tuvieron en cama por el resto de sus días.
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