Durante mucho tiempo, el racismo en México ha sido un tema tabú.
En pleno siglo XXI, las tiendas departamentales venden cremas blanqueadoras de rostro. Los protagonistas de las comedias románticas siempre son caucásicos. En las conversaciones familiares resuenan los dichos “¡no seas indio!”, “vas a mejorar la raza”, o “¡está prietito, pero bonito!”. En las escuelas, los niños se llaman “negro”, “prieto”, “indio” o “quemado”. Y en las oficinas, se niega el ascenso a una persona por su color de piel.
Sin embargo, a la hora de admitir que el racismo sigue presente en México, todo el mundo se desmarca.
“La gente no lo identifica, nadie quiere ser el malo de la película, por lo tanto, nadie quiere aceptar que es racista y clasista", explicó el reconocido actor, Tenoch Huerta, en entrevista con Infobae México.
“Hay gente que llega a decir, ‘es que en México no hay negros, pues entonces no soy racista’, olvidando que el 10% de nuestra población es afrodescendiente. Entonces, imagínate el grado de racismo que hay, que ni siquiera lo aceptamos. Ni el más supremacista de los racistas norteamericanos se atrevería a decir que en EEUU no hay racismo. Y aquí, en México, todo el mundo lo niega”, añadió.
Para Tenoch Huerta, conocido por sus papeles en producciones de éxito como Narcos México o Días de Gracia, el país tiene que abrir los ojos y admitir que el racismo no solo existe, sino que se ha normalizado; e impide injustamente el desarrollo educativo, profesional y social de millones de mexicanos, tal y como demuestran numerosos estudios.
Así lo reflejan, por ejemplo, los datos recabados por el Colegio de México (Colmex) en su análisis “Color de Piel”, que se basa en encuestas elaboradas por Inegi y EMOVI para “entender el papel que juega el color de piel en la vida de los mexicanos”. Y las conclusiones del informe son claras: el nivel socioeconómico, la riqueza y los ingresos son mayores entre los mexicanos de tez blanca.
“El racismo es un sistema completo que te niega las posibilidades de desarrollo, que te oprime y que te limita”, denunció el actor. “No lo digo yo, hay estudios, hay mucha literatura de académicos mexicanos. La piel más oscura representa menor nivel de ingresos y menores oportunidades para ascender en el trabajo".
El intérprete ganador del Premio Ariel nació en la Ciudad de México hace 39 años, y creció en las calles de Coacalco, en el Estado de México. Tiene origen Purépecha, por parte de su abuela paterna, y Nahua, por su bisabuela materna. Al igual que la gran mayoría de mexicanos de piel morena, ha vivido situaciones racistas.
“En mi vida me ha pasado un montón de veces. Desde que te sigue el de seguridad todas las veces que estás en el centro comercial, y te piden revisar el ticket para ver si lo que tengo en la bolsa se corresponde con lo que pagué... Esas cosas son el pan nuestro de cada día”, contó.
Sin embargo, a diferencia de muchos, a él no le da miedo aceptar que en ocasiones también ha estado del otro lado, y ha sido racista, aunque fuera sin pretensión de hacer daño, o de forma inconsciente. Y es que a veces, el discurso está tan interiorizado, que es difícil darse cuenta de que lo reforzamos.
“Yo he hecho comentarios de ‘te bajaron del cerro a tamborazos’. No lo digo con mala intención, pero es profundamente racista. Todos lo hacemos. Yo he sido racista. Yo he sido clasista. De niño, cuando jugaba con mis amiguitos en la calle, salíamos a jugar al campo y si olía feo decíamos ‘huele a indio’, ‘huele a indio’. Entonces, yo creo que el problema no es aceptarnos o asumirnos como racistas o clasistas, sino más bien corregirlo. Hacernos responsables de eso y decir, ‘sí, lo he hecho’, y ahora, ¿qué hago para cambiarlo? Creo que eso es lo bonito”.
El entretenimiento en México: una maquinaria de discursos racistas
Desde que comenzó en el mundo de la actuación, Tenoch Huerta ha dado vida a pandilleros, como en Nesio (2008); a prisioneros, en Get the Gringo (2012), con Mel Gibson; o a narcotraficantes, como en la famosa serie de Netflix, Narcos México (2018), donde da vida al capo mexicano Rafael Caro Quintero. Personajes que le han hecho alcanzar el éxito en su profesión, pero que también reflejan el racismo sistemático de la industria del entretenimiento.
“Yo me atrevería a decir que el 80% de mis personajes son de la marginalidad. De mundos sórdidos y violentos”, dijo el actor.
Esto no se debe sólo a un problema en la asignación de papeles, sino también al racismo latente en el discurso, es decir, en las historias que contamos.
“Cuando hablamos de la clase alta, siempre son comedias románticas donde todos son caucásicos, donde todos son buena onda, se esmeran y logran sus objetivos en la vida. Siempre se trata de aspiraciones cuando hablamos de los blancos y de la clase alta. Pero cuando hablamos de los morenos de la clase baja, entonces, siempre son los monstruos violadores asesinos", denunció el actor.
“Desde el discurso, ya no sólo en la asignación de personajes, sino en qué historias contamos, estamos hablando de un racismo profundo. Si es indígena a huevo tiene que ser una historia de inmigración. Y si es moreno, a huevo tiene que ser historia de pobres. ¿Cómo vamos a poner al moreno en la comedia romántica?, ¿Dónde se ha visto eso?", añadió con sarcasmo.
Esta práctica, por supuesto, no es exclusiva del cine. Aunque según datos del Inegi, el 70% de la población en México es morena, en la publicidad, en los noticieros, en los shows, e incluso, en el teatro, dominan los modelos, actores y periodistas caucásicos.
“El año pasado fui a los premios Metro, que son los Premios Metropolitanos de Teatro. Cuando encendieron las luces en el intermedio, descubrí que éramos solamente cinco o seis morenos. Se supone que es lo más representativo del teatro mexicano. Imagínate, en lo más representativo del teatro mexicano, solamente hay cinco o seis morenos", recordó Tenoch Huerta.
Sin representatividad, sin diversidad, sin actores morenos, con papeles estigmatizados e historias marginales, se construye racismo. Y aunque el intérprete reconoce que le han recriminado haber participado en esos proyectos del cine hegemónico, él defiende que es necesario romper el techo de cristal, y aprovecha su fama para pedir que se creen nuevas historias.
“Hay gente que me dice, ‘no hubieras hecho esas películas, es incongruente'. No, si no hago esas películas no tengo trabajo. Primero tienes que meterte al sistema para poderlo cuestionar. Y que se generen historias. El asunto es que se generen”.
A pesar de la falta de estas narraciones, asegura que en la industria siempre se ha sentido “respetado” y “valorado”, y que la gente con la que ha trabajado en el mundo del cine ha sido “cuidadosa, inteligente y muy abierta". Y en su carrera, solo en una ocasión puntual le insultaron por ser moreno.
“Por exigir mis derechos laborales, sindicales como actor, que era comer, una productora me dijo que era un pinche indio, que yo no era nadie que ni siquiera existía. Es la única vez que he tenido un incidente lamentable. Era la primera película de esa productora, y la mía como la número 30. Es sobre todo qué palabras utilizó ella para ofenderme”.
El caso Giovanni Lopez y el abuso policial
Lunes 4 de mayo. Esa fue la fecha en la que murió Giovanni Lopez. El albañil de 30 años fue detenido por la policía de Jalisco por no usar cubrebocas. Y horas más tarde, su cuerpo fue entregado a los familiares. Presentaba múltiples signos de tortura y un balazo en la pierna. La causa del deceso, dijeron las autoridades, fue un traumatismo craneoencefálico, provocado por un fuerte golpe en la cabeza.
Para Tenoch Huerta, la muerte de Giovanni refleja hasta dónde ha llegado el racismo en México.
“Si Giovanni Lopez hubiera sido un “chavito bien”, del otro lado de la calzada, no amanece torturado y con un balazo en la pierna”, denunció.
En opinión del actor, los casos de violencia policial no se dan contra gente apoderada. Y en la ciudad de Guadalajara, desde los tiempos de su fundación, la riqueza se concentra en la población blanca.
“Generalmente nunca hay un abuso policial contra la gente de dinero. Si acaso los policías corruptos te querrán sacar una lana, pero si tú tienes dinero no te van a bajar del coche, no te van a madrear, no te van a desaparecer y después amaneces torturado. Y la concentración de dinero en Guadalajara se queda siempre en las élites, que son las élites de la colonia que era europea y de piel blanca. Entonces, sí hay una relación clara”, expresó.
Desaprender el racismo: una práctica posible
El racismo es un sistema que se construye y un discurso que se aprende. Y por ello, deconstruirlo y desaprenderlo es posible. Sin embargo, para esto es imperativo reconocer, en primer lugar, que existe.
“Lo primero que hay que hacer es asumirlo, nombrarlo, aceptarlo; y después, hacer algo al respecto”, explicó Tenoch Huerta.
Y en ese sentido, para combatir al racismo, subrayó el actor, el episodio que apremia es “legislar”.
“Se tiene que legislar para que haya representatividad en los medios. Que el porcentaje del fenotipo se vea representado en los medios de comunicación. O sea que la publicidad emplee un 70% de modelos morenos. Que la televisión tenga un 70% de gente que represente, y no siempre en papeles de marginalidad y de violencia. Que sí sea representativa de todos los colores y de todos los fenotipos de este país”, apuntó.
“Hay que hablar con el gremio teatral, cinematográfico y el televisivo y decirles que tenemos que escribir nuevas historias donde nosotros no seamos los criminales, los marginados, los malos, los feos”.
Además, no puede dejarse de lado el problema en las empresas. Las compañías que fomenten el racismo, dijo el actor, tendrán que recibir pláticas de sensibilización y de orientación, o incluso, pagar multas, si reinciden.
A pesar de que hay mucho por hacer, lo importante es que el debate ya está sobre la mesa. Ya está en conversación. Y ese es el primer paso. Aunque cueste escribirlo, y aún más asumirlo, todo empieza por aceptar que en México el racismo sí existe.
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