Este sábado se dio a conocer que Sean Connery falleció a los 90 años. Aunque fue el primero en darle vida a James Bond, y muchos lo consideran el mejor intérprete del icónico espía, el actor tuvo una relación de amor y odio con este personaje.
De acuerdo con un artículo de The Guardian, Connery hizo “Dr. No” en 1962 cuando los productores Harry Saltzman y Cubby Broccoli lo eligieron para ser la primera versión del agente 007. No obstante, Connery expresó que nunca logró simpatizar con el agente secreto.
“Solamente he leído dos libros de Bond; encontré a Ian Fleming mismo mucho más interesante que su escritura”, explicó.
No obstante, el actor pudo adaptarse al personaje muy fácilmente, y reconoció que esto le trajo fama y la seguridad financiera con la que siempre había soñado. Pero esto no evitó que en 1964, cuando estaba rodando “007 contra Goldfinger”, comenzara a hablar mal del personaje que había traído a la vida.
“Elimina los toques exóticos y ¿qué tienes? Un policía inglés aburrido y prosaico”, fue como Connery describió a su personaje.
Siete años después del primer filme, Connery fue sustituido por George Lazenby para “Al servicio secreto de Su Majestad”, un filme que no tuvo mucho éxito. Entonces, Connery volvió a aparecer como una opción y lo que lo convenció de seguir con la saga, fue el poder fungir como productor para dos películas de su elección, además de un aumento en sus ganancias. Con este contrato, el intérprete donó mucho de su fortuna a su fundación Scottish International Educational Trust.
Fue entonces que regresó como Bond por sexta vez en su carrera en “Los diamantes son eternos”. Pero a 10 años de haber interpretado el personaje, Connery ya estaba harto y evidenció que había sufrido en películas anteriores debido a las decisiones que los productores habían tomado.
“Se puede hacer si hay dinero en juego. Me había jodido demasiado en otras películas de Bond. Hay tanta mierda que proviene de las malas decisiones que se toman en la cima. Admiro la eficiencia: como ver un buen caballo de carreras o la forma en que trabaja Picasso: donde todo funciona perfectamente dentro de su capacidad. Pero hablar con algunos de estos magnates al respecto es como tratar de describir a alguien que nunca ha hecho ejercicio lo que es sentirse en forma cuando hace ejercicio. No entienden”, expresó.
Además, fue muy crítico de Saltzman y Broccoli, a quienes tachó de envidiosos y productores fallidos.
“No están exactamente enamorados el uno del otro. Probablemente porque ambos están sentados en cincuenta millones de dólares o libras y se miran a través del escritorio y piensan: ese cabrón tiene la mitad de lo que debería ser todo mío”, agregó en su entrevista con The Guardian en 1971.
Ese año declaró que esa sería la última vez que interpretaría a Bond, y que sabía que las películas continuarán, pero no sabía quién lo sustituiría.
No obstante, solamente una de sus predicciones se hizo verdad, Roger Moore lo sustituyó como el tercer James Bond en las siguientes seis películas. Pero se equivocó al predecir que no daría vida al espía otra vez, ya que en 1983 regresó en el filme llamado (irónicamente) “Nunca digas nunca jamás”.
En 2004, la revista The Observer reportó que el actor estaba tan cansado de escuchar la mención del famoso agente, que declaró que le hubiera gustado asesinarlo: “Siempre odié a James Bond, me gustaría matarlo”.
Pero su hartazgo llegó a tal punto, que el nombre del espía ya no podía ser mencionado cuando él estaba presente, según expresó uno de sus amigos más cercanos, Michael Caine.
“Era, y es, un actor mucho mejor que interpretar a James Bond, pero se convirtió en sinónimo de Bond. Caminaba por la calle y la gente decía: ‘Mira, ahí está James Bond’. Eso fue particularmente molesto para él”, describió Caine en un libro de 2009.
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