El príncipe Andrés, uno de los cuatro hijos de la reina Isabel II de Inglaterra, violó las estrictas medidas de seguridad del Palacio de Buckingham para recibir un masaje en su habitación. Dicha revelación la dio a conocer Monique Giannelloni, la mujer que fue invitada por el duque de York al palacio después de ser presentada por Ghislaine Maxwell, la supuesta madame del fallecido financista Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual.
Giannelloni estaba trabajando en una clínica en Kensington y haciendo visitas a domicilio en el momento del encuentro real el 30 de junio de 2000, y tenía a Maxwell entre sus adinerados clientes. Después de una cita, la acusada de contratar jóvenes para Epstein, le dijo: “Voy a presentarle a alguien más famoso que Dios”.
Había estado en la casa de la socialité en el exclusivo barrio de Belgravia en dos ocasiones y le había dado un masaje con Epstein presente. Inicialmente dijo que nunca había oído hablar del famoso financista, quien le preguntó cuando se conocieron: “'¿No sabes quién soy, cariño? Deberías leer los tabloides. Soy una celebridad'”.
Más tarde, Monique la investigó en línea y la vio fotografiada con Andrés en una boda. Luego se dio cuenta de que era la hija del magnate de los medios de comunicación Robert Maxwell: “Cuando me habló de esa persona más famosa que Dios, pensé que podría haber querido decir un actor o algo así. Nunca en mis sueños más locos pensé que sería realeza”.
Unas semanas más tarde, Monique recibió una llamada de Charlotte Manley, la entonces secretaria privada del duque, invitándola a darle un masaje al hermano de Carlos de Inglaterra. Recordó que estaba “muy nerviosa” por la invitación al Palacio de Buckingham.
En un alarmante conjunto de fallas de seguridad, Monique llegó al palacio y los guardias simplemente le pidieron el número de registro de su automóvil antes de ingresar. Ella no cree que se le hayan hecho verificaciones de antecedentes tras la llamada de Manley. En declaraciones con el tabloide Daily Mail, Monique dijo: “Fue muy fácil entrar al palacio y me molestó porque podría haber sido cualquiera”.
“No conocía a Andrés y nunca conocí a nadie de la casa real. Nadie me conocía. Un oficial de Protección Real no me habló ni me hizo ninguna pregunta. Nadie revisó mi bolso cuando llegué o cuando me fui. Ciertamente esperaba verificaciones de seguridad más estrictas”, explicó Giannelloni, que hoy es madre de dos hijos y dirige un restaurante en el sur de Francia.“Caminar por el Palacio de Buckingham fue algo que nunca podría haber imaginado en toda mi vida”.
Giannelloni detalló que el príncipe Andrés la recibió en la puerta de la habitación vistiendo una bata de baño y le dio un masaje desnudo debajo de una toalla en una mesa junto a una foto de su ex esposa Sarah Ferguson y sus dos hijas, las princesas Beatrice y Eugenie.
En su entrevista exclusiva con el tabloide británico, también habló sobre la famosa fotografía de Andrés junto a una de sus víctimas Virginia Roberts, también conocida por el apellido de casada, Giuffre, tomada en la casa de Belgravia de Maxwell en el año 2001.
En sus declaraciones para la BBC, el hijo de la reina Isabel II sugirió que la imagen podría haber sido trucada, y dijo que nunca había estado en la residencia de Maxwell en Londres. Pero Monique confirmó que la fotografía fue tomada en el piso de arriba de la casa de Maxwell y dijo que la habitación donde masajeó a Ghislaine está a la izquierda.
La estrecha amistad del hijo de la monarca con Epstein, quien se suicidó el 10 de agosto en una cárcel de Nueva York mientras esperaba un juicio por cargos de tráfico sexual, explotó en Reino Unido y lo obligó a retirarse de sus deberes reales. Sus declaraciones a la BBC dañaron la imagen de la casa real británica ante la opinión pública.
En ella, negó repetidamente las denuncias de Roberts que aseguró que fue abusada tres veces por él y alegó que la fotografía con la joven que lo denunció había sido editada para perjudicarlo. El duque de York podría tener que declarar ante el FBI sobre su implicación en el caso de explotación sexual.
La prensa británica ha señalado que la reina Isabel II, de 93 años, le ha pedido que abandone el palacio de Buckingham, donde tiene sus oficinas. Y además decidió cancelar la gran fiesta de cumpleaños de 60 del que fue siempre su hijo favorito.
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