La nueva y espectacular película de Disney ya no es una animación como fue su original historia de 1998. En aquel entonces, 22 años atrás, fue un dibujo que causó sensación y que dejó con sabor a poco a sus fanáticos que querían más versiones de esa guerrera defensora de un imperio. Mulán volvió más de dos décadas después, pero encarnada en Yifei Liu, una actriz que no deja dudas sobre su talento y destreza sobre los diferentes escenarios.
Esos escenarios son hoy en día fruto de una controversia internacional. Muchas de las escenas de Mulán fueron grabadas en Xinjiang, el epicentro de la violación sistemática de los derechos humanos por parte del régimen chino. La locación, en sí, no guarda ningún reproche. Sin embargo, fueron varios analistas y medios internacionales los que advirtieron que sobre el final de la megaproducción de 200 millones de dólares se explicitaba lo que podría considerarse un exceso por parte de los productores. “Un escándalo”, en palabras de The Washington Post.
Es que los realizadores no tuvieron mejor idea que agradecer al Partido Comunista Chino (PCC) y a las autoridades regionales por prestarles las escenografías. También se mostraron complacidos con los medios propagandísticos de Beijing por el apoyo dado durante su estadía en el lugar. El PCC y los mandamás de Xinjiang son blanco de denuncias internacionales por violaciones a los derechos humanos. ¿Complicidad, torpeza o descuido?
“Hay un lado oscuro en esos paisajes. Disney filmó Mulán en regiones de China. En los créditos, Disney ofrece un agradecimiento especial a más de una docena de instituciones chinas que ayudaron con la película. Estos incluyen cuatro departamentos de propaganda del Partido Comunista Chino en la región de Xinjiang, así como la Oficina de Seguridad Pública de la ciudad de Turpan en la misma región, organizaciones que están facilitando crímenes contra la humanidad”, escribió en su columna Isaac Stone Fish.
Por su parte, agencias internacionales advirtieron sobre el boicot que está en marcha en repudio por la supuesta complicidad de los productores con agentes del régimen. El remake se enfrenta a nuevas llamadas de boicot después de que surgió que algunas de las escenas del asegurado éxito de taquilla fueron filmadas en aquella región china, donde se han documentado ampliamente abusos generalizados contra los derechos de la población musulmana de la región.
Grupos de derechos humanos, académicos y periodistas han denunciado una dura represión contra los musulmanes uigur y kazajo en Xinjiang, incluidos internamientos masivos, esterilizaciones forzadas, trabajo esclavo, así como intensas restricciones religiosas y de movimiento.
Fish, miembro además de la Asia Society, dijo que la producción era ahora “posiblemente la película más problemática de Disney” desde Song of the South, una glorificación de 1946 de la vida en las plantaciones antes de la guerra que la compañía ha retirado desde entonces.
Badiucao, un artista chino disidente que vive en Melbourne, dijo que actualmente está trabajando en una nueva caricatura que retrata a Mulán como un guardia en uno de los campos de internamiento en Xinjiang para satirizar la nueva megaproducción. “Es muy problemático y no hay excusa. Quiero decir, está claro, tenemos toda la evidencia que muestra lo que está sucediendo en Xinjiang“, dijo.
“Más de un millón de musulmanes en Xinjiang, la mayoría de la minoría uigur, han sido encarcelados en campos de concentración. Innumerables personas han muerto. Las campañas de esterilización forzada han provocado que la tasa de natalidad en Xinjiang haya caído en picada aproximadamente un 24 por ciento en 2019″, remarcó Fish en su fulminante editorial.
El columnista del prestigioso periódico estadounidense continuó: “¿Por qué Disney necesitaba trabajar en Xinjiang? No era necesario. Hay muchas otras regiones de China, y países de todo el mundo, que ofrecen el paisaje montañoso de gran belleza presente en la película. Pero al hacerlo, Disney ayuda a normalizar un crimen contra la humanidad”.
Otro de los que llamaron al boicot de la película fue el defensor de los derechos humanos y líder prodemocracia de Hong Kong, Joshua Wong. “Esta película se estrenó. Pero debido a que Disney es complaciente con Beijing y debido a que Liu Yifei abierta y orgullosamente respalda la brutalidad policial en Hong Kong, insto a todos los que creen en los derechos humanos a boicotear [la película] Mulán”.
Mulán y la pandemia
La producción de 200 millones de dólares sobre la legendaria guerrera china estaba prevista para llegar a la gran pantalla en marzo, pero fue una de las primeras víctimas de la pandemia, lo que obligó varios atrasos que llevaron a descartar un estreno en cines.
El mes pasado, aún sin saber cuándo sería seguro regresar a las salas y todavía alejado de la polémica por sus agradecimientos, Disney sacudió la industria –y al propio elenco de la película– al anunciar que Mulán se estrenaría en su lugar en las pantallas de los hogares. “La decisión de que saliera en Disney+ causó un gran choque para muchos de nosotros”, dijo el actor Jason Scott Lee, que interpreta al villano principal de la película, añadiendo que la producción estaba “destinada a ser vista” en la pantalla grande.
“Al principio fue devastador”, dijo a la agencia de noticias AFP Tzi Ma, que interpreta al padre de Mulán. “Pero después de un día más o menos, pensé en el lado positivo... con COVID-19, nuestras responsabilidades crecen. Queremos mantenerlos a todos seguros”.
Además de las preocupaciones sobre la salud del público, Disney conduce un experimento de visualización en demanda que puede alterar dramáticamente la forma en que la gente ve películas. Aunque Disney ha producido varias películas para consumo casero, nunca lo hizo con una producción de este tamaño, y Hollywood observa con nerviosismo.
El fichaje de Liu Yifei llegó después de una casting internacional para dar con una actriz que encarnara el espíritu de Hua Mulán de una manera más madura y combativa que la versión de dibujos animados de 1998.
Disney ha tratado de respetar al máximo la cultura y la tradición chinas en la nueva película que, lejos de ser una mera adaptación, entrega más oscuridad y misterio que su predecesora. Para acercarse al público asiático el guion ha cambiado. El famoso dragón no habla porque sería considerado una falta de respeto para una imagen tan importante en su tradición.
También se prescindió de ciertos personajes para evitar una relación amorosa entre un hombre mayor con autoridad sobre una joven y las relaciones de poder dan más peso a los papeles femeninos. La trama se despoja de su parte más musical para dar más peso a las escenas de combate y acción, grabadas en escenarios imposibles. Tan imposibles, quizá, como innecesarios sus agradecimientos.
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