Diego Soldano nació en Argentina, fue gerente de un banco, tuvo un comercio y una peluquería, pero a los 39 años decidió armar las valijas y empezar a vivir de lo que realmente quería: la actuación. Pisó por primera vez un set de televisión en México y con apenas 50 años de edad y diez de carrera, Soldano se ganó un sólido lugar en el medio, trabajando en las telenovelas más importantes del mercado latino. Actualmente está grabando la segunda temporada de La Doña, con Aracely Arámbula y Carlos Ponce.
No se considera lindo, se considera simplemente actor, y es consciente de que la suerte lo acompaña: "Hace diez años que estoy surfeando esta ola y vivo de lo que me gusta".
A la hora de hablar de la industria, asegura que si existe un papel por el que compiten cuatro actores, hoy eligen al que más seguidores tienen. Ya no se castean actores, se castean youtubers, instagrammers, influencers, y que muchas veces no han estudiado nada, pero tienes dos millones de seguidores y se aseguran esa audiencia para cualquier ficción.
—¿Cómo estás y qué haces en México?
—Estoy muy bien y trabajando en esta bella ciudad.
—¿Cómo llegaste a convertirte en actor?
—Siempre me gustó, desde muy chico; y a los 18, 19 años, empecé en un grupo de teatro en Buenos Aires. Se llamaba el Grupo Humano de Teatro, y lo regenteaba el gran Eduardo Serdá, un productor con mucho amor a la actuación, así empecé, con mis amigos. Ahí me picó el bichito de la actuación, luego recalé con distintos maestros, con Julio Chávez, con Javo Rocha.
He tenido unos cuantos años de teatro toda mi vida, hasta la actualidad, pero la primera experiencia fue aquel grupo humano de teatro con mis amigos.
—¿En Buenos Aires llegaste a trabajar en algún proyecto importante?
—Hice una obra dirigida por Mellino, que se llamaba Loca juventud, y esa fue… pero nunca trabajé en la tele de mi país. El primer estudio de televisión que pisé fue acá, en México.
—¿Te gustaría hacer televisión en Argentina?
—Sí, me gustaría, porque es tu país, es tu idioma, me gustaría hacer algo en Argentina, pero no lo vivo como una asignatura pendiente, si no se da no se da. Yo mientras pueda, para mí ya es un regalo. Imagínate que me dedico a esto profesionalmente desde los 40 años, tengo 50, nada más que diez años, un actor de 50 años ya tiene una trayectoria enorme, porque empezó a trabajar a los 18, 20, 30…
Yo no tengo ese backup, sí tengo diez, doce años de talleres de teatro y de formación… lo que tengo es suerte… Dije "voy a ser actor y voy a vivir de esto y voy a cumplir mi sueño", hace diez años que estoy surfeando esta ola …
Me gustaría hacer algo en Argentina, pero no lo vivo como una asignatura pendiente, si no se da no se da
—¿Antes de ser actor de qué trabajabas?
—Fui gerente de un banco ocho años, tuve un comercio allá, una peluquería, tuve muchas cosas en mi vida y me divorcio y empiezo de cero, de nuevo, tuve un revés económico también muy grande, demasiado…
—¿Cómo llegaste hasta aquí?
—Replanteándome lo que me apasionaba… Tenía 39 años y dije "si no hago lo que me gusta ahora, ¿cuándo?". Gabriel Machado me dio una mano con eso…
—¿Quién es Machado y cómo te ayudo?
—Gabriel Machado era amigo mío, él es un prestigioso fotógrafo argentino, y teníamos una relación comercial también, porque tenía una peluquería e iba gente a peinar a sus producciones, estaba muchas veces en el estudio llevándole facturas y cosas, y un día me dice: "Quédate, porque estoy haciendo books", y me siento en el sillón de atrás y veía los books que hacía, las chicas haciendo books y yo ahí, tranquilo, viendo, y mientras las chicas se iban a cambiar, entre cambio y cambio, me dice: "Ven, ponte ahí", y empezó a disparar la cámara; y yo me olvidé de eso, le dejé la factura, me divertí y me olvidé… Él le mando un mail a todas las agencias en el que decía: "Este es Diego Soldano, es un amigo mío, quiere trabajar como actor, es actor; llámenlo". Me empezaron a llover propuestas, a llamarme por teléfono de todas las agencias, y así empecé a hacer publicidad…
—¿Cómo es empezar en el medio y jugar en primera?
—Empecé en primera…, entré al mundo del modelaje aunque no tenía idea, me sentía actor, pero bueno, me pagaban también por posar, posemos ¿no?
En ese tren, dije: "Me voy a México ¿a dónde más?". Porque esta es la meca de la ficción hispanoparlante, acá se produce más, no vas a encontrar en el mundo otro país donde se produzca más, lo decidí, hice la maleta, empecé a hacer una avanzada por internet, por mails, a ver quién quería trabajar conmigo. Y me abrió las puertas Carolina Cruz, que es una argentina que tiene una agencia que se llama Look models, empecé también con ellos a hacer comerciales, hasta que empecé a hacer pie en la actuación.
Entré al mundo del modelaje aunque no tenía idea, me sentía actor, pero bueno, me pagaban también por posar, posemos ¿no?
—¿Recuerdas cuál fue tu primer papel?
—Fue en una telenovela que se llamaba Una familia con suerte. Ahí hice del abogado de una actriz, Daniela Castro. Y luego hice, también en Televisa, el papel del mejor amigo del protagonista, y luego hice papelitos, yo iba capituleando, eran mi primeros papeles…
—¿Cuál sientes que fue el más importante de tu carrera?
—El próximo.
—¿Cuál es?
—El próximo.
—¿Estado civil?
—Casado. Tengo hijos, tengo a Ema, que tiene 3 años, Dante tiene 11 años y Valentín tiene 16 años.
—¿Extrañas algo de Argentina?
—Sí, a mi familia, a mis amigos, sobre todas las cosas.
—¿Cómo manejas el tema de tu imagen?
No me considero lindo, considero que tengo lo mío, me defiendo, pero no voy de galán. Me considero actor, me llevo bien con mi imagen, tampoco me ocupo demasiado, no más que lo necesario que alguien que vive de esto, no vivo obsesionado porque tenga una arruga más o una menos.
Juego mucho squash, voy al gimnasio, una o dos a la semana, me aburren mucho los gimnasios; sufro, es un sacrificio enorme, mi esposa cocina muy bien, entonces, sí estoy condenado a quemar todas esas calorías de lo que como, pero sí, me cuido.
—¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
—Estoy grabando La doña 2 y hay una segunda temporada de Enemigo íntimo.
—¿Es difícil vivir en México?
—Para mí es fácil, depende para quiénes. Cuando llegué a este país, llegué con una actitud muy positiva, muy de adaptarme rápido, el vaso medio lleno más que el vaso medio vacío, siempre, para cualquier cosa si se presenta. No te digo que es fácil ser un actor de Televisa, y vivo de esto, es dificilísimo vivir del oficio de actor en cualquier lugar del mundo, y esta es una ciudad donde vienen no sólo mexicanos, sino que están con el acento puesto en que tienes que actuar y parecer mexicano, y hablar como mexicano. Esa es una dificultad enorme que hay que superar, y es el primer rollo con el que te encuentras cuando llegas aquí.
—¿Cómo manejas el tema de las redes sociales?
—Es un feedback que me interesa tener; me interesa ver lo que pasa ahí en Twitter. No en Instagram, es un poco más… hay productoras que para contratarte se fijan cuántos seguidores tienes en Instagram.
Hoy las productoras para contratarte se fijan cuántos seguidores tienes en Instagram.
—¿Pero te lo dicen o te das cuenta?
—No, muchos te lo dicen; y por ahí estás entre cuatro actores y eligen al que más seguidores tiene. Hoy por hoy la cosa se ha vuelto más comercial. En todas las ficciones, sobre todo en las que son para chicos y adolescentes, ya ni castean actores, castean youtubers, instagrammers, influencers, y muchas veces ni han estudiado, pero tienen dos millones de seguidores, y ya se aseguran esa audiencia, que es la que van a tener en esa ficción.
—¿Cómo ves esta nueva forma de "contratación"?
—No me parece ni bien ni mal No soy de juzgar, en este caso me parece que han cambiado mucho las reglas del juego, el streaming ha cambiado las reglas del juego en la televisión abierta.
—¿Qué es lo primero que piensas cuando te levantas?
—Miro a mi hija, que duerme entre nosotros, porque es chiquita –tiene tres años y no logramos que duerma en su cama–, y me despierto, la veo bien, la veo que está durmiendo plácidamente, y eso es lo primero que pienso, en mi hija, pienso en todos mis hijos.
—¿Tus cinco minutos de gloria diaria?
—Jugar con mis hijos, hacer algo juntos. Llegué tarde, también, porque mi hijo no me quería soltar, estábamos jugando y el hermanito se esguinzó, y yo le estaba vendando el pie, y luego quiso que la vende a ella, y quería jugar al médico y a la enfermera. Porque yo la involucré a ella para vendar al hermano, y ya quería jugar. También cuando estoy en plena labor disfruto enormemente, porque estoy trabajando de lo que me gusta, que no es un trabajo, pero, bueno, me pagan por eso, y tengo que darle el profesionalismo y el marco de trabajo que se requiere, lo haría aunque no me pagaran.