La película carecía de cualquier rigor histórico, pero se convirtió en un fenómeno de la cultura pop gracias a la pequeña prenda con la que Raquel Welch lució su figura.”¡El primer bikini de la humanidad!”, anunciaba una de las frases para publicitar One Million Years B.C. (Hace un millón de años).
El póster de la película con Welch en su máximo esplendor se vendió por millones.
No importaba que la producción pusiera en un mismo (e imposible) escenario a hombres del paleolítico junto a dinosaurios, o que Welch apenas tuviera tres líneas de diálogos. Fue aquella pequeña prenda de piel la que se llevó toda la atención.
Era 1966 y Welch -nacida el 5 de septiembre de 1940- era ya madre de una niña y un niño. También se había divorciado de su primer esposo, de quien adoptó el apellido que le dio fama.
Aunque tenía trabajos previos, incluso junto a Elvis Presley, aquella película le dio fama y el estatus de “sex symbol” que jamás la abandonaría, no sin algunos prejuicios a su alrededor.
En su libro biográfico Raquel: beyond the cleavage, la actriz reconoció que aun cuando no estaba del todo cómoda con la etiqueta, tampoco pensó en oponerse a la imagen de “sex symbol” en la que de súbito quedó encasillada.
“Estaba feliz de haber irrumpido para poder tener mi carrera, pero al mismo tiempo era como: ‘Esta no soy yo. Pero esto es lo que tengo que hacer porque este es mi boleto’. No estaba en condiciones de decir simplemente: ‘Oh, no, espera un minuto. Lo entendiste todo mal. Me gustaría hacer Shakespeare. Sentí que me estaban manipulando y las cosas se movían sin mi consentimiento, pero también estaba tratando de calcular, porque no soy estúpida”.
Tampoco tenía muy claro cuál sería su camino en la industria. “Cuando llegué por primera vez a Hollywood estaba muy claro que ninguna actriz tenía hijos. Así que realmente no sabía qué curso tomaría mi carrera”. Sobre aquella famosa película, Raquel recordó: “En parte fue muy halagador y divertido. La otra parte fue realmente aterradora”.
En una época donde Brigitte Bardot, Claudia Cardinale y Sophia Loren eran las diosas del cine europeo, Raquel se hizo de su propio lugar en Estados Unidos como una de sus más sensuales estrellas, ya sin Marilyn Monroe y con la época de gloria de Ava Gardner y Rita Hayworth muy lejana.
Jo Raquel Tejada, tal su verdadero nombre, había nacido en Chicago, hija de la inglesa Josephine Sarah Hall y el ingeniero aeronáutico boliviano Armando Carlos Tejada Urquizo. Aunque no muchos lo sepan en el mundo del espectáculo, es prima de Lidia Gueiler Tejada, la primera mujer en llegar a la Presidencia de Bolivia, en 1979.
“Creo que cuando tienes ascendencia anglosajona y latina, tu lado hispano prevalece. Tiene que ver con tu temperamento y con tu esencia”, confesó una vez. “Creo que era más sensual que muchas de las chicas de mi escuela. No creo que tenía nada especial pero podía ver que tenía algunas cosas en mis cromosomas, notaba claramente la sangre de mi padre”.
Ya de grande, se lamentó no haber aprendido a hablar en español porque su padre prefería que se hablará en inglés en su casa. “Creo que el idioma es muy importante para nuestra identidad y no poder hablarlo siento que me aisla de esa parte de mí. Sin embargo, me siento muy hispana. Mi esencia es latina”.
En retrospectiva, podría afirmarse que Welch fue la primera sex symbol latina de Hollywood.
Sus años de esplendor fueron en las décadas de los 60 y 70, cuando su presencia era constante en la pantalla grande, con algunos títulos destacados como Bedazzled, Barba Azul, El Príncipe y el Mendigo y Animal.
Welch pronto se dio cuenta que el ser un símbolo sexual de Hollywood “tenía algo de poder adjunto, por lo que me volví adicta a esa parte”.
“No me malinterpretes”, explicó a la revista People en junio de 1976. “Me encanta ser un símbolo sexual de fama mundial. Pero si eres un artista, te gusta usar todo tu instrumento. Como he tenido muchos papeles estúpidos, los revisores han decidido que soy estúpida. Eso duele. Siempre pensé que tenía un verdadero talento para la comedia musical, pero cuando intenté vender la idea de un musical de Raquel Welch, la gente se rió. Así que decidí hacer un show en vivo y mostrarles a todos que era más que una caja registradora con glándulas”.
Como le ha ocurrido a infinidad de actrices en la industria del cine, el paso del tiempo también comenzó a preocuparle.
“Ser un símbolo sexual que envejece no es exactamente un picnic”, admitió ante Oprah Winfrey. “Si te llaman vieja, sientes que se acabó”.
Y, de hecho, la carrera de Welch se apagó durante décadas por un asunto relacionado con la edad, pero también con su temperamente para pelear por lo suyo.
En una época donde era prácticamente impensable que una actriz alzara la voz ante alguna injusticia, Raquel emprendió en 1981 una demanda por USD 24 millones al ser despedida de la película Cannery Row por ser considerada demasiado “vieja” para el papel en la adaptación de la novela de John Steinbeck.
La actriz, ya en sus 40, fue despedida por MGM bajo el argumento de que Raquel insistía en peinarse y maquillarse en su casa en lugar de en el set de filmación.
Según los estudios, eso implicaba una violación de su contrato de pago USD 250.000, así que de inmediato fue reemplazada por Debra Winger, entonces de 25 años.
Raquel aún estuvo dispuesta a negociar si le ofrecían otro papel, pero como eso no ocurrió, inició la demanda por incumplimiento de contrato.
“Lo que hicieron fue utilizarme para conseguir financiación para la película, luego me dejaron por Debra, tal como habían estado planeando todo el tiempo”, declaró Welch a The Hollywood Reporter hace cinco años. “La parte realmente maquiavélica de esto es que Debra y yo estábamos representadas por la misma agencia”.
El juicio resultó favorable para la actriz, quien alzó ambas manos en señal de triunfo, pero solo siete años después quedó zanjado el asunto por completo, cuando la corte de apelaciones confirmó el fallo en el “caso de despido por mala fe” y le otorgó USD 10 millones.
El resultado a largo plazo, sin embargo, no fue el que la actriz deseaba.
“Necesitaba limpiar mi nombre”, comentó a The Hollywood Reporter. “Pero desde entonces, nunca he protagonizado una película importante. Ese no es el resultado que estaba buscando”.
Y es que en casi cuatro décadas (desde aquel 1981), Welch apenas registró ocho trabajos en cine, incluidas las comedias Legalmente Rubia y Cómo ser un latin lover.
Aun con 80 años, el estatus de sex symbol parece no abandonarla, aunque tampoco los estereotipos alrededor.
En su biografía se refirió a la errónea idea de la gente acerca de que habría tenido infinidad de encuentros sexuales.
“El sexo es grandioso, por supuesto, pero para mí el sexo es una expresión de la relación y los sentimientos que tienes por alguien más. Si eso no está funcionando... se empieza a arruinar todo...”.
Si bien se ha casado cuatro veces, tampoco gustaba de ser una estrella pasando de un romance a otro. “Soy más seria que la mayoría de las reinas sexies de Hollywood”, comentó a People en 1976. “Nada de romances alocados. La gente que entra y sale de mi vida no es mi estilo “. Mientras que en su biografía escribió: “Todos los hombres de los que realmente me he enamorado han reaccionado hacia mí y me han hecho sentir como que soy una persona y no como que se irán a la cama con Raquel Welch. Soy un ser humano, me pongo mis tacones uno a la vez”,
El único consejo que puede darle a las mujeres sobre la edad es “que dejen de tenerle miedo, porque es solo un capítulo más en la vida. No es hora de que te rindas. No sigas comparándote... Al igual que mantienes tu hogar, tu automóvil, tu jardín, debes cuidar tu mayor regalo: tu cuerpo”.
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