Algo le sucede a Jim Carrey. Desde hace más de una década se ha tratado de desvincular de la figura del comediante de amplia sonrisa y gestos pronunciados que todos conocíamos, y que lo llevó a la fama. Ahora parece renegar de ella.
¿Quién es hoy Jim Carrey? Es algo que algunos de sus seguidores se preguntan y, aún más, él mismo.
Actos extraños que van desde el cuestionamiento a una reportera de moda y sus respuestas incoherentes, sus opiniones de la política y hasta cuestionar a otros actores como Tom Cruise hicieron que su comportamiento errático haga voltear los reflectores y hay quien se pregunta si se ha vuelto loco.
“Si te quedas al frente (de Tom Cruise) te das cuenta que te está investigando, los rayos láser se activan, está buscando cosas atrás de tus ojos, alguna sensación de duda o debilidad... con algunas personas hay que tener cuidado”, dijo en una entrevista en el programa Daily Show con Trevor Noah en Comedy Central, al tratar de justificar el apodo, “Laser Jack Lighting”, que le había puesto al actor de Top Gun en su libro autobiográfico, donde también se burla de ciertas representaciones de Gwyneth Paltrow, Kim Kardashian o Kanye West.
Este libro, Recuerdos y desinformación, es una novela semi-autobiográfica que escribió junto a Dana Vachon y en el que hace una deconstrucción de su persona, personaje y la industria cinematográfica.
Jim habla sobre lo peor de Hollywood, agentes, celebridades, privilegios, amistad, efímeros romances, adicción a la relevancia, miedo a la eliminación personal, consumismo, un final cataclísmico del mundo: apocalipsis mental y externo.
Aunque también habla de lo bueno: el reconocimiento del que sus padres se sintieron orgullosos, el dinero que creyó que le hacía falta de niño (y que posteriormente descubrió que no le traía felicidad, las (contadas) amistades en la industria como Nicolas Cage, a quien dedica sentidas palabras por la asistencia que le brindó cuando luchaba con la depresión.
Hay quienes creen que su declive y depresión comenzó con el suicidio de su novia Cathirona White y la guerra mediática que entabló con su familia después, cuando lo acusaron de haberla iniciado en las drogas que finalmente terminaron con su vida en septiembre de 2015.
La acusación ganó fuerza cuando se conoció una supuesta carta que White habría escrito antes de morir. En la misiva, afirmaba que la vida con el actor habría sido una tortura: “Amaba la vida, estaba feliz conmigo misma y me sentía muy bien. Estaba orgullosa de todas las decisiones que había tomado y te conocí. Me introdujiste en la cocaína, la prostitución, el daño psicológico y las enfermedades. Hiciste cosas muy buenas por mí pero me rompiste como persona Jim. Yo quería conseguir a Jekyll pero en lugar de eso tuve a Hyde. Me echaste de tu vida cuando tuviste lo que quedaba de mi que valía la pena”.
Unas palabras que usaron como prueba en la batalla judicial de su familia contra el actor. Por su parte, Carrey intentó mantenerse alejado de este tema hasta que un día dijo basta y pidió respeto. “No toleraré este intento desalmado de aprovecharse de mí o de la mujer a la que amé. Los problemas de Cathriona White se iniciaron mucho antes de que nos conociéramos y tristemente ninguno de nosotros podría haber evitado este final tan trágico. Espero de verdad que muy pronto la gente deje de tratar de sacar provecho de esto y la dejen descansar en paz”.
De pronto, la estrella de La Máscara, Tonto y Retonto o Ace Ventura ya no era aquel simpático personaje que solamente hacía reír y el que todos creíamos conocer.
Pero ese vacío existencial que pretendía llenar con las búsquedas espirituales realmente comenzaron desde muy atrás.
Cuando era niño la risa fue un instrumento para generar la atención de sus padres y evitar sus peleas. Su padre, a quien admiraba, tenía un gran sentido del humor, quiso ser comediante pero nunca se atrevió y optó por la seguridad de un trabajo convencional administrativo. Sin embargo, de un día para otro, el hombre se quedó sin trabajo y la familia con cuatro hijos se tuvo que ir a vivir a una casa rodante.
Carey contó que uno de sus mayores anhelos cuando niño era tener una bicicleta. Se la pidió a Dios y le prometió que le rezaría todos los días si se la traía. Dos semanas después sus padres se la llevaron, sin embargo, le explicaron que había sido gracias a una rifa de un amigo que lo incluyó sin decirle. Pero su fe en obtener las cosas que podía desear comenzó entonces. Se convenció que que desear algo intensamente era la primera acción para luego encaminarse y obtenerlo.
Finalmente, Percy encontró trabajo como guardia de seguridad y sus hijos como empleados de limpieza en una fábrica de neumáticos. Las jornada laborales duraban ocho horas y Jim tuvo que dejar la escuela. Percy notó que su hijo menor comenzaba a perder esa alegría que lo hacía único y lo incentivó para que se probara como comediante en los bares locales. La primera actuación fue a los 15 años.
“Sabía que dinero y esas cosas estaban allá afuera, sólo había que ir a buscarlas”, comentó de esa etapa ingenua donde sentía que podía encontrar fama gracias a su talento en la actuación e interpretaciones de famosos que admiraba como Clint Eastwood, Elvis Presley, James Stewart y Jerry Lewis.
Carrey, con 17 años, dejó Canadá y se mudó a Los Ángeles. Rentó un cuarto al que llegaba con el dinero justo para el alquiler. Sobrevivía con distintos trabajos y, aunque actuaba en programas de humor, la gran oportunidad no llegaba. Parecía que debía dejar sus sueños de artista. Fue entonces que decidió imaginar un futuro mucho más grato que ese presente. Una noche tomó un papel y extendió un cheque imaginario por 10 millones de dólares de Jim Carrey para Jim Carrey. Lo guardó en su billetera con la certeza que se haría realidad: “Me hizo sentir bien visualizar un mejor futuro”.
“Me hice un cheque de 10 millones de dólares por los servicios de actuación prestados desde mi infancia y me di cinco años, tal vez tres, lo había puesto en mi billetera y lo guardé ahí, se fue deteriorando y deteriorando. Entonces ese día de Acción de Gracias de 1995 descubrí que iba a ganar 10 millones de dólares con Dumb and Dumbed”, así lo relató en el programa de Oprah Winfrey.
Si bien Carrey no tuvo una educación formal, la vida y los años lo fueron recargando de experiencias que lo hacían una persona más reflexiva, pero al mismo tiempo lo llevaban a cuestionarse su papel en Hollywood, cómo lo veía la gente y cómo se veía así mismo: como un personaje simple que no siempre tenía de qué sonreir. Él sabía que era mucho más que eso.
“Miré hacia atrás y pensé que era dos personas. Toda mi vida estuve en la sala entreteniendo a la gente, siendo un mono, sé hacer lo mío por la empresa. (En mi niñez) Quería tratar de relevar a mi madre, ella sufrió de artritis, virus, todo lo que hay bajo el sol la estaba dañando, se sentía deprimida y yo quería que fuera libre y yo quería que se diera cuenta que su vida valía algo porque ella dio a luz a alguien que vale algo”, reflexionó en otra ocasión durante una conferencia.
“Luego me iba a mi cuarto y me sentaba con un block de notas y me sentaba a averiguar qué significaba todo sobre porqué estamos aquí, qué es esto de la vida. Un día leí algo sobre Buda, que decía que la espiritualidad se trata de aliviar el sufrimiento y de repente me di cuenta que eso es lo que estoy haciendo en la otra habitación y me sentí aliviado y estoy alineado”, añadió respecto a sus crisis existencial.
Este domingo cumple 59 años y Carrey parece ser otra persona. Algunos creerán que aún sufre episodios de locura o depresión, sin embargo sólo se trata de un nuevo Jim Carrey.
“Estuve en la cima de la montaña y al único que no había liberado era a mí mismo, entonces mi búsqueda por mi identidad se profundizó. Me preguntaba quién sería sin mi fama, quién sería si dijera cosas que la gente no quiere escuchar, si desafiara sus expectativas sobre mí. Frecuentemente digo que desearía que la gente pudiera realizar todos sus sueños de riqueza y fortuna para que pudieran ver que ahí no es donde encontrarán esa sensación de plenitud. Estoy haciendo una elección consiente de percibir los desafíos como algo beneficioso porque así puedo lidiar con ellos de una manera más productiva”, reflexionó.
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