Daniel Arasanz: "La gran clave de los Parchís es que ellos le incorporan un toque más pop a la canción infantil"

El director de “Parchís, El Documental” explica por qué le escapó al sensacionalismo, analiza la falta de transparencia en la industria discográfica y cuenta por qué el argentino Mario Sábato, hijo de Ernesto Sábato y director de las películas del grupo infantil, se negó a prestar su testimonio para el proyecto

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Daniel Arasanz, director de “Parchís:
Daniel Arasanz, director de “Parchís: El documental”

BARCELONA – "Todas las preguntas que les hicimos las han respondido, no hubo ningún problema, no ha habido temas tabús", aclara Daniel Arasanz. De Barcelona, igual que Los Parchís, el director que nació el mismo año que el grupo infantil se disolvía sabe que a pesar de haber mostrado todo lo que tenía, la gente quiere más. Todo este tiempo, internet se llenó de material dudoso y títulos sugerentes tales como "¿Quieres ver cómo están Los Parchís hoy?" o "¿Qué fue de la vida de…?". Desde que el quinteto se separó en 1985, no hubo más que conjeturas e información aislada. Hasta que Arasanz ordenó las piezas y las dio a conocer en Parchís: El documental, que se estrenó hace menos de un mes en Netflix.

El proyecto nació hace unos años y, para poder concretarlo, el director y su equipo acudieron al crowdfunding, una suerte de colecta moderna en la que los fanáticos hacen aportes en efectivo a cambio de "suvenires" y de que su nombre aparezca en los créditos. De ese modo juntaron una buena cantidad de dinero, muestra de que el tema Parchís, lejos de estar muerto, estaba más vigente que nunca. Los que habían pasado los cuarenta querían revivir los dulces recuerdos de infancia y los más jóvenes, saber más de un fenómeno que nació en España -a raíz de un anuncio en el diario- y se extendió a todo Latinoamérica.

Los Parchís fueron siempre cinco, aunque algunos miembros abandonaron y en su lugar entraron otros. Como sea, el interés quedó para siempre puesto en Tino, Gema, Yolanda, David y Frank, algo se supo de sus vidas, pero no tanto. Que Tino se hizo solista, perdió un brazo en un accidente y se alejó del mundo artístico; que Gema dirigía un jardín de infantes y era madre de familia; que Yolanda se había ido a vivir a México, fue conejita de Playboy y actriz de telenovelas; que David se había ido a los Estados Unidos y que Frank se había convertido en fotógrafo.

Después de tantos años de silencio, ¿qué se esperaba de este documental? "Viendo los comentarios de la gente me doy cuenta de que muchos pedían más carnaza. Y viendo la cobertura de muchos medios creo que hemos acertado en no darla. Todas las noticias eran explotación, drogas, alcohol, y yo digo: ¿he hecho un documental de Parchís o de un burdel en Filipinas?", reflexiona Daniel Arasanz, cuyos trabajos anteriores están más cerca del punk rock que de la música infantil.

Con una propuesta sin morbo, pero con nostalgia, Arasanz logró convencer a los antiguos integrantes que este documental tenía que hacerse: "Nosotros hemos intentado tener una relación sutil, elegante, y ellos fueron viendo por dónde iban los tiros. No solo quisimos entrevistar a los protagonistas, sino también buscar a las personas que habían trabajado con el grupo. Esos recuerdos eran de cuando ellos tenían entre 7 y 13 años cuando empezaron, entonces charlar con los adultos y la gente de la compañía legitimó y dimensionó lo que fue Parchís".

–¿Te esforzaste en no ser sensacionalista con este documental?

–Esta es una propuesta que le hicimos al grupo desde el principio. Yo soy consciente también de que los grupos infantiles, cualquier estrella infantil, a la gente le genera una cierta curiosidad y la propia gente espera caídas y dramas mucho más espectaculares de los que realmente hay. Obviamente pasar por algo así te genera un tipo de confrontación interna, pero esos no son los dramas, ni las caídas en las drogas que la gente se imagina y especula. Entonces nosotros teníamos que tener en cuenta que eran niños y tampoco hacía falta escarbar, creímos que era de mal gusto. Lo que intentamos en el documental es dejar bastante espacio entre líneas para que el espectador pudiera reconstruir a su manera determinadas cosas y fuera empatizando con la historia.

Yolanda Ventura dijo que su
Yolanda Ventura dijo que su motivación para reencontrarse y grabar el documental fue por la nostalgia y el recuerdo del grupo que alegró a miles de niños en el mundo. (Foto: Twitter)

–Naciste en 1985, ¿por qué te sentiste interesado en la historia de un grupo musical para niños que no sonó en tu propia infancia?

–La idea parte de Richard Royuela, que es guionista junto conmigo y él sí vivió Parchís generacionalmente, sobre todo al inicio. Entonces nosotros dos hemos hecho un tándem con él, que sí vivió de primera persona, y yo, que por no haberlo vivido, tengo la capacidad de tomar más distancia y ser más objetivo. No tengo ningún tipo de nostalgia porque no ha sido un grupo que marcó mi infancia, aunque sí los conocía. Cuando Richard me contó la historia, me sorprendió que me lo propusiera a mí, viniendo de dónde venía, de hacer documentales de rock y punk. Pero quedamos un día a comer, me explicó la historia y caí rendido porque yo creo que Parchís no es una historia de éxito cualquiera, es una historia de éxito muy peculiar, teniendo en cuenta el momento: España, finales de los 70, ellos que consiguen viajar a Argentina, México, Perú, Venezuela. Evidentemente sí había artistas adultos que cruzaban el charco, pero un grupo de niños, una idea tan ingenua que acaba en algo tan grande es algo que me atrapó. Parchís forma parte de la cultura popular en España, tanto como en Argentina y en México de alguna manera. Las películas de Parchís se seguían pasando en TVE, aquí, y ellos siguieron en la memoria colectiva de los españoles, cuando es un cumpleaños se pasa la versión de Los Parchís, esas cosas.

-Ya has trabajado con documentales relacionados a la música. En este caso, más allá de ser un producto para niños, ¿ves en las canciones de Parchís algo diferente?

–A la hora de tener que profundizar en la música de Parchís y en sus canciones, la sorpresa me la he encontrado al ver que esto no era un producto de marketing. Creo que, a nivel de las composiciones, por lo menos en los primeros tres o cuatro años del grupo, el nivel era muy alto. La compañía discográfica de ellos, Belter, tenía sus estudios muy grandes y presupuesto para trabajar con buenos compositores, era una faceta que se cuidaba. En el documental se dice que a nivel compositivo y de arreglos hay canciones que funcionaban muy bien. Creo que la gran clave de Parchís es que ellos le incorporan un toque más pop a la canción infantil, antes eran personas adultas, o un hombre que parece más joven, o niños remilgados… Los Parchís tenían una imagen más desenfadada y al mismo tiempo yo creo que el hecho de que las coreografías fueran tan simples, que ellos se identificaran con algo tan sencillo como un color que es un mecanismo de identificación que para un niño es tan fácil, era algo que te permitía quedar con tus primos o con tus amigos del barrio, del colegio y jugar yo soy Tino, tú eres Gema o yo soy Frank. Eran algo replicable, totalmente imitable. En un momento Gema cuenta que había un coreógrafo con el que trabajan en TVE que les echaba en cara que no se esforzaban, que no lo hacían suficientemente bien. Ella lo que dice es que justamente parte de la gracia era no hacerlo suficientemente bien. Ellos colisionan con la idea de "niño con talento" que hay ahora. Tú miras cualquier canal de televisión hoy y los niños tienen que saber cantar, saber bailar, ser graciosos, dar bien en cámara… ¡Casi súper héroes! Yo creo que ellos a pesar de hacer casi todas las facetas de cantar, bailar, actuar en películas, funcionan por encima de todo como iconos, porque un niño en ese momento tampoco se está fijando que canta peor o mejor, o si canta o baila mal, él lo que quiere es que esa experiencia total le llegue. En eso Los Parchís no fallaban.

–Hay un punto en común entre tu primer documental, Venid a las cloacas: La historia de la Banda Trapera del Río (2010), y el de Los Parchís y es que Belter (que cerró en 1984) es la misma compañía discográfica del grupo punk y de los niños. ¿Vos encontraste similitudes en cuanto al pago irregular de regalías a los artistas?

–Totalmente, y al final no sé por qué cuando se habla de Parchís la gente tiene una fijación en cuanto al tema económico. En realidad, yo tampoco conozco ningún grupo de los ochenta, incluso de los noventa, incluso de los de ahora que hable bien de su disquera, ni de su manager. Habrá alguno que dirá "mi disquera me ha pagado hasta el último céntimo". ¡Pues enhorabuena! Pero yo no los conozco. En el caso de Parchís lo que puede hacer más flagrante esta estafa -que yo creo que se repite en la mayoría de los artistas de la música- es que fueran niños. Eso que cada uno le dé la gravedad que considere, yo creo que es un tema de industria, y como industria siempre ha sido muy poco transparente.

–En el documental, quien lo habla abiertamente es la madre de Oscar, el niño que luego reemplazó Frank…

–La discográfica tenía la habilidad para saber manipular debidamente a los padres, en reuniones con cada uno por separado… Los padres tampoco tenían referentes de cómo poder gestionar eso y no creo que haya que cargar las tintas demás en ellos porque al final ellos lo que veían era que su hijo o hija se iba de gira dos meses, volvía con unas pesetas y el niño les contaba que ha estado aquí y allá, sus padres decían "esto para mi generación era impensable, mi hijo está contento y viene con dinero, pero mira qué bien". ¿Se podría haber gestionado mejor? Seguramente, pero bueno, creo que solo la madre de Oscar tenía algún tipo de vinculación con el sector y era la única que tenía más referencias. Los demás fueron muy divididos por la compañía.

–En el documental mencionan que Frank estuvo más involucrado en la realización, ¿fue el nexo entre ustedes y el resto de los integrantes?

–Se podría decir que sí porque Yolanda vive en México, David vive en Suecia, Tino, Gema y Frank viven en Barcelona y a él fue al primero que contactamos ya que vive cerca de lo de mi compañero Richard, con quien hicimos el guión. A pesar de que hablábamos con todos los que viven en Barcelona, él sí que ha ido arrastrando a los demás. De todos modos, más allá del documental, es Frank un poco el que hace de pegamento para que el grupo siga viéndose.

–Cuando comenzaron a planear el documental y realizaron el crowdfunding dejaron en claro que no estaba en los planes viajar a la Argentina, ¿por qué lo desestimaron siendo que allí Lo Parchís filmaron la mitad de sus películas y fueron tan famosos?

–Contactamos con gente de Argentina, con el productor de las películas y también con el director, que amablemente rechazó participar. Digamos que él hizo esas películas por pura subsistencia económica, es Mario Sábato, el hijo de Ernesto Sábato, el escritor. Él hizo las películas, pero las firmaba con seudónimo (Adrián Quiroga) porque como era una época de dictadura, para él esto era un medio de subsistencia para su familia. Así que en un principio fue por presupuesto que decidimos no ir a la Argentina y luego cuando entró Netflix que ya teníamos el documental casi todo grabado por completo, terminamos eligiendo México por el volumen de entrevistas, para volver a entrevistar a Yolanda y hablar del fenómeno de Timbiriche.

–En abril del año pasado, el grupo posó para uno foto promocional y Tino salió con un lazo amarillo en la solapa, usado por los catalanes que piden la liberación de sus presos políticos. A raíz de esto, en redes lo tildaron de independentista y muchos seguidores se pusieron en su contra. Este tema, ¿afectó de algún modo el lanzamiento del documental?

–La verdad es que yo cuando lo estábamos grabando no era consciente de que hubiera ninguna repercusión porque, como tú dices, yo vivo en Barcelona y el lazo amarillo forma parte del paisaje urbano, más allá de que tú estés de acuerdo o no, sí que está por toda la ciudad. Cuando se publicó esa foto, me quedé bastante alucinado por las reacciones de la gente, yo creo que es un tema en el que nos falta madurez para hablar de ello sin ponernos como fieras, al punto que han llegado a decir "como hay un lazo amarillo yo no veo este documental". Creo que tampoco habría que darle mayor importancia.

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