Gillian Anderson tenía 24 años cuando pasó de total desconocida a estrella de la televisión gracias al papel de la descreída agente especial del FBI Dana Scully en el drama televisivo paranormal “Los Expedientes X”. La serie de ciencia ficción se convirtió en un programa de culto y cautivó a millones de espectadores en todo el mundo en sus nueve temporadas, más dos películas y un regreso 14 años más tarde. En la década de los 90, la actriz se convirtió en todo un mito. Incluso desencadenó el llamado “efecto Scully”, ratificado por un estudio de 2018 que sostenía que toda una generación de mujeres científicas tomaron a su personaje como modelo a la hora de elegir carrera.
Luego se la pudo ver como la detective Stella Gibson en “The Fall”, como Margaret Thatcher en “The Crown” o como la psicóloga sexual de “Sex Education”. En 2015, la periodista Amy Sullivan para The Atlantic llamó a The Fall “el programa más feminista de la televisión”.
La actriz, estadounidense de nacimiento y británica de adopción, se ha convertido en un modelo a seguir por sus fuertes roles femeninos y su extenso trabajo benéfico.
Ganadora del Emmy y del Globo de Oro, Anderson parece que, cuantos más años cumple, más trabaja. Algo que en la dura industria de Hollywood está lejos de ser lo habitual. A los 52 años hizo un regreso triunfal en dos proyectos para Netflix: “The Crown” y “Sex Education”. Es una actriz y mujer todo terreno: estrella de televisión, teatro y cine, además de madre de tres hijos.
Su propia lucha contra su aspecto y baja autoestima la llevó a escribir una guía feminista:. “We: A Manifesto for Women Everywhere”, que contiene algunas memorias, que van desde que ella tenía 14 años hasta algunos episodios en lo que sus problemas mentales se apoderaron de ella dejándola aislada de todo el mundo.
Casada y divorciada dos veces. Hoy disfruta de un amor en casas separadas con el creador de “The Crown”, Peter Morgan, y ya no le tema al paso del tiempo. “Llegará un momento en el que tome la decisión de dejarme canas, porque resulta ridículo seguir con el pelo rubio a los 60”, confiesa Anderson haciendo referencia a la obsesión que tiene la industria de Hollywood por la imagen y juventud.
Una punk adolescente con romances variados
En 2013, Gillian Anderson explicó en una entrevista por qué fue votada como la estudiante “con más probabilidades de ser arrestada” en la escuela secundaria y por qué esa predicción se hizo realidad. “Me perforé la nariz y comencé a afeitarme la cabeza, a teñirme el cabello y a vestir mucho de negro”, contó. “Y, de hecho, la noche de graduación, me arrestaron”. Y explico: “Tenía un novio en ese momento que era un par de siglos mayor que yo y lo convencí de que deberíamos ir a pegar las cerraduras de la escuela para que la gente no pudiera entrar por la mañana”.
Cuando Gillian Anderson se mudó del Reino Unido a Michigan a los 11 años, pensó que sería “un lugar soleado, feliz y con barras de chocolate”. En cambio, como reveló la actriz en una entrevista de 2012 con la revista Out, sus años escolares no fueron en absoluto lo que esperaba. La primera vez que acudió a terapia tenía solo 14 años y estaba atravesando una adolescencia más que rebelde.
También compartió que sus relaciones en la escuela secundaria “estaban asustando a la gente”, incluido su romance con otra chica. “Y luego tuve una relación con alguien que era mucho mayor que yo. Toda esa actitud anárquica – y el comportamiento inapropiado que conlleva – era cómo decidía ver el mundo en ese momento, lo cual no era lo que hacía la gente”. Sus relaciones lésbicas, según contó a la mencionada publicación, fueron “la excepción y no la regla”.
Lo que siempre negó es que la evidente química en pantalla entre ella y el actor David Duchovny se trasladara a un romance en la vida real.
Anderson se ha casado –y divorciado– dos veces. La primera vez fue con Clyde Klotz, uno de los directores artísticos de “Los Expedientes X”, con quien contrajo matrimonio el 1° de enero de 1994 en Hawai y es el padre de su hija Piper, de 25 años. Una década después se unió al periodista Julian Ozanne, pero aquello tampoco duró mucho. Además, tiene dos hijos adolescentes, Oscar y Felix, de 14 y 12 años, de una relación posterior con el empresario británico Mark Griffiths.
La actriz dice que la soltería también ha estado presente en su vida y que es un estado que ha elegido con gran placer. “Siento que no me falta nada en la vida. No estoy suspirando en la barra de un bar por conocer un hombre”. No se pone ansiosa, ni interesada en empezar a salir con alguien que no encaje con ella, y entiende el por qué: “El problema es que el físico no me interesa para nada”.
Enamorada de su jefe en casas separadas
La actriz y el dramaturgo Peter Morgan comenzaron su noviazgo en 2016, aunque de momento prefieren vivir separados. Y parece que han encontrado el equilibrio perfecto: comparten vida, pero no casa. “Mi pareja y yo no vivimos juntos. Si lo hiciéramos, sería nuestro fin. Funciona muy bien así. Cuando estamos juntos es maravilloso. Y cuando estoy con mis hijos, puedo estar completamente ahí para ellos”, se sinceró Anderson en diálogo con el diario “The Sunday Times” a principios de año. “No hay nada que nos ate y cuando estoy en casa lo echo de menos, lo cual es un sentimiento encantador”, añadió.
Fue el propio Morgan quien convenció a su pareja para que interpretara a la primer ministra británica Margaret Thatcher en la cuarta temporada de “The Crown” que se transmite por Neftlix. No obstante, la actriz que se hizo famosa por “Los Expedientes X” reveló que tanto ella como Morgan acordaron no tratar ningún tema relacionado el exitoso programa fuera del set de rodaje “por el bien de nuestra relación”.
“Tuvimos largas conversaciones sobre si era prudente trabajar juntos”, ha admitido a la revista Elle. “Ambos somos perfeccionistas, y era importante para nosotros establecer límites en cuanto a qué se podía discutir”.
“Hicimos un pacto que consistía en no hablar absolutamente nada de la serie”, explicó la intérprete de 52 años. “No me dejaba expresar mis observaciones sobre los guiones, y yo a él no le permitía opinar sobre mi actuación”, explicó. “De alguna manera al final lo conseguimos, lo cual es increíble”.
Amor y odio con David Duchovny en el set de “X Files”
Durante años abundaron los rumores que señalaban que se odiaban a muerte, y tampoco han faltado las sospechas de que, en realidad, había entre ellos algo más que una complicada amistad. Aunque ahora son buenos amigos, Gillian Anderson y David Duchovny nunca tuvieron nada en la vida real. “Todo el asunto de mi romance con Gillian y yo es tan extraño. Nunca sucedió, no va a suceder, somos amigos”, se quejó Duchovny. De hecho, aunque ahora son muy cercanos, durante los años del programa de 1996 a 2002, a veces pelearon abiertamente.
En una oportunidad Anderson comparó su relación con Duchovny con un “matrimonio forzado”, diciendo: “¿David y yo nos odiamos? A veces sí, como cualquier hermano y hermana, marido y mujer, compañero de trabajo y compañera de trabajo obligados a pasar tanto tiempo juntos en circunstancias tan extenuantes”.
“Le digo a la gente todo el tiempo que es un milagro que David y Gillian tengan tanta química, porque cuando los elegimos no podíamos ponerlos juntos en una habitación y decir que había química”, reconoció Chris Carter, el creador del show, sobre uno de los dúos más clásicos de la televisión, que sentó las bases para las innumerables parejas de detectives que abundan en la TV de hoy. “Solo esperábamos que funcionara, y sorprendentemente sucedió desde el momento en que los vi por primera vez en el primer día de rodaje en Vancouver en 1993. Había algo ahí”.
Dana Scully es uno de los personajes de televisión más queridos en la historia de la cultura pop. Sin embargo, según la actriz detrás de Scully, interpretar a la famosa agente secreta en la nueve temporadas de la serie fue más difícil de lo que parecía.
En una entrevista de 2018 de la revista Esquire con Gillian Anderson y David Duchovny, las estrellas del programa se abrieron sobre las dificultades de interpretar a los mismos personajes durante tantos años. “Hubo momentos en los que llamaba a Chris y le decía: ‘Realmente no puedo decir esto de nuevo‘”, recordó Anderson, que además admitió a la publicación que su lucha por meterse en el papel a veces le impedía ver a Scully como el personaje importante e icónico que los fanáticos conocían y amaban. “Definitivamente hubo momentos en los que estaba luchando con Scully, y no apreciaba la esencia de quién era ella debido a ese hecho”.
“Estaba aprendiendo a actuar frente a la cámara”, bromeó Duchovny sobre los primeros días del programa. “No hablaré por Gillian, pero para ser totalmente honesto, aprendí a actuar durante los primeros dos o tres años del programa. Me vi obligado a hacerlo todos los días. Tenía que ir a trabajar y actuar”.
Nueve temporadas, dos películas y un regreso 14 años más tarde, los fanáticos todavía adoran la convincente interpretación de Gillian Anderson como la agente escéptica del FBI. De hecho, los medios especializados han considerado que es la relación convincente entre Mulder y Scully lo que mantuvo el programa a flote.
Por ejemplo, The Washington Post publicó un artículo en 2016 diciendo que la mayor conspiración entre los fanáticos de “Los Expediente X” a lo largo de los años era si Anderson y David Duchovny estaban saliendo en la vida real, lo que sugiere que la forma en que estos personajes interactúan en la pantalla se convirtió en una de las principales razones por las que los fans sintonizaban semana a semana.
Anderson recibió varias nominaciones por su interpretación de Scully, y atrajo más atención al programa después de su victoria en los premios Emmy y en los Globos de Oro de 1997 a la mejor interpretación de una actriz en un drama televisivo.
Su dura batalla contra la depresión
La actriz ha hablado abiertamente de su batalla contra la depresión. En una entrevista con The Guardian se refirió sobre lo difícil que ha sido para ella enfrentarse a su personalidad adictiva y propensa a sufrir de depresiones. “Hubo momentos en mi vida en los que estuvo realmente mal, no quería salir de casa”, reconoció. Aunque durante la entrevista no especificó qué clase de adicciones padeció, sí admitió que esta etapa de su vida duró más allá de su adolescencia, y que en la meditación encontró la llave para superar sus problemas de autoestima. “Lo físico no lo es todo y lo único que realmente importa es nuestra paz mental y cómo reaccionamos a las cosas”.
Además la intérprete reconoció que sufrió mucho la pérdida de la memoria, habilidad clave en cualquier actor, y por una posible dislexia. Algo que no ha querido comprobar por temor a que sea cierto. “Siempre he tenido miedo a averiguar si padezco o no de dislexia, porque quizá eso me frene a hacer lo que quiero hacer”, admitió. “Hay cosas que simplemente no estaban en mi cerebro. Incluso mis libros favoritos, no podría decirte de qué se trataban. Siempre ha sido así”. Aunque hablando estrictamente del plano laboral, agradeció poder recordar los guiones.
El feminismo y las canas
Gillian Anderson es también una actriz comprometida y ha sido durante mucho tiempo portavoz de diferentes organizaciones que apoyan a mujeres, niños y otras poblaciones vulnerables e incluso ha dirigido sus propios proyectos humanitarios. Además de usar habitualmente sus redes para hablar a favor de entidades como “Taught Not Trafficked”, que trabaja para terminar con la trata de personas, su apoyo y defensa de las mujeres quedó plasmado en una especie de guía feminista. “WE: A Manifesto for Women Everywhere” ( Simon and Schuster, 2017) está coescrito por Anderson y su amiga de toda la vida, la periodista Jennifer Nadel.
Ente los más destacado: su apoyo a The Trevor Project, una organización dedicada a la prevención de suicidios en la población joven LGBTIQ+; además ha prestado su imagen en campañas a favor de los derechos de los indígenas de Botswana y del Amazonas, así como a PETA y a Greenpeace. Como activista, también se ha involucrado en la neurofibromatosis, el trastorno neurológico que en 2011 se cobró la vida de su hermano menor, Aaron. Formó parte de una campaña para presionar al Congreso para desarrollar programas de concientización sobre esa condición médica en todo Estados Unidos.
También se ha sumado al debate en Hollywood sobre la paridad salarial denunciando que le costó años conseguir que le pagaran lo mismo que a David Duchovny, y también se ha manifestado contra la “atroz” presión que sufren las mujeres por su aspecto: “Es muy triste que nos avergüence envejecer. No solo lo sentimos nosotras mismas, sino que también la prensa y el público en general nos hacen sentir así por madurar, lo que contribuye a la cantidad de trabajo que las mujeres acaban teniendo”.
Hace tiempo que tiene una fantasía propia: “Cuando veo canas me alegro, y una parte de mí quiere que el pelo se vuelva totalmente blanco para salir de esa edad media en la que todavía te juzgan. Lo malo es que en el momento en que un actor toma la decisión de dejarse las canas, el panorama cambia completamente, y no quiero imaginarme lo tremendo que debe de ser dar ese paso. Tengo que asumir que, en un momento dado, deberé planteármelo. Quizá haya un periodo en el que no pueda trabajar de rubia porque no encaje con mis arrugas, y entonces necesitaré pasarme a canosa para conseguir papeles. Quizás sea tan simple como eso”.
Gillian Anderson lo tiene claro: a sus 52 años, no le preocupa el paso del tiempo. Es más, ha conseguido reinventarse con la sexóloga Jean Milburn de “Sex education”, donde sólo mantiene relaciones esporádicas de una noche e intenta ayudar a su hijo adolescente Otis a que pierda la virginidad. Su rol en la serie de la que todo el mundo habla la ha llevado a describirse en la biografía de su perfil de Instagram –donde tiene un millón de seguidores– como “especialista en polvos”.
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