Terminaba noviembre y era tarde, Enrique Iglesias veía una película al lado de sus mellizos, Nicholas y Luzy, quienes, estaban dormidos ante ese eterno cansancio que da la infancia. El cantante de 44 años se puso reflexivo bajo la inmensidad de su casa de Miami, ahí, se sirvió un vodka y dejó que sus pensamientos se materializaran.
El cantante que toda la vida se había negado a ser parte del linaje artístico de su padre, Julio Iglesias, al parecer se había domado el carácter y por fin, le hizo caso a la sangre.
Enrique Iglesias conversa para ICON, en un platica sincera y abierta, como nunca habíamos visto al artista, quien, entre otras cosas, es un apasionado de su vida privada y de la seguridad dentro de las puertas de su hogar.
“Enseguida cogió el teléfono. Tuvimos una conversación muy bonita. Estaba bien de ánimo. Fue una conversación de esas en las que eres consciente de que es especial. Me reconfortó mucho”, reveló el cantante a las páginas de ICON.
Ahí, donde un artista deja de ser intocable, al enfrentarse a problemas y discusiones cotidianas al resto de los fans que, alguna vez se han enfadado con los padres por no querer soltarlos para volar.
Enrique Iglesias y su padre, Julio Iglesias, siempre estuvieron rodeados de grandes similitudes independientemente de su voz, aunque fue el éxito el peor enemigo de ambos, primero el padre al ser un fenómeno en Europa le hizo distanciarse todo el tiempo de casa, más tarde Enrique fue empujado a los cuernos de la luna, para quitarle el tiempo de recuperar esa relación.
Ambos, siempre, eran blindados por su equipo de trabajo, quienes, durante las temporadas de promoción evitaban a toda costa de ser abordador respecto uno del otro, era un tema prohibido, incómodo que, al quedar expuesto en alguna conferencia de prensa de manera irresponsable, era matizada para pasar siempre a temas más importantes.
Enrique quitó por fin el muro ante una charla respetuosa, en la que habló de total separación que tuvo su padre, la cual quiso restablecer 12 años después sin mucho éxito.
“A los 18 años me separé de mi familia por completo. Y fue difícil. Me fui y durante diez años no tuve absolutamente ningún contacto con mi padre. No empecé a tener contacto con él hasta que falleció mi abuelo. Son muchos años. Sufrí mucho. Pero lo que sentía por mi música me daba fuerza. Y, sobre todo, perseguía el objetivo hacerlo a mi manera”, comentó a ICON.
Julio Iglesias es el máximo cantante español con poco más de 300 millones de discos vendidos alrededor del mundo y, aunque la época moderna no permita jamás igualar esas cifras de venta en copias físicas, Enrique Iglesias es un digno legado de su dinastía, pues su música ha llegado a más lugares que los de su padre, las fotos en sus redes sociales llegan a millones de reproducciones todos los días y es considerado además de un extraordinario cantante, un padre ejemplar.
Enrique, también recuerda para ICON, al lugar al que huyo con 18 años y que le hizo cimentarse para ser ahora uno de los intérpretes más respetados de la industria y el que incursionado en más géneros incluido la bachata y el reguetón.
“Hice las maletas y me fui a vivir a Canadá. Sin pensarlo mucho. Me fui allí porque sabía que era como vivir en Estados Unidos, pero no conocía absolutamente a nadie. Como no conocía a nadie me podía concentrar en mi música y trabajar”, compartió para la publicación española.
Julio Iglesias, por su parte, hasta el momento no ha dado declaraciones a esta que sería una gran noticia para cualquier padre y en la antesala de navidad.
Al final, pesé a la fama, discos vendidos, Grammys, fans y problemas mediáticos, está la familia, la sangre y es bueno saber que hasta los problemas más duros pueden arreglarse.
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