En el emblemático cine de oro mexicano abundaron las expresiones de comedia y diversos personajes encantaron a la familia con un humor sencillo y sin mayor pretensión que la de hacer reír con situaciones chuscas, ingeniosos juegos de palabras y las bromas al modo de una época donde la inocencia era moneda corriente.
De entre los comediantes que emergieron de las carpas y luego triunfaron en otros espacios del espectáculo hasta llegar a la pantalla de cine, son Viruta y Capulina unos de los más recordados, la exitosa mancuerna cómica que sostuvieron desde sus inicios, y luego bajo el ojo del público a través de muchos años y más de 40 películas.
Sin embargo, poco saben que aquel par de artistas de la comedia llegó a enemistarse gravemente al final de sus carreras artísticas, al grado de no dirigirse la palabra y terminar como perfectos desconocidos.
Ambos histriones comenzaron sus colaboraciones en conjunto en 1956 en el programa de la emblemática XEW Cómicos y canciones, donde su talento los logró destacar y proyectar una carrera que llegó al teatro, los centros nocturnos y la televisión, además de sus recordadas películas “de humorismo blanco”, como por años fueron etiquetadas.
Con la convivencia diaria vino la amistad y el compadrazgo: Marco Antonio Campos Viruta apadrinó a Antonio, el segundo hijo de Gaspar Henaine Capulina. Era tal la admiración que Viruta sentía por el creador de la frase “No lo sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe, tal vez…” que escribió el guion de la película Cascabelito para resaltar las dotes histriónicas y la simpatía de Capu:
“Aunque tú no lo creas, yo soy el más ferviente admirador de mi compañero, y después de muchas horas de escribir y escribir, logré terminar un argumento cinematográfico al que le puse el nombre del aludido payasito, dedicándoselo a Capulina para que si algún productor se interesaba en él, poder firmarlo, cosa que ocurrió cuando Producciones Galindo se interesó”, contó Viruta al diario El Universal en una charla publicada el 8 de abril de 1962.
Incluso la amistad estaba tan afianzada que los dos comediantes pensaban asociarse en una productora cinematográfica que llevaría por nombre Vica, una conjunción de los dos sobrenombres que les habían dado fama.
Ya a inicios de 1964 se rumoraba una separación del dúo, sin embargo su gira internacional por San Francisco, Los Angeles, Chicago, Nueva York y Las Vegas acallaría los chismes, pese a que la prensa aseguraba que el final de su colaboración estaba cerca.
En agosto de 1965 apareció en el mismo diario la noticia de la separación: “Ahora sí será hasta el 31 de diciembre próximo, cuando definitivamente se rompa la sociedad cómico-mercantil que tenían amarrados a Gaspar Henaine y Marco Antonio Campos, mejor conocidos como “Viruta y Capulina”, en virtud de que hasta esa fecha dejarán cumplidos los contratos que tenían firmados anticipadamente. Después de ese rompimiento definitivo, cada quién jalará por su lado según la propia expresión del gordito Capulina”.
Tras dedicarse cada uno a dar shows por su cuenta, a un año de su separación, en abril de 1967, los actores ya estaban pensando en reunirse pues sus actuaciones por separado no habían resultado del todo exitosas y la gente pedía verlos juntos.
Fue así que en 1967 y 1968 se estrenaron Un par de robachicos y Dos pintores pintorescos, películas que marcaron el retorno de la popular pareja cómica. Sin embargo, no volvió a ser lo mismo y poco a poco la relación se fue desgastando. La gota que derramó el vaso fue cuando a Viruta y Capulina les ofrecieron realizar un programa en solitario cada uno, siendo el de Gaspar el más exitoso, motivo que provocó la envidia de Marco Antonio.
“La gente pensó que la separación de Viruta y Capulina fue o por romance de alguna mujer, o por más dinero, o por pleito entre nosotros dos. Trabajábamos muy a gusto para el idioma infantil, entonces nos dábamos de pastelazos, nos pegábamos, y la gente se reía, entonces, el señor Riveroll del Prado, director de publicidad, quien nos había contratado, empezó a decirnos que no quería que se hiciera famoso el pastelazo, que por favor le bajáramos un poco, que no nos pegáramos, y el rating empezó a bajar. Fue cuando vinieron a contratarme a mí para que trabajara en una película solo”, narró Gaspar Henaine hace más de una década al programa Historias engarzadas.
“Fue cuando mi compadre me decía ‘ya vas a trabajar solo, qué va a pasar’, y empezamos a discutir; fuimos a publicidad, y nos dijeron: ‘bueno, ¿quieren programas? ,vamos a darle un programa a Viruta, que es tan importante como Capulina, a cada uno vamos a darle programa aparte’. Entonces, los 13 programas de Viruta no llegaron a 13, sino a 9, entonces le cancelaron su programa y el mío siguió...y les dije: ‘no voy a seguir con los mil pesitos otros 13 programas más, a mi me van a dar los 10 mil pesos que le dan a ‘Viruta y Capulina’, es más, no quiero 13 programas, quiero un año’; me dieron el año, fue cuando mi compadre, lógicamente, tiene toda la razón mi compadre, se enojó”, agregó en el programa de TV Azteca.
El rencor que sintió Viruta fue tal que cuando falleció su esposa, no le permitió la entrada al velorio a María Elena, esposa de Capulina; la señora después relató que el entonces viudo se enojó y aventó sus flores sacándola violentamente de la capilla.
Aquel episodio fue considerado por Gaspar Henaine como el final de la amistad y el compadrazgo: “Sí fue dolorosa (la separación) realmente sí me lastimó mucho, me lastimó más que él me dejara de hablar; luego nos veíamos en la ANDA y él llegaba y se iba para otro lado; y dije yo ‘bueno, qué va a pasar’... yo quería hablarle”, recordó el cómico en la emisión.
Cuando se separó de Viruta, Capulina continuó con éxito filmando algunas películas donde incluso Roberto Gómez Bolaños colaboró como guionista. A finales de la década de los 80 su personaje fue llevado a la televisión con el sitcom Las aventuras de Capulina, que también llegó a otro clásico mexicano: las historietas.
El 19 de febrero de 1996, día en que Viruta falleció mientras lo operaban del corazón, Capulina tenía un problema de ácido úrico que le impidió asistir al velorio, pese a que tenía pensado ir a despedir al que fue su amigo durante años; sin embargo, pensó que fue lo mejor que pudo haber pasado pues tiempo después se enteró que Marco Antonio había dejado instrucciones de que no lo dejaran entrar a su velorio.
Gaspar Henaine falleció el 30 de septiembre de 2011 por un paro cardiorrespiratorio, fue hospitalizado debido a una obstrucción intestinal por náuseas y vómitos que se complicó con un cuadro de neumonía.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: