El 5 de febrero de 2008 se transmitió por primera vez el programa que a la postre se convirtiría en el éxito más rotundo de la Televisa del siglo XXI, pues hoy, 13 años y más de 1,400 historias de fe después, La rosa de Guadalupe se ha consolidado como el líder de audiencia nacional, y un producto de consumo generalizado, que lo mismo siguen niños y millennials que adultos mayores.
Con una transmisión diaria con la que se mantiene en el primer lugar de rating general y un impacto social notable, la producción de Miguel Ángel Herros para la televisora más histórica de México se ha convertido en un referente cultural para cierto sector de una generación. Y aunque el hecho de que, como lo arrojan ciertos censos, el apego a una religión por parte de la población se ha ido desdibujando en la actualidad, el programa unitario que convirtió en drama “telenovelizado” el aspecto milagroso del guadalupanismo ha permeado en las audiencias jóvenes y más allá de México.
En febrero de 2020, el programa fue reconocido en los premios Global TV Demand Awards, en la categoría Most In Demand Export From Latin America. Los galardones fueron creados para otorgarles reconocimiento a los contenidos audiovisuales de mayor demanda a nivel internacional.
Herros explicó entonces a Las Estrellas: “Los capítulos de La rosa de Guadalupe no sólo tienen repercusión en México y en Estados Unidos, sino que lo exportamos a 23 países, y en esos países quieren visitar la Basílica de Guadalupe, por eso la incluimos en los episodios”.
Y es que Brasil compró “la lata” del programa creado por el escritor Carlos Mercado Orduña, y Perú adquirió los derechos para realizar su propia producción La rosa de Guadalupe: Perú, hechos que hablan del amplio impacto del programa que basa su fórmula en abordar temáticas sociales cotidianas, historias sencillas, pero impactantes, que comiencen y terminen el mismo día, siempre con la aparición de una rosa blanca y un dramático tema musical de fondo.
En la emisión se han representado los conflictos casi siempre de personajes infantiles y juveniles y su entorno: casos de drogas, infidelidades, violencia familiar, embarazos y abusos, bullying y tribus urbanas han logrado una identificación con el público que a través de dinámicas en las redes sociales ha trasladado el fenómeno televisivo al entorno digital.
Aunque Herros ha asegurado que La rosa “no es un programa religioso”, cada episodio llama a seguir los valores católicos que garanticen un final lleno de fe, que contrasta con la crudeza de algunos temas abordados.
En la historia del programa, que también presenta problemáticas contemporáneas como la filtración de fotos íntimas, los sugar daddies, adicción a las redes sociales y tendencias virales como los challenges de TikTok, ha habido censura en pocas ocasiones, entre ellas la vez que se tocó un tema especialmente delicado: la intrusión de un grupo delictivo a un campamento en Chalco, Estado de México.
Fue en 2012 cuando se grabó un programa alusivo al lamentable suceso ocurrido en el campamento religioso “El colibrí”, donde 12 delincuentes irrumpieron a robar y agredir sexualmente a varias jovencitas. Ante el hecho tan sensible, un colectivo de padres de las chicas vulneradas solicitó que no se transmitiera el capítulo “Adiós inocencia” por considerarlo fuera de lugar.
Con una carta dirigida a Emilio Azcárraga, entonces presidente de la compañía, y a Miguel Ángel Herros, se hizo un llamado “ya que nosotras, las madres y los padres de este grupo de jóvenes nos sentimos aludidos y le solicitamos que este lamentable hecho no sea llevado a las pantallas de televisión. Confiamos en que los valores que promueve Televisa sobre el respeto a las niñas y niños prevalezcan sobre los intereses periodísticos y comerciales”, motivo por el cual el capítulo finalmente no salió al aire.
Y aunque la emisión se caracteriza por tocar conflictos sociales en cuya resolución influyen la Virgen de Guadalupe, el programa también recibió las críticas de la Iglesia cuando presentaron un capítulo sobre los vientre de alquiler, protagonizado por Alma Muriel.
“Nosotros le debemos un respeto a la Iglesia, por tener a la Virgen de Guadalupe ahí; sin embargo, la Iglesia un solo capítulo nos criticó y sí lo pasamos al aire y nos lo criticó porque los fieles hablaron con el rector de la Basílica”, narró Herros en una entrevista para el canal TLNovelas.
“Cuando se habla de La rosa de Guadalupe siempre digo (que) no es un programa religioso, es un programa en donde está implícito un milagro de la virgen de la Guadalupe, que es la madre no solamente de México, sino prácticamente ya de toda Latinoamérica”, agregó.
El show que se transmite de lunes a viernes y que ha logrado la realización de programas de 120 minutos -inusual para un formato dramático- suele ser objeto de memes en donde se hace referencia al “airecito” y a las rosas blancas que aparecen antes de que ocurra un milagro. También es usual que en las plataformas se hagan parodias de algún capítulo y que en YouTube los fans hagan conteos de “las mejores escenas de LRDG”, “las situaciones más icónicas de La rosa de Guadalupe”; incluso existen cuentas de Twitter y grupos de Facebook que siguen el programa “irónicamente”.
Al respecto, contó Herros para la revista TVyNovelas: “en los resultados que se nos entregan diario y cada semana, vemos cómo hemos captado la atención de los millennials, quienes, si no nos siguen por televisión abierta, lo hacen por Blim o por las redes sociales; además tenemos, apoyados por Fundación Televisa, un Facebook Live cada 15 días”.
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