Daenerys Targaryen ya no gritará "Dracarys". No habrá reencuentros ni deslealtades. No se forjaran alianzas, ni se tejerán entresijos políticos entre los muros de Red Keep (La Fortaleza Roja).
Después de ocho años, Game of Thrones puso este domingo un punto y final a una historia épica. Y haya gustado más o menos el desenlace a sus seguidores, llevará tiempo ver una superproducción que despierte tantas pasiones como la batalla a muerte por el Trono de Hierro.
Al igual que la despedida ha sido difícil para los 43 millones de fans que siguieron la serie durante casi una década, para sus protagonistas ha sido duro decir adiós a unos personajes que agitaron y revolucionaron sus vidas, y que formarán por siempre parte de ellos.
Dos de las protagonistas femeninas principales han escrito emotivas y sinceras palabras de despedida. Para ninguna de ellas el camino hasta aquí fue fácil. Mientras que la actriz que dio vida a Khaleesi, Emilia Clarke, sufrió dos aneurismas que hicieron peligrar su vida, Sophie Turner -Sansa Stark- atravesó una dura depresión durante los primeros años de grabación.
Emilia Clarke, Madre de Dragones
Escoger a una actriz que diera vida a Khaleesi fue una pesadilla para la dirección de casting de Game of Thrones. Después de rodar un primer capítulo piloto, se dieron cuenta que la elección había sido un desastre. Detuvieron la grabación, y abrieron de nuevo el proceso de selección para el papel de Daenerys Targaryen.
Actrices como la hermana pequeña de las gemelas Olsen, Elizabeth, o Tazmin Merchant, intentaron hacerse con el personaje, pero tampoco lograron convencer al equipo con sus interpretaciones.
Desde Londres, una actriz poco conocida se presentó a la audición: Emilia Clarke. Como ella aseguraría después, creía en su talento, pero no del todo en sus posibilidades. Buscaban a una joven de 1.70 metros, con curvas prominentes y rubia. Ella era morena, y medía 1.57 metros. Pero aún así, decidió intentarlo.
Tras el primer casting de aquella chica sencilla y sonriente, los productores supieron que la joven londinense se convertiría en una Khaleesi querida, fuerte y respaldada por gran parte del público. La eligieron.
Su vida dio un giro de 360º, pero el destino le tendría preparadas batallas mucho más complicadas que las que lidió en la ficción por el Trono de Hierro. Sufrió dos aneurismas que estuvieron a punto de causarle la muerte.
Con todo, muchos años después de la primera toma, Danny Targaryen forma parte de Emilia Clarke. Encontrar las palabras para despedirse del personaje la abrumó "porque se quedaban pequeñas en comparación con lo que la serie y Danny significan para mí", escribió la actriz de 32 años.
"El capítulo de 'Madre de dragones' ha retomado mi vida adulta. Esta mujer tomó todo mi corazón. He sudado el fuego de dragón, he derramado muchas lágrimas por quienes dejaron a nuestra familia antes de tiempo, y mi cerebro se quedó seco al tratar de hacer que Khaleesi y sus palabras fueran extraordinarias y hacerle justicia a las acciones (y los nombres) que me dieron", añadió.
Como si su estado de salud no fuera suficiente batalla, el padre de la actriz murió de cáncer en julio de 2016. En su texto, resaltó cuánto lo echa en falta.
‘Game of Thrones’ me ha formado como mujer, como actriz y como ser humano. Sólo desearía que mi querido papá estuviera aquí ahora para ver qué tan lejos hemos volado
Además, Emilia Clarke no olvidó en su escrito a los fans de la serie, muchos de los cuales se indignaron ayer con el destino fatal de Daenerys Targaryen.
"A ustedes, queridos fanáticos de la magia, les debo las gracias por su mirada fija a lo que hemos hecho, y lo que he hecho con un personaje que ya estaba en el corazón de muchos antes de ponerme la peluca plateada, de los sueños. Sin ustedes no hay nosotros. Y ahora, nuestra guardia ha terminado", concluyó con modestia y sinceridad la actriz.
Sophie Turner, Queen in the North
"Todo comenzó a ir cuesta abajo cuando llegué a la pubertad, a los 17 años. Mi metabolismo se fue desacelerando y empecé a ganar peso. A esto se sumó la crueldad de las redes sociales, y ahí fue cuando realmente me golpeó".
La seguridad que en las últimas temporadas ha transmitido Sansa Stark a toda la audiencia, no acompañó siempre a su actriz, Sophie Turner. Cuando se estrenó Game of Thrones ella tenía sólo 15 años. Todo lo que ocurrió desde entonces, la sobrepasó.
"Simplemente me lo creía. Decía: sí, tengo granos. Estoy gorda. Soy mala actriz. Iba a vestuario un montón de veces a pedirles que me estrechasen aún más el corsé. Me volví muy crítica conmigo misma", confesó en una entrevista para Harper's Bazaar.
Su físico, su interpretación, sus planos y secuencias, todo la hacía dudar… sentirse insegura. Abrumada por el escrutinio público y por la dureza de los comentarios de la audiencia -que se reía de "lo grande que era su nariz, de sus ojos pequeños, o su doble mentón"- la adolescente cayó en una fuerte depresión.
"Tan sólo lloraba y lloraba, mientras me cambiaba y me ponía la ropa. Me decía a mí misma 'No puedo hacer esto. No puedo salir. No hay nada que me apetezca hacer'", añadió.
Todas aquellas críticas destructivas lograron el efecto contrario a lo que buscaban: aprendió a quererse, y la ayudaron a emprender un camino de madurez y amor propio que hoy la enorgullece.
Sansa Stark llegó a su vida para revolucionarla por completo. Juntas crecieron y maduraron, prácticamente al mismo tiempo. Y al igual que aquella Sansa inocente y algo estúpida de las primeras temporadas se convirtió en la reina de Winterfell después de enfrentar abusos, torturas y deslealtades, Sophie Turner se hizo fuerte, decidida y segura tras las severas críticas y los insultos. Por todo, y por tanto, la actriz agradeció a su personaje haberla acompañado en el camino.
Sansa, gracias por enseñarme resiliencia, valentía, y lo que realmente es la fuerza. Gracias por enseñarme a ser amable y paciente, y a liderar con amor. Crecí contigo. Me enamoré de ti a los 13, y ahora, 10 años después… a los 23 te dejo atrás, pero nunca dejaré lo que me has enseñado.