En medio de la cuarentena, Miguel Herrán, protagonista de series como Élite y La Casa de Papel, concedió una entrevista, y sorprendió al revelar el trastorno obsesivo que sufrió cuando era adolescente.
“He sido un obseso. He tenido vigorexia. Me veía delgado pesando 80 kilos”, reveló el actor en declaraciones a la revista Men’s Health España. “Con 13 o 14 años mis amigos me llamaban Conan The Barbarian por lo grande que estaba”, confesó.
La vigorexia es un trastorno del comportamiento que sufren personas que se obsesionan con su cuerpo. Quienes lo padecen, -comúnmente hombres jóvenes-, se centran en los defectos de su figura, y por ello, se vuelven adictos al ejercicio físico, al gimnasio, a los aparatos y consumen en exceso proteínas, carbohidratos y esteroides.
Aunque en series como La Casa de Papel Miguel Herrán tiene suficiente encanto como para conquistar a un Maserati, el intérprete confesó que no siempre se ha sentido cómodo con su físico. Durante un tiempo, le acomplejaba su cuerpo y se esforzaba por aumentar su masa muscular, hasta el punto de convertirse en una obsesión.
Ahora, años después de aquello, esas inseguridades quedaron atrás.
“Sé que no tengo una tableta espectacular, que mis bíceps están acortados o que mis dorsales son irregulares, pero me gusta lo que veo", explicó el intérprete a la revista. “Es un cuerpo que funciona, que tiene equilibrio y que es elástico. Y sobre todo, es el que me ha tocado. Mi herramienta y mi templo”.
“Ahora, con 67 [kilos], me veo perfecto”, añadió el actor, que este 25 de abril cumplió 24 años.
La adolescencia difícil de Herrán
Desde que Miguel Herrán saltó a la fama, siempre ha reconocido que no fue un adolescente ejemplar. Había dejado los estudios, se pasaba el día en la calle con amigos sin hacer nada productivo, no le preocupaba su futuro y estaba siempre deprimido.
“No era una persona que tuviera sueños ni esperanzas. Era un tío que se hundía en un pozo y hundía con él a todo el que quería”, recordó el actor que da vida a Río, en declaraciones a la revista.
Todo cambió cuando el famoso actor y productor español, Daniel Guzmán, se cruzó con él en la calle. Le llamó la atención “la mirada triste” de Herrán y supo que era lo que había estado buscando.
“Le vi pasar con dos amigos y me fijé en la mirada. No me preguntes por qué, me fijé en la humanidad, la luz y cierto dolor que me transmitió su mirada. Y le llamé, pero hice que pareciese que me interesaba el amigo, para que él no se sintiera presionado”, relató a Televisión Española Daniel Guzmán, conocido por su papel en la exitosa serie española Aquí no hay quien viva.
Entonces, el productor les contó que había escrito una película autobiográfica, que se llamaría A Cambio de Nada. Les dijo que estaba buscando al actor protagonista, y les invitó a presentarse al casting.
“Miguel hizo las tres peores pruebas que yo he visto en un actor en mi vida. A la primera vino sin aprenderse el texto. De la segunda se marchó a la mitad de la prueba. A la tercera no se presentó. Y ahí fue cuando yo dije: ‘Es este’”, contó Daniel.
Así fue como el productor le dio el rol protagonista, y feliz por la oportunidad, Herrán se sentó a estudiar el guion. Tras grandes esfuerzos, en 2016, actor y director asistieron a la ceremonia de los Goya. Ambos estaban nominados, y ambos ganaron la estatuilla. Y al subir al escenario, Herrán dedicó su emotivo discurso a su salvador. Tenía 19 años.
“Has conseguido que un chaval sin ilusiones, sin ganas de estudiar y sin nada que le gusta descubra un mundo nuevo, quiera estudiar, quiera trabajar y se agarre a esta vida nueva como si no hubiera otra. Me has dado una vida, Daniel”, le agradeció Miguel, que obtuvo el premio en la categoría a Mejor Actor Revelación.
Pocos meses después, logró el papel para unirse a la banda de El Profesor en La Casa de Papel, y despegó su fama internacional. Todo gracias a que un día, un hombre decidió creer en él.
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