Hace poco más de una década, el mundo conoció el nombre de Megan Fox. En 2007, había logrado el papel de Mikaela Banes en "Transformers", y su rostro aniñado y felino no tardó en acaparar las portadas y páginas de las revistas del corazón. Favorita de los fotógrafos en las alfombras rojas y comparada hasta la saciedad con Angelina Jolie, Megan Fox se convirtió a sus 20 años en una de las prometedoras estrellas juveniles del cosmos fastuoso de Hollywood.
Pero igual de rápido que llegó a la cima, todo lo que había logrado se esfumó.
La reconocida actriz se alejó de los focos. De las alfombras rojas. De los sets de rodaje y de los reflectores ansiosos de los paparazzis. Discreta y sin hacer ruido, se desvaneció de la escena de Hollywood para "sanar". Y ahora, mucho tiempo después, rompió su silencio y contó cómo las críticas feroces la consumieron poco a poco en aquella época.
En una sincera entrevista con el programa de Fox "Entertainment Tonight", explicó que todo comenzó a torcerse tras el estreno de la película "Jennifer's Body", en 2009. La mala acogida que tuvo la producción pareció empujar a los medios y al público a promocionar una campaña para destruirla.
"Me estaban pasando tantas cosas en ese momento, que las críticas a la película no estaban en el top [de mi lista de preocupaciones]. Porque tenía una relación tan tensa con el público, con los medios de comunicación y con los periodistas, y estaba luchando tanto en ese momento, que eso no me resultó particularmente doloroso. Sólo era parte del conjunto", apuntó la actriz.
Tras el lanzamiento de "Jennifer's Body" se sintió sola. Atacaban su cuerpo, su interpretación, sus actitudes, sus looks… Cualquier detalle se convertía en una excusa para derribarla, o al menos así lo sentía ella. Ni siquiera la apoyaron grupos feministas, a pesar de que la industria de Hollywood había sexualizado su cuerpo desde que era una adolescente.
"Aunque yo misma me consideraba feminista, creo que las feministas no querían que fuera parte de su grupo. ¿Qué sentido tiene apoyar a otras mujeres si sólo hay un grupo de ellas a las que puedes respaldar? ¿Si tengo que ser académica o no resultarte intimidante [para que me apoyes]? ¿Por qué no puedo ser parte de tu grupo yo también?"
La actriz, que ahora tiene 33 años, reveló que quiso denunciar varios casos bajo el movimiento #MeToo, pero no lo hizo porque sabía que la tacharían de "víctima perfecta". Tras la película, decidió alejarse de todo, "esconderme y sanar".
Creo que sufrí un verdadero colapso psicológico. No quería hacer nada. No quería que me vieran. No quería tener que tomarme una foto, salir en una revista, o caminar por una alfombra. No quería que me vieran en público para nada porque… pensaba que se burlarían de mí o que me escupirían, o me gritarían, o que la gente me iba a apedrear o a atacarme por salir al aire libre o por lo que fuera
A la relación "tensa" que mantenía con los medios y el público, se sumó la baja autoestima. No se sentí guapa, ni inteligente, ni capaz.
"Yo no estaba perfecta, o estaba demasiado gorda o demasiado delgada. Era estúpida, u ofensiva. Era un desperdicio o una mala actriz. Cualquier cosa que pudieras decirme, yo ya me había sentido así, porque creía que el mundo no me iba a aceptar, así que pasé por un momento muy oscuro después de eso".
La maternidad le ayudó superar aquella difícil etapa. Hoy, tiene tres hijos con su esposo Brian Austin Green: Bodhi Ransom, Journey River y Noah Shannon. Sin embargo, ser madre también tiene sus desventajas en Hollywood.
"No es algo realmente respetado en esta industria. Se considera un handicap. Y eso es lamentable porque no se reconoce que hacemos malabares, lo que estamos haciendo".