Este martes se dio a conocer por la mañana la noticia del deceso de la primera actriz Josefina Echánove, quien a los 92 perdió la vida en la ciudad de Guanajuato donde creció y radicó por muchos años. Más de 50 proyectos en televisión y cine destacan la trayectoria de quien fue la matriarca de la familia compuesta por sus hijos María del Sol, cantante; Peggy, periodista, y Alonso Echánove, actor.
Y es que la noticia del fallecimiento de la actriz, famosa por su participación en cine y melodramas como Cuna de lobos y Rubí, y por su extensa trayectoria como fundadora del colegio de danza de la Universidad de Guanajuato, no es el único trago amargo que ha tenido que afrontar la familia Echánove, pues uno de sus miembros es sobreviviente de una turbulenta vida de excesos.
Se trata del actor Alonso Echánove, cuya historia de adicción comenzó cuando a los 14 años probó por primera vez la marihuana, por lo que un año después, con su carácter voluntarioso, fue corrido de su casa. Con el ánimo más calmado, debutó en 1980 en la película A fuego lento, del director Juan Ibañez, al lado de su hoy fallecida madre.
A su carrera actoral se le fueron sumando proyectos como las películas Los motivos de luz y Amor a la vuelta de la esquina, que le valieron nominaciones al premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, Ariel; pero no fue sino hasta 1993 cuando obtuvo el galardón como Mejor actor por su papel en Modelo antiguo, que protagonizó al lado de Silvia Pinal.
Con sus participaciones en telenovelas como La indomable, La casa al final de la calle y Buscando el paraíso el histrión consolidaba su carrera como uno de los personajes cotizados del mundo actoral, sin embargo, paralelamente iba creciendo en él la adicción al alcohol y las sustancias, pues para entonces ya estaba fuertemente enganchado con la cocaína y el crack.
Tras su época de éxito artístico, de 1985 a 1997, en la que protagonizó nueve telenovelas y más de 30 películas y cortometrajes, conoció la ruina de la mano de los excesos, pues lo llevaron a perder todo lo que había ganado y a sufrir múltiples infartos cerebrales que lo dejaron, además, paralizado durante varios años.
Esta situación fue muy desgastante para la familia Echánove, pues María del Sol y Peggy presenciaron cómo su hermano se hundía en un abismo cada vez más oscuro, al grado de caer en la indigencia y mendigar para obtener dinero para solventar su adicción.
Y es que en el actor estuvo a punto de perder la vida en distintas ocasiones debido a los múltiples infartos que sufrió derivados de su consumo: “Más o menos como a los 14 años empecé fumando mota, y después inhalé cocaína y después fue el acabose porque encontré ‘el bote’ (de piedra)”, reveló el actor en 2012 ya rehabilitado, aunque con secuelas en el habla.
“Le tomó tiempo entender tanto a Marisol (María del Sol), como a mi mamá, que la adicción es una enfermedad. Mi mamá decía: ‘es que Alonso es un irresponsable, es que Alonso no hace esto, es que yo no lo eduqué para que se portara de esta manera”, dijo Peggy Echánove en una entrevista hace unos años para TV Azteca.
Su paso por ocho diferentes clínicas y cuatro psiquiátricos no fue suficiente y llegó un momento en que el actor gastaba en una tarde hasta $60 mil pesos en cocaína. “Yo llegué a ver a mi hermano con la cara desencajada, extorsionando de una manera criminal, con dinero, chantajeando, robándome a mí, a mi mamá, a mi hermana”, contó María del Sol. “Afectaba la seguridad de nosotros, la salud de todas. Podíamos recibir llamadas de los traficantes cobrándonos dinero y no sabíamos nosotros cómo habían conseguido nuestro teléfono”.
“Vivía nada más para la droga. No me importaba nada, ni mi hija, ni mi mamá ni nadie más. Lo más importante para mí era buscar la droga…A veces veía a los fans, me acercaba y les pedía…limosnero”, recordó el propio Alonso en 2012.
“Cada vez que lo metíamos a una institución, le rentábamos departamento, se lo amueblábamos, desde las toallas, la vajilla, los vasos, de todo, mismos departamentos que cuando Alonso no se presentaba en cuatro, cinco días, teníamos que romper vidrios y esperar encontrarlo ahí muerto, podrido, era tan paniqueante…”, recordó conmovida la intérprete de Un nuevo amor.
A varios años de distancia, la cantante asegura que su hermano es un “milagro vivo” pues sobrevivió a la decadencia y hoy, a sus 66 años, se encuentra rehabilitado y dedicado a su profesión artística en la Universidad donde su madre fundó el colegio de Danza.
“Mi hermano es un milagro maravilloso porque después de estar debatiéndose muchos años entre las drogas y la vida, ahora está dando clases, acaba de cumplir sus 20 años de dar clases en la Universidad de Guanajuato, tiene un grupo de teatro con el cual hace obras, las produce, las dirige”, contó María del Sol en 2019.
“Creo que el adicto está atrapado, pero no está él solo, sino su familia también queda atrapada en esta pesadilla. Mi hermano realmente duró muchos años, quince, dormía en la calle, en un basurero, en el centro, con la ropa… es inexplicable e increíble, lo que él vivió, y nosotros junto, mi mamá se desgastó muchísimo, a veces esperamos milagros como de que se abra el mar, él es un milagro porque tiene siete infartos cerebrales y está vivo”.
María del Sol también destacó que el uso de sustancias, aunque pudieran parecer inofensivas, a su modo de verlo podrían conducir a adicciones severas:
“Él está vivo porque Dios tiene un propósito muy especial con él, aparte de poder compartir su testimonio de decir ‘No a las drogas’, es bien interesante porque no empezó con cocaína ni con el bote, empezó con marihuana… y después la marihuana no te va a llenar, y vas a empezar …mi hermano es un ejemplo de cómo puedes acabar, por la gracias de Dios está vivo, pero fue horrible”, dijo la cantante hace unos meses al programa SNSerio.
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