María Isabel Anita Carmen de Jesús era mejor conocida como Chavela Vargas. Ella nació el 17 de abril de 1919 en San Joaquín de Flores, en Heredia, Costa Rica. Fue una mujer que desafió hasta el lugar en el que nació, ya que una de sus frases más célebres es: “¡Los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana!”.
El país que la vio crecer y la familia que la crió, le dieron la espalda. Al principio, la intérprete era una niña solitaria a la que no le gustaba jugar con muñecas, pero le encantaba cantar.
De acuerdo con el documental “Chavela” de 2017, la compositora Marcela Rodríguez explicó que cuando sus padres se dieron cuenta de que Vargas era una “niña-niño”, la rechazaron.
Al separarse sus padres, ninguno se quiso hacer cargo de ella, por lo que la mandaron a vivir con unos tíos y esto la llenó de coraje. Así decidió que se iría de ese país que tanto daño le hizo y huiría a México.
“Todo mundo sueña con México. Es México el que te atrae con su música. Yo soñaba con un paraíso que se llamaba México. Y México me enseñó a ser lo que soy, pero no con besos ni abrazos, sino a patadas, a manazos. México me agarró y me dijo ‘te voy a hacer mujer criada en tierra de hombres. Te voy a enseñar a cantar’”, contó.
La cantante que hoy cumple ocho años de haber fallecido buscó hacer las cosas a su manera, desde cantar música mexicana y amar a las mujeres más famosas pertenecientes al espectáculo y a la clase política de sus tiempos, hasta vencer el alcoholismo a su manera.
En este mismo filme, la cantante explicó que en un principio ella se presentó de la forma más femenina que era esperada en una mujer, sin embargo, esa estrategia no le sirvió para conquistar al público.
“Primero me presenté vestida de mujer, como toda mujer, con el pelo largo, con maquillaje, con tacones y no di una. Vestida de mujer pasé a travesti, la verdad”, narró la cantante en el documental.
Pero no solamente no convenció a la audiencia, sino que tampoco se convenció a ella misma de estar en el atuendo indicado, pues incluso los vestidos strapless le incomodaban sobremanera. Esto la llevó a optar usar pantalones, un escándalo para la década de los 50, y ropa masculina, decisión que desafió los estándares en un país machista y la elevó hacia la historia.
Su carrera despegó realmente después de que José Alfredo Jiménez la descubrió en una cantina de la Ciudad de México. Después, estos lugares se convertirían en su escenario y su lugar de esparcimiento, en donde ambos vaciaban los inventarios de alcohol.
Además de desafiar los estándares de la música mexicana y ser alabada por esto, la cantante fue una mujer lesbiana que, de acuerdo a los rumores que ella nunca confirmó, conquistó a mujeres tanto actrices, como esposas de políticos.
“Lo que duele no es ser homosexual, sino que lo echen en cara como si fuera la peste. Hace falta tener mucha ponzoña en el alma para lanzar cuchillos sobre una persona, sólo porque sea de tal o cual modo. Pero nunca he temido el que dirán, cada uno hace su chingada como mejor le parece”, le dijo a la agencia EFE.
Su relación más famosa fue con la artista surrealista Frida Kahlo, quien la impactó desde la primera vez que la vio.
“Un amigo pintor me había invitado a una fiesta que hacía Frida con Diego (Rivera, su pareja), y allí fuimos. Y el sólo verla, con esas cejas de golondrina, esos ojos… Me quedé en su casa varios días. Yo le cantaba a Frida por las mañanas; estábamos como arrobadas la una con la otra. Hasta que cierta vez le dije que me iba. Ella se puso triste pero me dijo que no podía y no quería atarme a sus muletas ni a su vida. Así que un día abrí la puerta nomás y me fui”, describió Vargas en el documental.
Vargas también estuvo sumida en el alcoholismo por 20 años. Las noches de parranda con Jiménez, Agustín Lara y sus tragos antes de salir a escena le cobraron factura. Después de mucho tiempo de recibir botellas que se acababa en el momento, dejaron de contratarla para cantar y ella se retiró de los escenarios.
En su retiro se fue a vivir a Tepoztlán, Morelos, en donde dijo que los dioses náhuatl y los chamanes la ayudaron a curarse. En 1993 regresó a los escenarios y esto se escuchó hasta España, a donde fue llamada. Allá recibió la medalla de Oro en la Universidad Complutense de Madrid y participó en “Kika”, “La flor de mi secreto”, y “Carne Trémula”, de Pedro Almodóvar.
Fue el director quien le ayudó a llegar al teatro Olympia, en París. Almodóvar le hizo la publicidad y las gestiones para que la cantante fuera escuchada en tierras galas y el día de su debut el lugar estaba lleno.
Después regresó a México para presentarse en Bellas Artes y participó en “Frida” de Julie Taymor y “Babel”, de Alejandro González Iñárritu. Su carrera vivió otros 20 años.
El 30 de julio de 2012 Chavela Vargas fue internada por problemas crónicos en el corazón, pulmones y riñones. Ella no quiso ser entubada y falleció unos días después, el 5 de agosto en Cuernavaca, Morelos.
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