Maite Perroni saltó a la fama con el personaje de Lupita Fernández en la telenovela juvenil “Rebelde”. Desde ese momento su carrera se ha elevado y ha protagonizado películas, telenovelas.
Perroni comenzó a estudiar actuación en el Centro de Educación Artística (CEA) de Televisa a los 19 años. En 2003 se graduó de ahí y un año después tuvo su debut actoral con el remake del show argentino “Rebelde Way”, que en México fue producido por Pedro Damián.
A lo largo de dos años Anahí, Dulce María, Alfonso Herrera, Christian Chávez, Christopher Uckermann y Perroni conquistaron a los espectadores de Latinoamérica con sus respectivos personajes.
Sus 16 años de experiencia en la actuación la llevaron a nuevas experiencias, después de dejar al grupo musical atrás tuvo roles protagónicos en la televisora en distintas telenovelas.
Pero fue el año pasado cuando definitivamente dejó atrás a la dulce y tímida integrante de RBD, ya que fue parte del elenco de la serie de Amazon Prime Video, “El juego de las llaves”.
Ahí interpretó a Adriana Romero, una mujer casada que, junto con su esposo y las parejas amigas, decidieron ser swingers e intercambiar a sus parejas entre sí. En esta faceta, la actriz mostró un lado nuevo y que seguramente le ayudó a la transición hacia su personaje más reciente.
Ahora es la estrella del nuevo proyecto de Netflix llamado “Oscuro deseo”, junto a Alejandro Speitzer. En esta producción de la plataforma de streaming y Argos, Perroni interpreta a una mujer de 40 años (la actriz apenas tiene 37), de nombre Alma.
Alma es una abogada, madre y una mujer fuerte, pero que termina sexualmente involucrada con uno de sus alumnos, Darío (Speitzer), quien es 15 años menor que ella. Las íntimas escenas hacen de este personaje alguien muy distinto a quien Perroni le ha dado vida a lo largo de su carrera.
“En este caso, más allá de exponer la sexualidad de Alma, mi personaje, es dar vida a una mujer que tiene estructura, pensamiento y un discurso que habla de los derechos de la mujer. Además es catedrática, pero que finalmente termina enredada en sus propias palabras al actuar bajo un instinto tan básico como es el deseo sexual. En la estructura de mi personaje el pecado no es el sexo, sino su propio discurso y las incongruencias de sus actos que van generando enredos cada vez más complejos”, compartió la actriz a la revista Quien.
La cantante vio las escenas íntimas como parte de la historia que se trata de contar, y algo normal. Pero, para rodar las escenas tuvo que haber complicidad con el equipo de grabación, y por su puesto, con Speitzer.
“Lo importante es hacer equipo con mis compañeros, con producción y con dirección. No quisiera que el peso de la serie se fuera únicamente a lo sexual porque, si bien es algo que detona mucha de la trama, lo que importa es normalizar la sexualidad. Como espectador no hay que juzgar las escenas de sexo, sino gozarlas como algo de la trama, porque el sexo existe y forma parte de todos”, explicó.
De acuerdo a lo que compartió con la publicación mexicana, de su primer papel quedaron solamente las lecciones profesionales que le dio la oportunidad de aprender.
“Fue el inicio y el punto de partida de una carrera que me ha hecho muy feliz. Fue el mejor regalo que pude tener a mis 20 años, pero a partir de ahí se fueron dando otros proyectos que han llevado a hacer este tipo de cosas. De ella (Lupita) aprendí mucho”, agregó.
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