“Si tu vida es cuerda, eso te permitirá volverte loco en el trabajo”. Ese el consejo que Bryan Cranston tiene para los actores jóvenes que buscan meterse en la dura industria del entretenimiento. Algo que él conoce a la perfección. A los 22 años, un tanto desorientado en su vida con dos padres ausentes, el actor salió en un viaje en motocicleta. Una noche, recostado en una bolsa de dormir, leyó “Hedda Gabler”, una obra teatral del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, y decidió que quería convertirse en actor. Sus primeros trabajos como intérprete los llevó a cabo en producciones teatrales, antes de dar el salto a la televisión, el medio que le concedió la fama décadas después.
La comedia “Malcolm in the Middle” lo convirtió en un rostro reconocible, pero fue su papel como Walter White en la serie “Breaking Bad” lo que disparó su carrera. Ese personaje cambió su vida para siempre. Después de un largo camino haciéndose un lugar en Hollywood, la fama llamaría a su puerta pasados los cincuenta años. Por dicho rol ganó cuatro premios Emmy -tres de ellos de forma consecutiva- como mejor actor en drama.
Cranston está loco por su trabajo y se lo toma tan en serio que aprendió el proceso paso a paso para cocinar metanfetamina. También está convencido de que su profesión es terapéutica. Aunque reconoce el “lado b” . “El mundo del espectáculo tiene una atracción especial sobre los charlatanes y los farsantes, porque puede ser superficial. Y vacío”.
Está casado con la también actriz Robin Dearden, a quien conoció en el plató de la serie “Airwolf” en 1984. Estaba haciendo el papel de villano de la semana, y ella era su víctima. Tienen una hija llamada Taylor, que sigue sus pasos en la actuación.
Desde que terminó “Breaking Bad”, Cranston ha trabajado en cine, televisión y teatro. Ha demostrado versatilidad y talento también en la gran pantalla en la película “Trumbo” (2015), un rol por el que recibió su primera nominación al Oscar. Su papel como presidente Lyndon B. Johnson en “All the Way” lo hizo ganador de un Tony al igual que su interpretación de Howard Beale en la producción de Broadway de “Network”, basada en la película de 1976 del mismo nombre. Su último proyecto televisivo es “Your Honor”, donde interpreta a un juez capaz de hacer cualquier cosa para salvara su hijo. A sus 64 años, Cranston disfruta de un más que merecido éxito, pero él no se la cree.
Abandonado por sus padres
Bryan Cranston estaba destinado a ser actor. Y es que sus padres se conocieron en una clase de actuación en Los Ángeles. Se enamoraron y formaron una familia con tres hijos: Kyle, Bryan y Amy. La madre de Cranston, Audrey Peggy Sell, era actriz de radio, mientras que su padre, Joe, consiguió algún que otro papel principalmente en TV entre 1953 y 1961.
El malogrado paso por Hollywood de sus padres hizo que la casa se convirtiera en un verdadero infierno. Cuando tenía solo 11 años, el padre de Cranston los dejó por otra mujer y porque estaba frustrado con su carrera estancada. Y su madre comenzó a derrumbarse, recurrió al alcohol para hacerle frente y tocó fondo. Sin herramientas para hacerse cargo de la familia, envió a Cranston y a su hermano Kyle a la granja de sus abuelos. “Estaba herida por el abandono de su esposo a quien amaba. Entonces, ella se volvió cada vez menos confiable como guía”, recordó una vez el actor.
En una entrevista con el Sunday Times del Reino Unido, el artista habló sobre la tumultuosa infancia que tuvo por el abandono de sus padres y cómo eso lo ha afectado a lo largo de su vida. “Mi padre eligió no estar con nosotros o vernos o ser padre. Mi madre eligió convertirse en alcohólica y ahogar sus penas, tristeza y resentimiento. Ella era como un fantasma de sí misma. Y nadie jamás explicó por qué él se fue”, se sinceró.
En medio de tanto dolor, el actor tuvo que comenzar a ganarse la vida desde muy chico. Fue granjero, repartidor de periódicos y pintor, entre los tantos oficios que aceptó para pagar las cuentas. Con el tiempo, Bryan logró perdonarlos y se reconectó con ellos, algo por lo que dice estar agradecido.
“Estaba muy contento y sintió una tremenda culpa y tristeza por sus acciones. Se abrió un poquito, no mucho, y recogí lo que pude de su silencio. Había demasiado abismo entre nosotros, pero lo acepté y en cierto punto lo perdoné. Me di cuenta de que era falible, como cualquier ser humano”, decía sobre el reencuentro con su padre cuando él tenía 22 años.
“Sé que me hizo darme cuenta de lo tenue que es la vida. Mi padre no está en mis fotos desde los 11 años hasta los 22. En muchos sentidos, actuó como mi hijo y yo como su padre. A menudo estaba en la indigencia, y yo le prestaba dinero, y ya sabes, no era la relación que querías, pero era la relación que era”, explicaba. Ese episodio lo marcó a él en su rol de padre. “Tengo una hija, y no se me pasaría por la cabeza abandonarla. De la única forma en que la dejaría es si muriera”.
Casi policía, pero prefirió su motocicleta
Cranston casi sigue una vida muy diferente: cuando era más joven, quería convertirse en oficial de policía. En una entrevista con Route Magazine, explicó que su hermano y él se unieron a una organización llamada Police Explorer que le permitió conocer lugares como Japón y Hawaii. “Como éramos niños pobres que crecimos en un suburbio de Los Ángeles, pensé que era la única forma en que iba a tener la oportunidad de viajar. Así que no era que estuviera interesado en el trabajo de la policía, estaba interesado en salir y explorar”, comentó. “Sabía que las respuestas estaban en alguna parte. No estaban en mi cuadra o en el camino desde mi casa hasta mi escuela secundaria”.
También está convencido de que buscaba una figura paterna que nunca tuvo. “Mirando hacia atrás en retrospectiva, creo que fue la atracción de un modelo masculino fuerte. Estos hombres adultos con autoridad que llevaban un arma y tenían una placa y se pavoneaban con ellos, y pensé: ‘Wow, eso es masculino‘. Eso es lo que es un hombre”.
Después de graduarse primero en su clase en el programa a los 16 años y descubrir que tenía “aptitudes para ello”, planeó estudiar en la universidad y luego unirse al Departamento de Policía de Los Ángeles. Sin embargo, mientras estaba en segundo año de la universidad, descubrió las clases de actuación y reevaluó sus planes por una razón muy específica. “Tomé una clase de actuación y me di cuenta de que las chicas eran mucho más bonitas. Me di cuenta de que era ambivalente hacia mis planes futuros y no sabía qué hacer “. Como sabemos, la actuación ganó al final.
Un tanto desorientado en su vida le llegó un viaje en moto por los Estados Unidos con su hermano mayor , en 1976, al estilo “Easy Rider”. Empacó todo y se fue de California con 117 dólares en el bolsillo. Tomó cualquier trabajo para sobrevivir y llegó a dormir en refugios para personas sin hogar. Tras ese viaje de dos años supo que quería ganarse la vida actuando. Se prometió a sí mismo: “Me dedicaré a algo que ame y seré bueno en ello, en lugar de hacer algo para lo que soy bueno pero no amo”. Pero para eso necesitaba sanar viejas heridas y buscar respuestas. Ahí fue cuando, junto a su hermano, tomó la decisión de ir a buscar a su padre.
El día que sintió ver morir a su hija
La escena es una de las más fuertes y recordadas de “Breaking Bad”: Walter White entra en el apartamento de Jesse Pinkman, que duerme al lado de su novia, Jane, después de una noche de drogas y alcohol. De repente, ella comienza a toser. Cuando empieza a vomitar, él la coloca boca arriba para que se ahogue y muera. Un hecho terrible que se transformó en una oportunidad. Un momento que marcó el paso de Walter White a Heisenberg, su álter ego. Cranston, como su personaje, se sintió súbitamente conmocionado. Eso es lo que los espectadores vieron, pero no tenía que haber sido así.
“Lo que se apoderó de mí en ese momento fue un temor real, mi peor temor. Un miedo que no había previsto ni asumido del todo. Y mi reacción está ahí, para siempre, al final de la escena. Me cubro la boca con la mano, horrorizado”, relataba. Tendría que haberse limitado a asesinarla con frialdad, mirar e irse. Un nuevo crimen de Heisenberg. Pero el actor no vio en ese momento a la actriz Krysten Ritter, sino a su propia hija, Taylor.
“El día que vi morir a Jane - el día que vi el rostro de Taylor-, ese día viajé a un lugar donde nunca había estado (...). En esa escena lo había dado todo, absolutamente todo. Yo era un homicida y capaz de un gran amor a la vez”. Es una de las tantas confesiones que Cranston hace en el libro “Secuencias de una vida”, donde el intérprete cuenta su esfuerzo durante décadas por convertirse en una estrella.
Años después, Cranston seguía relatando la muerte de Jane como la escena más fuerte que había grabado en su carrera. Entre lágrimas el actor le admitió al periodista James Lipton de “Inside the Actor’s Studio” que fue un trabajo emocional muy intenso.
Tanto Cranston como Aaron Paul quedaron helados al leer el libreto de aquel capítulo. “Tenía pesadillas en las que despertaba y veía el cuerpo de Jane ahí, muerta al lado mío”, dijo Paul en una entrevista con el presentador Conan O’Brien en 2016.
“La única vez que nos llamaron la atención por un episodio”, reconoció Gilligan en una oportunidad. “O más bien, la única vez que hubo un poco de duda”. Según explicó el creador de “Breaking Bad”, la idea original era aún más fuerte que la versión final: Walter le inyecta otra dosis de heroína para provocar su muerte. “Ya sabes, hazlo en grande o vete a casa. Ese era nuestro lema. Pero me alegro que no hayamos seguido esa dirección porque de otra forma, todos hubiésemos ido a casa”, bromeó el realizador.
En una entrevista con The Hollywood Reporter, Cranston también habló sobre su decisión de aparecer en la película de “Breaking Bad”, titulada “El Camino” (protagonizada por Aaron Paul y que pasó al olvido), a pesar de que su agenda estaba completa. Afirmó que quería apoyar tanto al director como a su ex compañero de elenco. “Aaron y yo decimos, si Vince comienza a hacer una pregunta, simplemente decimos, ‘Mira, la respuesta es sí, lo que sea que vayas a preguntar. Haremos lo que sea’. Él cambió nuestras vidas. Así que le estamos eternamente agradecidos y felices de hacerlo “.
Naturalmente, muchos fanáticos esperan ansiosos para ver si Walter White aparecerá durante la última temporada de “Better Call Saul” que llega a su fin este año tras seis temporadas al aire. Cuando la revista Time le preguntó sobre esto, la respuesta de Cranston se alinea con lo que ha dicho con anterioridad: “Si me llama hoy y me pide que esté en el programa, diría que sí antes de que termine la pregunta”.
Del culebrón a actor consagrado
Aprendió el rubro en el teatro, donde conoció a su primera mujer, Michelle Middleton. Protagonizó varios spots publicitarios. Para conseguir el papel del tipo del anuncio de las barritas Mars, en el que tenía que escalar una montaña, se pagó un curso de escalada, porque no tenía ni idea. Y lo logró. En los ochenta y noventa llegaron sus papeles en telenovelas. Trabajos de un solo día, haciendo de malo porque “esos eran los papeles para los artistas invitados. Si eras un personaje regular de una serie, eras un buen tipo”, dice. Divorciado de su primera mujer, fue en uno de estos capítulos donde conoció a su segunda y actual esposa, Robin Dearden, a la que pidió matrimonio en un jacuzzi.
Con la comedia “Malcolm in the Middle” (2000-2006) alcanzó la popularidad. Una trayectoria lenta pero segura que lo llevó hasta el papel más emblemático de su carrera televisiva con “Breaking Bad”. El creador, Vince Gilligan, se acordó de él por su paso por “Los Expedientes X”. Lo llamaron para una prueba. Los productores estaban entre Matthew Broderick y Steve Zahn, pero Cranston ya se había enamorado del guion y contaba con el apoyo de Gilligan. Ideó un plan para no tener que presentarse a la audición y funcionó. Nadie se imagina ahora a otro actor que no sea él en la piel de un hombre que pasa de ser un fracasado a convertirse en un capo de la droga sintética.
La serie se llenó de premios y el actor que venía del mundo de los anuncios y los culebrones se convirtió en una estrella. Hoy le llueven las ofertas para protagonizar proyectos importantes, pero él está lejos de relajarse. En cada producto- sea arriba del escenario o en un set de rodaje- busca esforzarse para mejorar cada día en su trabajo. “Siempre intento aprender algo”, asegura.
Cranston antepone su familia a todo lo demás. Habla con amor de su esposa y muestra gran admiración hacia su hija, también convertida en actriz. Es un hombre que sabe lo que es ganarse el éxito. Su pasado lo ha ayudado a ser quien es en el presente. Y profesa una devoción infinita por el arte de la actuación. Una profesión que ha sido su gran salvación.
SEGUIR LEYENDO: