Todos hemos sido inquilinos de la famosa vecindad del Chavo de alguna manera, ahí conocimos personajes entrañables que conmovieron generaciones enteras con risas contagiosas y lágrimas por la ternura de ese niño del barril que al parecer estaba completamente solo.
Aquella vecindad creada en la imaginación de Roberto Gómez Bolaños en 1971 albergaba recuerdos de un niño inquieto que no la pasó nada bien en su infancia y que trataba de situar lugares familiares a sus recuerdos.
De ahí surgió entonces un niño huérfano de 8 años, el cual se escondía el día entero en un barril para vivir de la caridad de los inquilinos de la vecindad y que hacía una incómoda amistad con Quico, un niño sin una vida de carencias, hijo de doña Florinda, una madre sobreprotectora que hacía un gran esfuerzo para ponerlo a línea.
Al lado de ese departamento, se encontraba también una familia interesante, don Ramón, un padre aparentemente soltero que educaba a la luz de sus ojos, la Chilindrina. Una niña que lloraba todo el tiempo porque en el fondo siempre extrañaba a su mamá.
Doña Nieves, madre de don Ramón, también estaba dentro de las paredes de la afamada vecindad al igual que doña Clotilde, una mujer completamente sola que se fue amargando con el tiempo por no encontrar un amor, su carácter duro la hizo ser apodada la Bruja del 71.
Y la normalidad de la vida que transitaba en un barrio cerca de la imponente calle de Insurgentes, México también atraería a un profesor enamorado de la madre de su alumno y un cartero cansado por los años que venía del pueblo de Tangamandapio y aprovechaba el patio de la vecindad para descansar de su cansada rutina.
El dueño de la vecindad también era parte importante, Zenón Barriga y Pesado llegaba cada día 15 a recolectar la renta mensual de todos los departamentos, la aparente exigencia de la mayor autoridad en la vivienda, y se ganó el apodo de Señor Barriga, quien también estaba casado con una moderna mujer de negocios y tenía un hijo llamado Ñoño, brutalmente consentido.
Y por un largo tiempo todo fueron risas, buenos momentos, lecciones aprendidas, hasta el primer deceso que ocurrió en esa familia, la de don Ramón, que en la carne de Ramón Valdés moría a consecuencia de un cáncer de estómago en 1988.
Su muerte cimbró a su eterna niña, la Chilindrina, pero aun fuera de ese personaje, María Antonieta de las Nieves padecía la ausencia, quien también fuera de escena lo llamaba “papito”. La eterna enamorada de don Ramón, la Bruja del 71 también se carcomía el alma, pues era la actriz española Angelines Fernández la mejor amiga del hermano del Loco Valdés.
Era 1994 y los medios de comunicación en México y Latinoamérica anunciaban otra muerte, la de Angelines Fernández, la Bruja del 71 perdía la batalla contra el cáncer de pulmón.
Los integrantes de la vecindad habían aprendido que pese al éxito y el triunfo televisivo ante la muerte no podía uno esconderse. Chespirito hablaba de eso sereno ante el conductor de noticias Jacobo Zabludovsky, que le cuestionaba la eternidad en la memoria de la gente.
Ese mismo año, Tangamandapio se paralizaba, y era su luto la razón de conmover a un país, el actor Raúl Chato Padilla moría sorpresivamente en la Ciudad de México a causa de un infarto al miocardio, ahora ya no habría más cartas en esa vecindad que poco a poco se iba haciendo inmensa ante la ausencia de los inquilinos.
Mucho tiempo después de la transmisión de la vecindad del Chavo seguía siendo entrañable y comenzaban de manera justa los homenajes a través de Latinoamérica.
Aquellos actores tenían títulos altos en cariño y prestigio. Era 1999 y Chespirito perdía a su hermano de fórmula, y era Horacio Gómez Bolaños quien a consecuencia de un ataque al corazón colgaba en la eternidad a su personaje de Godínez, un niño de la escuela que compartía con el Chavo la mayoría de las travesuras que le hacían al profesor Jirafales.
En marzo de 2012, una transmisión simultánea a través de México, Estados Unidos y Latinoamérica daba vida al programa América celebra a Chespirito, ahí se reconocía a un Roberto Gómez Bolaños cansado, con dificultad para respirar y apenado por ser homenajeado.
Dos años pasaron con normalidad, entre más y más datos de la que fuera la serie más emblemática de la unión hispanoparlante.
De pronto, lo impensable, Roberto Gómez Bolaños moría a los 85 años, el 28 de noviembre de 2014 y, con él, ese niño de 8 años se volvía eterno.
En 2016, Rubén Aguirre moría de pulmonía y con él, el legado de un impaciente maestro que decidía aprender de los niños que giraban a su alrededor.
La vecindad del Chavo fue transmitida en gran parte del mundo y siempre funcionó como un proyecto entero y entrañable. Duró 10 años, con 290 episodios únicos de principio a fin a través de 8 temporadas, dejando huella a través de historias bonitas con un mensaje clave para entender a fondo la sociedad mexicana e idiosincrasia latinoamericana a través de la inocencia de un niño y un inservible barril.
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