Mal carácter, caprichos, exceso de intensidad o de control, son muchas las razones que convierten a un actor en un insoportable compañero de rodaje. Ser una estrella de Hollywood puede llegar a ser muy estresante, y no todos son capaces de manejar la situación con los mejores modos. Los egos y manías de algunas talentosas estrellas del cine son tan irritables que los terminan convirtiendo en personas insufribles para colegas y equipos de producción. En todas las épocas hubo actores o actrices con mala fama y con los que todo el mundo odia trabajar, o al menos eso dicen las malas lenguas en Los Ángeles, la cuna del entretenimiento. Algunos de ellos tienen el ego por las nubes y quieren todo el protagonismo, otros directamente no saben llevar un proyecto en equipo. Bill Murray, por ejemplo, no puede con su mal genio y sus recargadas ironías, mientras que Gwyneth Paltrow no soporta no tener toda la atención puesta en ella en un set y Edward Norton es tan exigente que ningún director quiere dirigirlo. Sin embargo, Christian Bale y Shia LaBeouf lideran la lista de los más difíciles de tratar por su indomable carácter.
Christian Bale
Christian Bale figura en la lista negra de Hollywood, dentro de la cual se encuentran los nombres de los actores más problemáticos y con los que, por consiguiente, nadie quiere trabajar. Es uno de los mejores de su generación, con un talento indiscutible, pero el actor tiene serios problemas para controlar su ira y nivel de exigencia lo que le resulta difícil hacer amigos en los sets de rodaje. Es imposible olvidar el ataque de furia que tuvo durante la filmación de “Terminator Salvation”. El galés tuvo un violento comportamiento contra el director de fotografía, Shane Hurlbut, por interrumpir accidentalmente la grabación de una escena. Un miembro del equipo filtró el audio a la prensa y Bale quedó expuesto. En ese momento fueron muchos los que auguraron el final de la carrera del actor, incluso él mismo reconoció que tuvo miedo de que el público lo rechazara. Afortunadamente eso nunca pasó; no ha parado de trabajar y en su casa ya tiene dos premios Oscar.
Al parecer, también es de esos intérpretes que no abandonan su personaje cuando se apaga la luz roja. De hecho, Aitana Sánchez Gijón, que protagonizó junto al actor la película “El Maquinista”, afirmó que su colega prácticamente no hablaba con nadie. Pero eso no es todo. También tiene fama de ser mal compañero. La mismísima Natalie Portman fue víctima y testigo de su falta de solidaridad. Durante la grabación “The Knight of Cups” (2015), de Terrence Malick, Bale obligaba al equipo y a sus compañeros de reparto a repetir las escenas una y otra vez hasta que él quedaba completamente satisfecho, cosa que por otra parte no solía ocurrir debido a su búsqueda contante de la perfección.
Katherine Heigl
La que fuera la doctora Izzie Stevens en “Grey’s Anatomy” se ha hecho famosa también por sus malas formas en el ámbito laboral y es de las menos queridas por sus colegas. Katherine Heigl dejó en evidencia su comportamiento de “diva” cuando se retiró de la carrera por un Emmy por considerar que su personaje había perdido presencia en el drama televisivo de ABC, provocando la furia de la creadora del programa, Shonda Rhimes, y nunca más apareció por el set del show que la lanzó a la fama. Luego boicoteó la promoción de "Ligeramente embarazada” criticando el machismo de la película y terminó peleada con Seth Rogen, su compañero en el filme, y con el director, Judd Apatow. Pero lo que la hacía imposible - dicen- eran sus constantes exigencias: suites en los mejores hoteles y cláusulas en sus contratos que le daban derecho a reescribir el guión o aprobar al resto del elenco. Y así la intérprete fue sepultando poco a poco su propia carrera. Con el público metido en el bolsillo gracias a populares comedias románticas como “27 vestidos” y “La Cruda Verdad”, Heigl pudo haberse convertido en una gran estrella. Parecía destinada a heredar el título de novia de América que antes habían tenido Julia Roberts y Meg Ryan. Sin embargo, su mala costumbre de hablar mal sobre todos los proyectos en los que había participado le hicieron ganar fama de desagradecida y complicada. En los últimos años intentó sin éxito volver a la televisión y ya agregó a su currículum dos series canceladas: “Asuntos de estado” y “Duda Razonable”.
Bill Murray
En Hollywood se viene asegurando desde hace años que el paso del tiempo ha conseguido suavizar el fuerte temperamento de Bill Murray. Sin embargo, cuando se le pregunta el actor insiste en que su carácter sigue siendo el mismo y que lo único que ha cambiado es que se ha vuelto más selectivo a la hora de elegir con quién compartir tiempo en el set.
“Tengo esa reputación por culpa de la gente con la que no me gustó trabajar o no sabían cómo trabajar conmigo o directamente cómo trabajar en general", se defendía el intérprete en una entrevista al diario The Guardian en 2018. Al actor de 69 años no le quita el sueño que ciertos cineastas no lo quieran en sus proyectos por su fama de gruñón y por haber protagonizado ciertos encontronazos con colegas: “Algunos creen que te contratan y tienen derecho a comportarse como dictadores".
Murray se ganó su fama de difícil por incontables episodios más que incómodos con compañeros de trabajo o miembros de los equipos de rodaje. Hay un motivo por el cual no repitió su papel en la secuela de Los ángeles de Charlie. La película era mala, sí, pero fue Lucy Liu quien lo pidió tras una fuerte discusión con el cómico. Según cuentan, el actor se la pasó cuestionando los dotes interpretativos de Drew Barrimore y Cameron Díaz mientras que a la actriz asiática le hizo la vida imposible porque no creía que estuviera a la altura del resto del elenco. “¿Tú, qué haces aquí, si no sabes actuar?”, le dijo mirándola a la cara. En la filmación de la comedia ¿Qué pasa con Bob? a Richard Dreyfuss se le ocurrió modificar unos diálogos y se lo consultó a su compañero que, sin mediar palabra, le gritó y luego le arrojó un cenicero de vidrio. En otra ocasión, tiró a la productora de la película, Laura Ziskin, a un lago durante una discusión. En Hechizo de amor (1993) discutía a diario con el director, el fallecido Harold Ramis, porque Murray quería darle un mensaje existencial a la película y Ramis prefería apostar por la comedia.
“Sé que a veces me paso de gruñón”, reconocía el actor. “Especialmente, el primer día de rodaje, cuando tengo que hacerme a la idea de quiénes son los 15 inútiles que andan sueltos por el set y sólo piensan en dorarme la píldora y dormirse en los laureles. Sin hacer nada más. Tengo que quitármelos de encima cuanto antes”.
Edward Norton
El tres veces nominado al Oscar es conocido en la industria por apropiarse de los proyectos en los que trabaja. Todo debe pasar por él primero, dicen. En “American History X” editó sus escenas y se presentó en el rodaje de “El dragón rojo” con su texto reescrito. Tras dar vida a Hulk en la película de Louis Leterrier en 2008 todo parecía indicar que el actor recuperaría a su personaje en “Los Vengadores” (2012) pero finalmente se quedó fuera, según Kevin Feige, presidente de Marvel Studios, preferían buscar a un actor que mostrara un “espíritu colaborativo". El guionista Zack Penn filtró a la prensa que el intérprete tenía una forma “inusual” de trabajar: cambiaba las escenas en el momento de filmarlas o hacía largos ejercicios de preparación. No obstante, pese a sus esfuerzos por mejor la historia y sus personajes, el filme fue uno de los grandes fracasos de Norton en la pantalla grande. La experiencia en el rodaje, con continuos tires y aflojes por parte del actor para cambiar diálogos y tono de la película, provocaron que fuera sustituido por Mark Ruffalo. Tiempo después, el también director dijo que sintió engañado porque Marvel cambió todo lo que le habían prometido. Él quería una película oscura estilo la trilogía de Batman de Christopher Nolan y pensaba que el estudio quería lo mismo. Pero no era la primera vez que el actor cruzaba ciertos límites. Por opinar todo el tiempo en la lectura de guión de “Cuestión de Honor” Nick Nolte terminó dejando el proyecto. "Interrumpía y no dejaba de indicarnos a los demás actores cómo debíamos interpretar nuestros personajes”.
Gwyneth Paltrow
“Preferiría morir antes que darles una sopa de sobre a mis hijos” o “Soy como soy, no puedo fingir ser alguien que gana 25.000 dólares al año” son algunas de las declaraciones difíciles de digerir de la actriz. En 2013 la revista Star Magazine coronó a Gwyneth Paltrow –ganadora de un Oscar en 1999 por “Shakespeare in love”– como la persona famosa más odiada de Hollywood. Al parecer en la industria no es ningún secreto que es pretenciosa y con malas formas en el set de filmación. Además de añadir en sus contratos insólitas cláusulas su pelea con Scarlett Johansson en el rodaje de “Iron Man 2” fue de la más sonado. Se ganó la mala fama en el estudio porque “no era agradable con nadie y además hacía que la gente se sintiera incómoda”. Las malas lenguas dijeron entonces que Paltrow no soportaba no ser la protagonista femenina del rodaje. Un anónimo que trabajó en el set dijo que la actriz, en un ataque de celos, se rehusó a hablar con su compañera. Johansson zanjó la polémica negando los problemas argumentando que nunca habían tenido una relación muy estrecha. Paltrow declaró después que adoraba a Scarlett. Fuera verdad o no, la actriz no participó de la promoción de la película.
Mike Myers
Tras arrasar en taquilla con la segunda entrega de Austin Powers, que elevó a Mike Myers a la categoría de superestrella, se creyó poco más o menos el amo de la industria. Resultado: todo se volvió en su contra. En una movida inesperada, los estudios Universal iniciaron juicio al hombre que les había hecho ganar toneladas de dinero. Semanas antes del comienzo del rodaje de la tercera entrega de la película, Myers decidió retirarse del proyecto “Myers no puede simplemente abandonar la película, rompió la promesa en palabra y por escrito", advertía el documento presentado ante la Suprema Corte de Justicia de Los Ángeles. Por su parte, el multifacético artista se declaró “sorprendido y consternado” e indicó que su intención era hacer la película pero solicitó retrasar el proyecto para hacer una revisión del guión. Unos lo achacan al afaán perfeccionista del cómico, pero terminó en un guerra de trapos sucios. Sus defensores argumentan que la pasión por el trabajo y las habilidades como guionista y actor de Myers lo redimen de todo cargo. Incluso la directora Penelope Spheeris de “El mundo según Wayne”, que tuvo batallas campales con Myers, le desea lo mejor: “Lo perdono y lo adoro. Es tan talentoso que a veces hay que aguantarle esas estupideces”. El primer día de filmación, en 1991, Myers sufrió un colapso nervioso ya que no quería que Dana Carvey tuviera mucha participación en la película. Dos semanas antes de empezar a filmar, Carvey amenazó retirarse del proyecto. El estudio lo retuvo ofreciéndole agregar escenas para su personaje. Spheeris contó que Myers mantuvo una discusión de dos horas por teléfono con el productor porque en todo el set no había un gramo de margarina para sus tostadas y tuvo que conformarse con manteca. “Mi hija quería trabajar en el cine, así que se la ofrecí a Mike como esclava. Pero tampoco le alcanzó”, dijo Spheeris. También fue acusado de robarle ideas a sus ex compañeros de Saturday Night Live. Cuando Carvey vio la película quedó conmocionado. El villano Doctor Evil era una copia perfecta de la imitación que él hacía de Lorne Michaels en el backstage de SNL, y que todos los demás festejaban e imitaban a su vez. Cuando un periodista le preguntó a Myers acerca de su reputación como tipo difícil en los sets, él se le rió en la cara. “Soy el Marlon Brando de la comedia”, dijo.
Shia LaBeouf
Polémico y caprichoso, así es Shia LaBeouf. Tiene una corta carrera pero sus muchas excentricidades lo han convertido en uno de los actores más “especiales” del cine. En “Corazones de acero”, el actor estuvo varias semanas sin ducharse por aquello de meterse en el papel. David Ayer, director, y el mismísimo Brad Pitt, le advirtieron sobre su comportamiento inadecuado, pero le dio lo mismo. Finalmente, los productores lo alojaron en un hotel distinto al del resto del equipo. En “Lawless” también generó problemas, Mia Wasikowska terminó con un ataque de nervios y Tom Hardy acabó recibiendo un puñetazo. Y para hacer honor a su fama de artista controvertido, el actor atacó a uno de los cineastas más importantes: “No me gustan las películas que hice con Spielberg”, dijo en una entrevista con Variety. “Es más una maldita empresa que un director”, aseguró. “Estás allí y te das cuenta de que no estás conociendo al Spielberg de tus sueños”.