A más de 9.500 km de Londres y a otros 12.000 km de Hollywood: viajamos especialmente hasta el Lejano Oriente, entre 14 horas de vuelo y otras 16 horas en el futuro por la diferencia horaria, para encontrarnos con una de las estrellas más jóvenes del 4to Festival Internacional de Cine de Macao. Y en una cálida y abierta conversación, Lily James aceptó la idea de repasar los mejores momentos que vivió en la fantasía del cine, detrás del vivo rol de Cenicienta en Cinderella o la más joven versión de Meryl Streep en Mamma Mia, además del nuevo universo de Netflix, donde está por revivir la película de Alfred Hitchcock, Rebecca.
—¿Estar en China, en Macao, te hace pensar en la posibilidad de trabajar en rincones más remotos de Hollywood?
—Me encantaría. Honestamente estoy muy feliz de estar en Macao, y pienso explorar la ciudad mañana. El Festival de Cine me parece increíble y realmente me hubiera encantado ver muchas más películas… Pero sí, quiero trabajar en la mayor cantidad de espacios, con la mayor variedad posible. Así que definitivamente me encantaría pasar más tiempo, en 2020, siendo más específica en el trabajo que haga. Ya veremos.
—¿Qué tan difícil es encontrar buenos personajes femeninos en el cine, hoy, para actrices jóvenes, de tu edad?
—Supongo que ahora estamos prestando mucha más atención a la falta de personajes femeninos. Bueno, tampoco es que faltaban, pero no nos estaban prestando atención o no había demasiadas directoras y guionistas mujeres. Y ahora estamos teniendo más personajes femeninos, con historias que tanto queremos y necesitamos. El próximo rodaje que me toca está escrito y dirigido por una mujer que se llama Emily Mortimer. Va a sorprender. Me considero una persona con mucha suerte, porque yo tuve personajes femeninos realmente increíbles. Ahora… tampoco me inclino por roles femeninos con carácter fuerte. Solo busco mujeres con quien pueda identificarme o al menos entienda la historia, cómo pueden estar sufriendo. Ya sabes… fuerza, debilidad, brillo y locuras, es lo que quiero encontrar en un personaje.
—¿Es posible encontrar hoy en Hollywood directoras y guionistas mujeres jóvenes?
—Supongo que sí. Hace poco filmé una película llamada Little Woods, y la dirigió Nia DaCosta, que tiene un par de años menos que yo. Y había sido su primera película. Increíble. Habíamos hablado primero por Skype y enseguida quise trabajar con ella. Eramos yo y Tessa Thompson, en una historia sobre hermanas, producida totalmente por mujeres. Fue la primera vez que estuve rodeada, en un estudio de cine, solamente por mujeres. Realmente fue increíble. Me encantó la inspiración y el apoyo entre todas. Y supongo que lo vamos a ver mucho más. Es lo mejor que pudo haber pasado en Hollywood.
—¿También se siente un cambio en el mundo del cine, a la hora de comparar la superproducción de Disney con Cinderella, y tu próxima película, Rebecca, de Netflix?
—Trabajar con Netflix es maravilloso porque permiten que los directores y productores trabajen libremente. Son muy generosos. Tuve dos experiencias con Netflix, y las dos fueron muy buenas, hasta ahora. Y ahora están estrenando también en cine... porque lo triste con Netflix es pensar que nuestras películas no se iban a ver más en una pantalla grande. Pero ahora lo están haciendo también. Por eso me parece genial, y además apoyan mucho el cine independiente. Los dos trabajos que tuve con ellos jamás pude haberlos hecho sin Netflix.
—Ya que tocamos el tema… ¿qué tan diferente es el trabajo del actor entre el rodaje de cine o una serie de Netflix?
—Yo creo que es igual. Incluso en teatro, la gente piensa que hay una gran diferencia entre el teatro y el cine, pero yo no sé si es tan así. Obviamente se necesita proyectar más la voz arriba de un escenario, y la actuación puede llegar a ser un poco extrema. Pero Meryl Streep a veces es así en el cine y siempre con tanta verdad, siempre tan humana y real… Supongo que para un buen actor, el trabajo es siempre el mismo. No sé… no me parece que haya demasiada diferencia entre la televisión y el cine. En TV se trabaja más rápido y se vive un personaje mucho más tiempo. Eso es bueno. Yo pasé de los 13 a los 20 años en un día (risas). Fue bastante confuso. Pero más allá de la velocidad, el trabajo delante de una cámara es el mismo.
—¿Si te dieran a elegir entre el cine o Netflix...?
—Yo pienso en términos del proyecto. En TV, en especial con todas las series que hay en Netflix y Amazon… hay trabajos que asombran, con excelentes directores. Antes solamente queríamos hacer cine, y ahora el nivel es muy parejo. Por eso, depende del proyecto en sí, al menos para mí.
—¿Y si te piden una prueba de audición?
—Hace muy poco tuve una prueba de audición en algo que ni siquiera conseguí (risas). Todavía hago audiciones, pero en general son reuniones para conocer a los directores, personalmente o través de llamadas de Skype.
—¿Pero es mejor cuando consigues en buen personaje sin tener que pasar por ninguna prueba?
—Amo las pruebas de audición porque puedo descubrir si realmente hago bien mi trabajo. A veces si me ofrecen un personaje sin siquiera probarlo… yo misma hago mi propia prueba de audición para darme cuenta cómo me sale. Creo que hoy todos, hasta los más grandes a veces hacen audiciones. Son muy frecuentes. Y aquellas veces que no pasamos por una audición, probablemente también la pasamos por la mente del director (riendo) aunque sea una audición muy secreta que nunca sabemos que habíamos participado.
—Al principio de tu carrera, cuando nadie te conocía, ¿las pruebas de audición no eran mucho más difíciles?
—Al principio son horribles, porque se siente que te juzgan y el instinto te lleva a tratar de demostrar demasiado que eres buena y esa energía puede jugar en tu contra. Resulta difícil acordarte de que hay que estar calmada, de que todo va a salir bien. Es como en una relación que recién empieza y juegan a hacerse difíciles. Lo mismo es con las audiciones. A mí me tomó mucho tiempo darme cuenta cómo calmarme, porque me ponía muy nerviosa. Me ponía toda colorada. Llegué a tomar algo de alcohol antes de las audiciones, al principio, porque no podía encontrarle la vuelta.
—¿Y ahora? Al momento de decidir, ¿es más fácil decir “No”?
—Es muy difícil decir “No”. Eso sí que no aprendí bien. Estoy demasiada agradecida por cada oportunidad, y me emociona tanto trabajar que no quiero dejar nada.
—¿Alguna vez te arrepentiste de haber dicho “No”?
—Sí. En especial después, cuando lo ví en el cine. Tampoco fueron muchos, pero hubo uno o dos personajes que me hubiera encantado hacer. Lo mismo pasa con los que no consigo (risas), aunque también siento que terminaron haciéndolo las personas correctas. Pasa algo muy extraño en ese sentido…
—¿Por qué?
—Hay cosas que por alguna razón yo no hice, y la otra persona terminó enamorándose en el rodaje y hoy están casados. Es como si todo estuviera destinado a ser como es.
—¿Qué otras actrices de cine te inspiran todavía hoy en tu trabajo?
—Siempre me gustó Amy Adams. Puede hacerlo todo. Se transforma. Mis amigos no me soportan porque cuando veo una película me paso el tiempo estudiando y examinando las actuaciones. Me apasiona ver lo que pueden hacer los actores. Me encantan también Michelle Williams y Cate Blanchett o Juliette Binoche, que también está hoy en Macao.
—A la hora de verte en una pantalla, ¿también lo analizas todo al máximo, criticando cada uno de tus movimientos?
—Tampoco examino a los actores para juzgarlos. Solo trato de absorber y ver cómo la gente se abre y se revela. No hay nada más excitante que ver algo así, cuando un actor te emociona y te inspira. Pero… sí (riendo) yo soy muy pero muy crítica conmigo. Es la parte que todavía estoy aprendiendo a controlar. Es mi ego… tengo que dejar de ser así. Con Rebecca, me gustó tanto filmarla que decidí no verla terminada, porque si no me gusta mi trabajo, es la mejor forma de evitarlo. Muchos actores lo hacen. No ven sus trabajos porque así es el proceso: nuestro trabajo tiene que ver con la experiencia de la actuación. No estamos involucrados en el resultado final. Y si no puedo dejar de criticarme, pienso dejar de verme.
Viniendo de una familia de actores ingleses, con el nombre completo de Lily Chloe Ninette Thomson, nació el 5 de abril de 1989, en el mismo condado de Surrey que vio nacer a otros grandes, como Julie Andrews, Christian Bale, Jacqueline Bisset y hasta Laurence Olivier. Siendo prima lejana de Meryl Streep, Lily también tuvo a la abuela Helen Horton, que había sido actriz de Hollywood, aunque sin demasiada fama, fue la señora Henderson en Superman III y la voz de la madre de Sigourney Weaver en Alien. Los padres, Ninette Mantle y Jamie Thomson también eran actores. Y aunque incluso es familiar lejana del ex presidente George Bush, prefirió seguir el camino de la actuación cuando se inscribió en Guildhall School of Music and Drama.
El verdadero nombre de Lily Thomson lo cambió por Lily James, cuando al inscribirse en el sindicato de actores se dio cuenta de que había otra actriz con ese mismo nombre y eligió el seudónimo de James, en honor al primer nombre del padre, que había fallecido de cáncer un tiempo antes, en el 2008. Habiendo empezado por el mundo de la televisión y el teatro, llegó después al cine con la producción de Warner Brothers Wrath of the Titans, antes de protagonizar la británica historia de unas corredoras profesionales que buscaban el título mundial en Fast Girls.
La fama y el reconocimiento internacional llegaron con el rol estelar de la viva versión del dibujo animado de Cinderella. Con Ansel Elgort, también filmó la superproducción de acción de Baby Driver, pero volvió con otro rol mucho más popular, al recrear en la ficción el familiar parentesco que realmente tiene con Meryl Streep, apareciendo con la versión joven de Meryl en Mamma Mia, Here We Go Again. El mundo de la música de Los Beatles la volvió a cautivar con el romance de Yesterday, aunque vuelve a los roles dramáticos con la próxima película Rebecca filmada especialmente para Netflix.
—¿Cómo fue aquella experiencia de filmar el éxito de la segunda versión de Mamma Mia? ¿Nunca sentiste la presión de tantas expectativas al tener que aparecer como una versión más joven de Meryl Streep?
—Fue un tremendo desafío, pero también siento que vivo con ese mantra donde todo lo que hago tiene que darme miedo. Es lo que sentí con Mamma Mia. Yo había visto la versión en teatro como ocho veces. Estaba obsesionada en mi adolescencia y sabía todas y cada una de las palabras de cada canción, pero yo también iba a llegar a la mitad… a la segunda parte de un éxito ya formado. Fue lo único que me hizo dudar. Pero después pensé que podía reinventar y descubrir este personaje. Fue una de esas extrañas excepciones donde además trabajamos en una isla durante siete semanas filmando en un barco, en la playa y el mar. Un sueño que no suele repetirse. Fue todo tan divertido… incluso viajé a Estocolmo para grabar con Björn (Ulvaeus), del grupo Abba. Fue maravillosa la experiencia de pretender que era una estrella de música pop.
—¿Tus roles de Cenicienta o la jovencita Donna, de Mamma Mia, están entre tus personajes favoritos, como para tus fans?
—La verdad, cada uno de los roles que interpreto tiene un impacto en mí y se quedan conmigo en diferentes niveles. Siento que ya forman parte de la persona que soy, en especial cuando pasé los 20, en el momento en que todos tratamos de averiguar quiénes somos, en cierta forma. Es por eso que no puedo señalar ningún personaje como un favorito. Todos forman una parte de mí. Me pasó ahora con Rebecca, me costó mucho dejarla ir. Me dio miedo, porque es alguien muy ansiosa inconscientemente, y llegué a tener ataques de pánico durante varias semanas. No podía sacarme el personaje de encima.
—¿Es la misma película Rebecca que habían protagonizado Laurence Olivier y Joan Fontaine?
—Sí, pero esta vez la filmamos para Netflix. Es una historia increíble, con una especie de romance gótico de suspenso y terror bastante oscuro. Hitchcock había filmado la versión original, pero está es muy diferente. Ya vas a ver.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: