Todo estaba programado, como siempre, para el 15 de abril, hasta que la pandemia del coronavirus literalmente cerró las salas de cine. Pero Robert De Niro ya había creado el Festival de Cine de Tribeca, para recuperar el entusiasmo de los vecinos de Nueva York después de otra tragedia: el ataque terrorista de las Torres Gemelas. Esta vez, la ciudad había sido la más golpeada en el país por la COVID-19. Y después de anunciar una definitiva postergación, De Niro decidió revolucionar el sistema, convirtiendo el clásico festival internacional de cine en el mejor estilo de streaming, con proyecciones digitales por internet, conservando la fecha original entre el 15 y el 26 de abril (extendiendo, incluso, algunas proyecciones hasta el 15 de mayo). La larga barba blanca de Robert De Niro, apareciendo en videoconferencia, es la mejor demostración del obligado distanciamiento social. Incluso ofreció por internet la posibilidad de pasar un día en un estudio de cine, con Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese, a cambio de donaciones para alimentar a los más afectados por la pandemia, con la campaña All In Challenge.
—¿Qué tan involucrado está con el Festival de Cine de Tribeca?
—Bueno, Jane Rosenthal y todo un equipo de gente son realmente los que hacen que todo sea posible. Yo solo estoy para apoyar lo más que pueda.
—En un festival de cine donde los directores son los protagonistas, ¿qué tan exitoso se considera usted como director de cine?
—La verdad, con A Bronx Tale no gané nada de dinero, lo puse todo en la película. Lo mismo con Good Shepherd, fue un rodaje muy largo. Es la única forma como sé hacerlo, y es por eso que tampoco me llaman (risas). Pero yo solo espero dirigir entre tres y cinco películas en mi vida.
—¿Ya tiene elegida la próxima, al menos?
—No estoy tan seguro, todavía lo tengo que pensar, porque se tarda demasiado con la preparación, y es algo que antes no sabía... Se necesita demasiado tiempo y energía, además de pelear siempre por algo, por dinero, por los horarios. Es muy duro mantener los costos bajos para lograr la creatividad que uno quiere. Los que están interesados en el dinero no están interesados en hacer lo mejor, no lo entienden. Tampoco son todos así, pero hasta quienes lo entienden piden mantener los costos bajos. Así es este negocio.
—¿El punto de vista que tuvo en el rol como director lo ayudó a mejorar como actor?
—Sí, supongo que el trabajo como actor se puede enriquecer en el sentido de ser mucho más consciente de todo lo que pasa. Y a nivel personal, la experiencia fue maravillosa.
El Festival Internacional de Cine de Tribeca había sido inaugurado con 1.300 voluntarios, apenas 120 días después que Robert De Niro lo había anunciado con Jane Rosenthal, en el año 2002, como la mejor respuesta por el ataque terrorista de las Torres Gemelas. Para cuando terminó la temporada, 150.00 personas habían estado en estrenos tan importantes como el Episodio II de Star Wars, Spider-Man 3 y hasta la primera versión de The Avengers. Al año siguiente, el número de espectadores se había duplicado, con tanto éxito que que De Niro incluso compró la sala de cine de 54 Varick Street, que bautizaron como el Cine Tribeca. Para 2006, el Festival se extendió más allá del vecindario, por toda la isla de Manhattan, en Nueva York, para proyectar 169 largometrajes y 99 cortometrajes seleccionados entre más de 4.000 postulantes. Este año fue diferente. Muy diferente. Las credenciales oficiales (incluyendo la nuestra) habían sido confirmadas a principio del mes de marzo. Pero con el avance de la pandemia, que afectó a Nueva York con la mayoría de los casos de COVID-19, llegó la mala noticia el 12 de marzo. “Hemos tomado la difícil decisión de posponer el 19.° Festival de Cine de Tribeca, basados en el anuncio del gobernador Andrew Cuomo, por la prohibición de eventos con más de 500 personas por el nuevo coronavirus”, anunciaba el comunicado oficial firmado por la cofundadora, Jane Rosenthal, a la vez que aseguraba: “Estamos comprometidos en conservar la salud y la seguridad del público, mientras apoyamos también a nuestros amigos cineastas que buscan en Tribeca una plataforma para presentar en público su trabajo. Volveremos pronto con nuestros planes”. Y los planes no tardaron en llegar. Así como habían inaugurado tan rápido el lanzamiento del primer festival, el 3 de abril llegó la gran noticia de lanzar el festival el 15 de abril y durante los siguientes diez días, por internet, desde tribecafilm.com. Estrenando diferentes producciones internacionales, incluyen, además, el tercer año del novedoso Cinema 360 con 15 diferentes estrenos para ver en realidad virtual, como si realmente estuviéramos sentados en una sala de cine. Y en un lugar como la web, donde la gente suele pasar menos tiempo, agregaron la sección Un cortometraje al día le da a la ansiedad una salida (A Short Film A Day Keep Anxiety Away). Por supuesto, no sería un buen festival de cine sin un jurado para la entrega de premios. Y en el ámbito internacional, por ejemplo, el jurado está formado por figuras como el mexicano Demián Bichir, el director inglés Danny Boyle y el estadounidense William Hurt. Ahí sí, Robert De Niro no puede influenciar la decisión final.
—¿Qué tan bueno es a la hora de juzgar sus propias películas?
—Si aparecen en televisión, las veo con cierta objetividad. Algunas me encantaron en el momento de filmarlas, pero después no me gustaron tanto cuando no terminaron tan bien. Pero también llega un punto en el que tampoco me importa el resultado. Siempre digo que me gustaría ver todas mis películas desde que empecé hasta hoy para tener una idea de lo que podría filmar a la hora de elegir un nuevo rol o dirigir algo que sea diferente a lo que ya hice.
—¿Y cuál de todas sus producciones de cine diría que fue la más difícil de filmar?
—The Deer Hunter fue un rodaje muy difícil. Raging Bull, también, o The Mission. Hice incluso una película que probablemente nadie vio, Flawless, donde trabajé muy duro. Bueno, trabajo muy duro en todas mis películas. A veces me lo reconocen y otras veces, no.
—¿Cómo se prepara para cada nuevo rodaje? ¿Sigue algún sistema en particular?
—Cada producción es diferente e implica una manera distinta de preparación. Lo primero que hago es buscar algo mío que pueda agregarle, algo con lo que pueda identificarme más es algo esencial para mí. Es lo que trato de hacer como actor cada vez que trabajo. Con el tiempo mejoré... a lo mejor no siempre (risas)
—¿Y se da cuenta de la influencia que ejerce en otros actores?
—No es algo en lo que pienso demasiado. A veces lo noto, cuando alguien dice algo. Pero no le presto atención.
—Bradley Cooper dice que cambió su vida por completo cuando al principio, después de pasar por una prueba de audición, usted lo llamó para verlo personalmente, aunque no le dieron el rol…
—Es que si veo algo en alguien, a veces me gusta volverlos a ver personalmente. Hace un tiempo lo hice con un director, después de ver algo que él había hecho. Incluso me ofreció un rol que a mí no me interesaba, pero me interesó lo que él hacía en general, su sensibilidad. Uno nunca sabe.
—¿Los actores jóvenes no sienten cierta intimidación cuando lo conocen? ¿No se ponen nerviosos cuando tienen que trabajar frente a Robert De Niro?
—Y... es algo que desaparece al segundo día, si no antes.
—En su caso, ¿qué otros famosos influenciaron su carrera como actor?
—Los actores que yo admiraba eran (Marlon) Brando, Montgomery Clift, Walter Huston, el padre de John Huston, y también James Dean, aunque solo filmó tres películas, o Spencer Tracy, por el estilo diferente de actuación, y Geraldine Chaplin.
—Entre tanto trabajo, ¿nunca pensó en trabajar menos?
—¿Qué voy a hacer? ¿Morirme? No. Yo disfruto de mi trabajo, y tampoco filmo tantas películas como crees.
—¿Hay algún rol que se negaría a interpretar?
—¿Si hay algún rol que nunca aceptaría interpretar en mi vida? Sí, hay uno: Donald Trump.
All In Challenge
La campaña All In Challenge que lanzó Robert De Niro con Leonardo DiCaprio se convirtió en otro festival de donaciones, donde, de a poco, los famosos están desafiando a otros famosos, para que ellos mismos donen premios especiales para rematar y sortear entre quienes donen a la causa desde allinchallenge.com. La primera propuesta de De Niro y DiCaprio fue acompañarlos un día cuando vuelvan a filmar con Martin Scorsese la nueva producción de Killers of the Flower Moon. Pero ellos desafiaron después a Matthew McConaughey y Ellen DeGeneres, para que superaran el premio. Ellen ofreció conducir con ella su programa de TV y McConaughey está cediendo su propia suite privada del estadio Texas Memorial Stadium para un fan y un familiar, incluyendo pasaje de avión y estadía, para verlo también a él personalmente.
Kevin Hart propuso que otro ganador aparezca en su próxima película, delante de cámaras y Jonah Hill hasta invitó a dirigir cine con él, así como Jamie Foxx quiere que otro ganador se presente con él, en su show. La cantante Pink extendió la invitación para sumarse a una de sus clases privadas de acrobacia aérea. Gwyneth Paltrow donó también el vestido que llevó a la última ceremonia del Oscar, Madonna está regalando a la causa el traje de Madam X que usó en su gira (autografiado, también). Ryan Reynolds y Hugh Jackmam tomaron con más humor la posibilidad de vender, en la calle... ¡limonada! Justin Bieber hasta prometió volar hasta donde sea para cantar personalmente una de sus primeras canciones: “One Less Lonely Girl”.
Entre los deportistas, Magic Johnson se ofreció para jugar un partido de básquet y cenar con un ganador y diez de sus amigos, además de terminar el día en la sala privada donde él guarda todos sus trofeos. Mark Cuban fue más allá y está donando un contrato por un día, para que alguien juegue con el equipo de los Mavericks. Y Alex Rodriguez, va a dar una lección privada de béisbol, además de un almuerzo, y regalará, incluso, uno de sus trofeos (no, no, Jennifer Lopez no está incluida).
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