El guionista estadounidense Buck Henry, que escribió la película “The Graduate” (El Graduado -1967), murió hoy a los 89 años en Los Ángeles (EE.UU.), informó el medio especializado Deadline.
Henry falleció en el hospital angelino Cedars-Sinai Health Center debido a un ataque al corazón.
La carrera de Henry (Nueva York, 1930) giró en torno a su guion para "The Graduate", el clásico del Nuevo Hollywood que, bajo la dirección de Mike Nichols, presentaba a un joven y dubitativo Dustin Hoffman ante la seductora señora Robinson (Anne Bancroft).
Henry recibió una nominación al mejor guion adaptado por "The Graduate", pero esa estatuilla fue a parar a Rod Steiger por su trabajo en "In the Heat of the Night" (1967).
"The Graduate" recibió siete nominaciones a los premios de la Academia de Hollywood, aunque, finalmente, solo pudo anotarse el reconocimiento a la mejor dirección para Nichols.
Los créditos oficiales de "The Graduate" incluyen a Calder Willingham como guionista, pero se trata de una formalidad legal: Nichols desechó el guion inicial de Willingham y apostó por Henry para escribir la cinta, pero el primero exigió (y consiguió) ante el Sindicato de Guionistas que su nombre fuera también incluido.
La carrera de Henry como guionista incluye otras cintas muy destacadas como "What's Up, Doc?" (1972) de Peter Bogdanovich.
Henry también se sentó en la silla de director y, por ejemplo, codirigió junto a Warren Beatty la película "Heaven Can Wait" (1978), que protagonizó el propio Beatty junto a Julie Christie.
Este filme le dio a Henry su segunda nominación al Óscar, esta vez en el apartado de mejor dirección, aunque de nuevo se quedó sin premio: el galardón al mejor director fue en esa ocasión para Michael Cimino por "The Deer Hunter" (1978).
Además, Henry fue el cocreador junto a Mel Brooks de la popular comedia televisiva "Get Smart".
Y en la pequeña pantalla también fue muy popular en Estados Unidos por ser una de las personalidades habituales de "Saturday Night Live" en los primeros años de este extraordinariamente longevo programa de comedia que se emite desde 1975.
“Superagente 86”: un espía torpe, la 99, el zapatófono y la maldición de la que los actores no pudieron escapar
Estaciona el descapotable en la calle. Sale corriendo y se mete dentro de un edificio. Baja las escaleras. Es un hombre de mediana edad, ágil (repiquetea por los escalones), vestido con sobriedad y elegancia, con gestos firmes, adustos.
Está alerta: mira hacia los costados. Luego recorre un profundo pasillo, las puertas se abren a su paso. Blindadas o con rejas, a todas se las ve sólidas e impenetrables. Alguna se levanta, otra se desliza hacia uno de los lados, en una las dos hojas se corren al llegar el hombre de paso decidido.
Al final del camino, una cabina telefónica. Marca un número y cuelga el auricular. Gira hacia cámara, se cruza de brazos y desaparece tragado por el piso de la casilla.
Mientras todo eso ocurre suena una música, que con vientos y cuerdas, suma suspenso a la recorrida. Al final, la banda sonora adquiere humor y acompaña la desaparición del hombre con un remate que modifica el tono.
Así era la secuencia de títulos de El Superagente 86. Secuencia que alguna vez fue elegida entre las diez mejores de la historia de la televisión norteamericana. Ese pequeño prólogo anticipaba de manera perfecta lo que estaba por venir; el tono estaba plantado, casi como en ninguna serie, de manera magistral.
El Superagente 86 (Get Smart en idioma original: un título que juega con la -poca- inteligencia de Maxwell Smart, con su apellido y su elegancia) estuvo en el aire durante 5 temporadas entre 1965 y 1970. 138 episodios de menos de media hora que se convirtieron en objeto de culto y en motivo de carcajadas para varias generaciones.
En los 70 los agentes secretos gozaban de un vigor extraordinario en el mundo del espectáculo. La saga James Bond estaba comenzando y en la televisión triunfaban series como El agente de CIPOL y Yo, espía con Bill Cosby.
En la vida pública, con la Guerra Fría dominando las conversaciones y las preocupaciones públicas, la temática generaba un interés innegable.
EFE
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