La semana pasada Lea Michele fue expuesta por sus ex compañeros de Glee en una serie de duros tuits. La acusaron de racista, de mala compañera y de tener actitudes de diva en el set del famoso programa de TV. Pero ahora, con siete meses de embarazo y atrapada en una tormenta de titulares condenatorios sobre su comportamiento, la actriz de 33 años ha pasado los últimos días tratando desesperadamente de enmendar sus errores.
“Ella ha sufrido una verdadera llamada de atención”, dijo una amiga de Michele a The New Yor Post. “Nunca es fácil escuchar a la gente hablar de ti de esta manera. Está en shock”.
“Lea fue una perra para muchas personas que ahora están aprovechando la oportunidad para hacérselo saber”, dijo una fuente de la industria que trabajó con ella. “Puede que no sea la persona más amable, pero no es racista, sexista ni transfóbica. Tiene problemas de comportamiento con los que está lidiando”.
“Ella está escuchando todo lo que dicen y quiere disculparse. Sabe que debe rendir cuentas por su comportamiento. Quiere manejar las cosas con responsabilidad. Esperemos que aprenda de sus errores”, añadió el informante al citado medio.
Michele se encuentra refugiada en su casa de Los Ángeles con su esposo Zandy Reich. Otra persona cercana a la actriz le dijo a The Post: “Ella quedó conmocionada. Los sets son lugares difíciles, pero no hay excusas para su comportamiento, y ella lo sabe”.
Toda la historia de acusaciones públicas se inició con un tuit de Michele en apoyo al movimiento Black Lives Matter a raíz de la muerte de George Floyd, lo que que provocó que varios de sus ex compañeros de Glee expusieran sus propias historias con la actriz.
Primero fuer Samantha Ware, que no tardó en responder al tuit de la actriz acusándola de racista y de maltratadora “¿Recuerdas cuando hiciste mi primer aparición en televisión un infierno? Porque yo no lo olvidaré. ¡Creo que dijiste a todos que si tuvieras la oportunidad te ‘cagarías en mi peluca’!, entre otras microagresiones traumáticas que me hicieron cuestionar una carrera en Hollywood", expresó Ware en su mensaje.
Gerard Canonico calificó a Michele de “pesadilla” detrás de escena del espectáculo de Broadway de 2006 Spring Awakening, mientras que Heather Morris afirmó que fue “muy desagradable” para ella trabajar con la actriz en Glee, y Elizabeth Aldrich, suplente de Michele en Ragtime, en Broadway, en 1998 , dijo: “Solía llorar todas las noches por las cosas malas y manipuladoras que ella me hacía. Tenía 12 años. Era aterradora".
El actor Dabier Snell, que fue invitado en un episodio de Glee, recordó a The Post el día que la actriz lo echó de un almuerzo en el set. “Darren Criss me invitó a sentarme con el resto de los miembros del reparto y me hizo sentir bienvenido. También conocía a Chris Colfer, así que me dijo: “¡Adelante, siéntate con nosotros!”... Cinco minutos después de que nos sentamos, un director asistente me apartó y me dijo que uno de los miembros del reparto no quería que me sentara allí, porque sentía que no pertenecía". Y por último, agregó: “Más tarde descubrí que fue Michele quien dijo eso".
En tanto, Keith Powell afirmó en otro tuit: “Lea Michele es un ser humano terrible y ha dicho cosas horribles de muchas personas, incluyendo microagresiones racistas sobre la gente negra".
Jeanté Godlock también habló públicamente de su experiencia laboral con Michele. La protagonista de la serie Daybreak, de Netflix y extra en Glee, irrumpió entre los comentarios de Ware y expresó: “¡¿Alguien dijo cucarachas?! Porque así solía referirse a los que estábamos en la parte trasera del set en Glee".
Tras las críticas, Michele publicó una larga reflexión al respecto en su perfil oficial de Instagram y lamentó “cualquier daño causado” a la actriz afroamericana. “He escuchado estas críticas y sigo aprendiendo. Lo lamento mucho, seré mejor en el futuro”. Al parecer, las disculpas de la actriz no surtieron el efecto que esperaba.
Nacida en el Bronx, la actriz , que usa su segundo nombre como apellido artístico, llegó a Broadway a los 8 años, interpretando a Cosette en la obra Les Miserables. En 2009, encontró fama en Glee, dirigida por el productor Ryan Murphy, interpretando a Rachel durante seis temporadas, antes de que el programa terminara en 2015. La vida de Lea Michele no fue siempre fácil. Su coprotagonista de Glee y novio en la vida real, Corey Monteith, murió de una sobredosis de drogas en 2013.
Pero el estrellato se le subió a la cabeza, dicen los que trabajaron con ella. Un invitado en la gala de Time 100 en 2010, donde Michele fue agasajada, le dijo a The Post: “¡Lea era una mocosa!”. Cuando el fotógrafo Patrick McMullan se le acercó para tomar una foto y le preguntó su nombre, Michele puso los ojos en blanco y respondió: “Sarah Palin”. Riendo, McMullan dijo: “No, en serio, dime tu nombre”, a lo que Michele respondió: “Taylor Swift”.
Mientras estaba en Glee, firmó un contrato en solitario con Columbia Records para lanzar su carrera como cantante. Las fuentes recuerdan cómo, durante un viaje a Londres, ella exigió quedarse en un hotel particular de cinco estrellas de su elección a pesar de que le dijeron que no había un presupuesto para eso. Una fuente que trabajó en el equipo de maquillaje y peinado Glee le dijo a The Post: “Lea era mala, hostil, grosera. Llegaba tarde todo el tiempo, no era accesible”.
Pero se decía que Michele era una de las favoritas de Murphy, quien luego ofició su boda.
Pero el comportamiento de Michele no salió a la luz con las críticas de Ware.
Naya Rivera, que interpretó a Santana Lopez en el programa, ya había declarado que trabajar con Lea fue un “verdadero infierno”. En su autobiografía Sorry, Not Sorry: Dreams, Mistakes & Growing U, ya narraba que la relación con su compañera se terminó cuando su personaje empezó a cobrar más protagonismo: “Pronto ella comenzó a ignorarme, y con el tiempo llegó a tal punto que no me dirigía la palabra. Lea y yo definitivamente no éramos los mejores amigas”.
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