Fue en 2010 cuando Sean Connery y su esposa Micheline Roquebrune fueron imputados por el Juzgado de Instrucción número 1 de Marbella por presunto blanqueo de capitales en la venta de una propiedad que el intérprete tenía en Puerto Banús, donde después se construyó un complejo de apartamentos de lujo.
En 2014, cuatro años después, la estrella fue notificada de que no enfrentaría un juicio por la venta de su mansión en 1999. Fue demolida para la construcción de 70 apartamentos que sobrepasaron la capacidad de edificación permitida en el lugar.
La causa se archivó contra el intérprete escocés, pero no fue igual para su mujer. El juez decidió continuar el procedimiento contra ella por la supuesta recalificación y venta de los terrenos, situados a escasos metros del mar.
Pese a la reciente muerte del actor, la causa contra su mujer sigue abierta y las autoridades españolas han insistido en que este caso sigue en curso.
Una fuente aseguró al diario británico The Sun que “se han enviado dos veces solicitudes formales para notificar a Roquebrune sobre la acusación de la fiscalía y el juicio, pero los funcionarios españoles aún no han recibido una respuesta”.
Al parecer, la viuda del actor no se librará de la investigación judicial. El caso fue llamado “Goldfinger” en honor a una de las películas más famosas de Connery.
La investigación dejó al descubierto un entramado urbanístico que supuestamente llevaron a cabo las sociedades By the Sea y Malibu S.A.
Las acusaciones, que Roquebrune niega categóricamente, afirman que conspiró con abogados y empresarios para ocultar ganancias de la venta de los pisos.
Los fiscales habían afirmado que estaba relacionada con una empresa española que se asoció para defraudar al fisco español por casi 5,5 millones a través de “transacciones legales ficticias”.
En tanto, Roquebrune, de 91 años, ha desestimado las afirmaciones de que se enfrenta a una millonaria multa si se la declara culpable de fraude fiscal en España. Negó cualquier participación en una estafa por la venta de la casa de la pareja en Marbella, en un caso en el que los abogados de la estrella de James Bond, Connery, fueron encarcelados en 2016.
Además de los abogados del actor, el alcalde de Marbella y seis concejales fueron encarcelados por la estafa.
Sin embargo, las autoridades españolas han insistido en que el caso “no ha desaparecido”.
A principios de esta semana, la viuda del actor reveló que el último deseo del intérprete fue que sus restos sean esparcidos en dos lugares muy importantes para él. “Vamos a llevar a Sean de regreso a Escocia, ese era su deseo final. Él quería que sus cenizas sean esparcidas en las Bahamas y en su tierra natal”, por lo cual la familia viajará apenas les resulte posible.
“Nos gustaría organizar un servicio en su memoria allá, al menos ese es nuestro deseo. Pero no podemos asegurar cuando pasará esto”, agregó Roquebrune en relación a la pandemia de coronavirus.
Roquebrune dijo que aunque la estrella había vivido en el extranjero durante muchos años, su “último deseo” era volver a casa. Será incinerado en un servicio privado en las Bahamas, lugar que eligió tras su retiro del cine, y algunas de sus cenizas serán esparcidas por la isla. El resto se llevará a Escocia cuando se alivien las restricciones por la pandemia.
El ganador del Oscar nacido en Edimburgo, que se tatuó Scotland Forever en el brazo cuando era un joven marinero, murió hace nueve días a la edad de 90 años. Según su esposa, el actor había luchado contra la demencia en sus últimos años.
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