(Enviado Especial a Zurich) - Manteniendo el más clásico aura como estrella de cine, con un elegante smoking acompañado por un bastón que ni siquiera necesita o los lentes oscuros en medio de la noche, Donald Sutherland llega con los perfectos accesorios a la alfombra verde del mismo Festival Internacional de Cine de Zúrich donde el año anterior le habían entregado el premio máximo en reconocimiento de su carrera. Y devolviendo el honor, él ahora estrena la nueva película ‘Una Obra Maestra’ (The Burnt Orange Heresy). Pero antes, en una charla abierta, recordó los mejores momentos de su vida, reflexionando sobre el éxito y el factor de la suerte a la hora de seguir trabajando, con la misma pasión del primer día… medio siglo después.
- ¿Qué significa la actuación para Donald Sutherland hoy?
- La vida de un actor está repleta de ansiedades. Y esa misma ansiedad va directo al corazón. Se manifiesta en inseguridades y una paranoia que también se manifiesta en tormentos, el tormento de que artísticamente, la mente creativa pueda desaparecer en cualquier momento. Hasta cuando buscas un trabajo piensas que no lo vas a conseguir y cuando lo consigues crees que nunca vas a conseguir otro.
- ¿Y cómo logra mantener la misma pasión después de tanto tiempo?
- Ahí la culpa es de mi esposa que me manda a buscar trabajo (Risas). Es algo interminable.
- ¿Alguna vez pensó en jubilarse?
- - El lema en Hollywood es “Los Actores no se retiran, siempre están buscando trabajo” y mientras buscas trabajo sigues con miedo, pensando que no lo vas a conseguir. Pero necesitamos confrontar también dos demonios: El rechazo y la humillación. Pero por sobre todo, en algún momento vemos un dedo señalándonos con alguna oportunidad. Y al decir oportunidad me refiero a la suerte. Mala suerte y buena suerte.
- ¿Cuál diría que fue su mejor momento de suerte?
- Con mi esposa Francine (Racette), estábamos parados en la fila de un cine, en 1978, en Westwood Boulevard, en Los Angeles, para ver ‘Coming Home’ con Jon Voight y Jane Fonda. Y el hombre que estaba frente mío se dio vuelta para preguntar “¿Es usted Donald Sutherland?”. Yo le dije “Sí” y él me dijo “Se ve muy bien”. Le agradecí mientras buscaba una pluma para firmarle un autógrafo, cuando él me dio su tarjeta. Me dijo “Soy Bob (Robert H.) Solo. Estoy produciendo una película con United Artist y me gustaría que vengas a verme mañana”. Le apreté la mano a mi esposa y entramos al cine. A la mañana siguiente, fui a United Artist en los estudios MGM y Bob Solo estaba ahí, con el director Philip Kaufman. Entramos a una sala donde Philip estaba dirigiendo ‘The Invasion of the Body Snatchers’ y esa misma mañana me contrataron para ser el protagonista. Volví a casa y llevé a mi esposa a almorzar afuera. Había conseguido trabajo.
- ¿El éxito es imposible sin buena suerte?
- La suerte solo te consigue oportunidades. Hay que estar preparado para aprovecharlas. Hay que saber encender el fuego, mantenerlo caliente, aprender lo que se necesita aprender, para verte bien cuando estés parado en alguna fila. Yo era el último de los últimos seis de ‘Los Doce del Patíbulo’ (The Dirty Dozen). En otras palabras, yo era un canadiense entre los americanos que vivíamos en Londres y al ser residentes podíamos trabajar sin visa, sin cobrar demasiado. Y así nos contrataron a los seis de menor importancia. Yo apenas tenía una frase en el guion original “Número dos, señor”. Ese era mi único diálogo.
- ¿Pero aquella película terminó siendo también el principio de su éxito?
- Sí. Charles Bronson, Telly Savalas y Clint Walker, eran todos estrellas. Ya estábamos por empezar a filmar cuando Clint Walker se levantó y dijo “No creo que sea correcto para mi, como estrella de Hollywood, representar a los indios norteamericanos en el sentido de este personaje. No me parece correcto para mi interpretar esta estúpida escena donde tengo que pretender ser un general”. Y señalándome dijo “Que la haga el de las orejas grande”. Cambió mi vida por completo. Ingo Preminger, el hermano del director Otto Preminger vio aquella escena donde mi personaje pretendía ser un general y terminaron ofreciéndome el rol protagónico de otra película que estaban por hacer. Acepté. La película era ‘MASH’ y volvió a cambiar mi vida.
- ¿Recuerda la primera audición que tuvo?
- La primera audición que tuve fue con una película de 1962. Se llamaba ‘Four O’Clock in the Morning’.
- ¿Consiguió aquel trabajo?
- ¿Te cuento? A la mañana siguiente de aquella audición yo esperaba ansioso la llamada de mi representante. Pero mi representante nunca me llamó. Pero el teléfono igual sonó. Era el productor, con el guionista y el director, todos juntos para hablarme. Y te hablo de 1962. Ni siquiera sé como hicieron algo así, pero uno de ellos dijo “Queríamos llamarte, juntos, para decirte lo impresionados que quedamos y queríamos explicarte la razón por la cual… no te elegimos” (Risas). Ya no me interesaba escucharlos más, pero él siguió diciendo “La razón por la que no te elegimos es porque siempre pensamos para este personaje, en alguien que se viera como cualquier hijo del vecino y para ser absolutamente honestos, no te ves para nada como ningún vecino que nosotros conozcamos” (Risas). ¿Te dije antes que tenemos que acostumbrarnos al rechazo y la humillación?
- ¿Le pasó algo así con alguno de los grandes directores con los que trabajó después?
- Yo trabajé con grandes directores como Federico Fellini. Y me acuerdo que una vez un periodista le preguntó por qué había elegido a Sutherland y él le dijo “Contraté a Sutherland, porque él tiene los ojos de un masturbador” (Risas) Ahora, yo siempre me pregunté... ¿Cómo lo supo? (Más risas).
- ¿Extraña algo en particular de la década del 70?
- Mi juventud (no puede parar de reír).
- ¿Cuánto cambió la forma de hacer cine? ¿Desde el punto de vista del actor sigue siendo igual?
- No puedo darte una respuesta satisfactoria porque a mi me encantaba la forma en que trabajábamos en los años 60 y 70. Me gustaba ver alguna escena con el director sentado frente a la cámara y hoy no lo puedo hacer, porque por lo general están en una estúpida sala viendo la grabación en video, en una pantallita. No es la forma que a mi me gusta trabajar. Prefiero el contacto directo con el director.
- ¿No suena para nada extraño que nunca haya sido nominado al Oscar en más de 50 años de carrera?
- (Riendo) No pude... nunca me nominaron, pero me dieron uno al menos. Me dieron un Oscar honorario, en el 2017.
En tiempos que los actores se quejan por la falta de trabajo, con 84 años cumplidos, Sutherland estrena en menos de un año, nada menos que cuatro producciones de cine totalmente diferentes. Todavía están proyectando Ad Astra que filmó con Brad Pitt, aunque falta estrenar Backdraft II con la continuación del éxito de 1991, además de American Hangman sobre el último juicio de un juez retirado, donde el jurado es el público que lo mira por Internet. Y cuando en la vida real, hay quienes pagan fortunas por una simple firma del Rolling Stone Mick Jagger, en la ficción del cine de Obra Maestra él es el coleccionista que quiere pagar una fortuna por el trabajo de un artista como él.
- ¿Al momento de decidir cómo representar un nuevo personaje, sigue algún método en particular? ¿Mantiene alguna fórmula en particular para trabajar?
- No sé si relamente sigo un método de actuación en particular. Puede sonar estúpido pero es verdad: yo siento que el personaje me informa como quiere que yo lo interprete. Aunque lo haga después bien o mal, no lo sé. Alguien dijo una vez “El secreto de la actuación es la honestidad y una vez que aprendas a fingirla, ya estás listo” Tenía razón y estaba equivocado. No se puede fingir. Hay que encontrar la verdad, de otra forma, nada es bueno.
- ¿A la hora de ver otras actuaciones suele criticarlos incluso si el actor es su hijo Kiefer?
- No. Las actuaciones te gustan o no te gustan. Pero mi familia es mi familia y cuando trabajan, me encanta todo lo que hacen. Yo solo critico cuando alguien me roba algo una frase yo dije antes (Vuelve a reír).
- ¿Qué mundo imagina para las próximas generaciones?
- Perdimos dos millones y medios de pájaros... Cuando vas con el auto, en el verano, ya no hay más insectos en el parabrisas... Supongo que podemos intentar lo que sea, pero el nivel de ganancias es demasiado grande. El jefe de los indios Lakota, Toro Sentado dijo al ver los invasores europeos “El amor por la posesión es una enfermedad que traen con ellos”. Lamentablemente no tengo una respuesta para darte, más que dolor por el mundo que van a vivir mis nietos.
- ¿Y si pudiera elegir hoy las últimas palabras de su vida, qué le gustaría decir?
- Tal vez diría ¿“Todavía no”?
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