Un compromiso con el resto de los Windsor sobre su futuro papel en la familia real británica o la “independencia financiera” a la cual Harry y Meghan dicen que aspiran se convertirá en una necesidad urgente.
La amenaza de cortar los fondos se ha desencadenado, según los rumores de los medios, en la lucha entre los duques de Sussex y los líderes de la dinastía, provocada por el sensacional anuncio unilateral del príncipe cadete y de la ex actriz estadounidense, convertida en su esposa en 2018. El anuncio tuvo que ver con la decisión de tomar distancia de la familia real y dividir sus vidas entre el Reino Unido, los Estados Unidos y Canadá.
Para demostrar que va en serio, Meghan ya se fue a Toronto para reunirse con el pequeño Archie, mientras Harry permaneció en casa para enfrentar la negociación en la corte. La reina Isabel, de 93 años, irritada según trascendidos por el intento de Sussex de imponer el hecho consumado, ordenó la apertura de una mesa entre su personal y los del heredero al trono, Carlos, el príncipe William y los dos rebeldes, buscando una solución común “viable” en “unos días”. Pero Carlos y William, según trascendidos, parecen aún más furiosos que la soberana, ofendidos por haber sido informados del anuncio público del joven príncipe con unos pocos minutos de aviso; e ignorados cuando le rogaron que no apurara las cosas.
Precisamente al príncipe de Gales, acreditado en varias ocasiones por haber tratado de satisfacer las ansiedades e impaciencia de Harry y Meghan, ahora se le atribuye la actitud más dura, según el Times. Con una gran cantidad de ultimátum dirigido al hijo menor de la difunta Diana: ya sea un entendimiento compartido o la espada de Damocles con un corte de los fondos (públicos) hasta ahora garantizados a los duques.
No más cheques en blanco.
Los amigos de los Sussex, a ambos lados del océano, también juran que los dos no tienen la intención de rendirse.
De hecho, según fuentes citadas por el Evening Standard, reivindican ser pretendientes “innovadores de la monarquía”: incluso a costa de ofrecer el derecho a aquellos que, como el candidato al liderazgo laborista Clive Lewis, van a evocar el tabú de un futuro referéndum sobre la Corona; para “redimensionarla”, incluso abolirla.
Sin embargo, los aspectos económicos del asunto siguen siendo importantes, a la espera de esa independencia que, en opinión de los anunciantes de la Asociación Internacional de Publicidad, podrá enriquecer a la pareja real celebrity en toda proporción (ya son propietarios de la marca registrada SussexRoyal). Pero, según otros, corre el riesgo de exponerla a desventuras, asuntos opacos o inciertos y condicionamientos de intereses privados, como le sucedió a muchos cadetes ambiciosos.
En el plato, la Reina dispone de 81 millones esterlinas anuales, garantizados por los contribuyentes del reino, de los cuales Harry y Meghan afirman recibir solo el 5% de sus ingresos actuales.
Pero la mayoría del resto proviene del fondo del Ducado de Cornualles, dotado por más de 20 millones del príncipe Carlos, que al menos parcialmente también deben considerarse dinero público y de los cuales el segundo hijo y nuera reciben tarifas anuales relacionadas con compromisos públicos equivalentes a 2 millones.
Precisamente ese dinero el padre podría hacer volar.
Mientras, no se pondrían en discusión los créditos para la seguridad de los jóvenes duques (otro millón), no se cuestionarían, ni, tampoco, la propiedad de Frogmore Cottage, una residencia inglesa que la soberana les otorgó y que reajustó a expensas de los súbditos por un total adicional de 2,4 millones de libras esterlinas.
(Con información de ANSA)
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