Por Mariana Dahbar
A la hora de hablar de espectáculos, es uno de los referentes más reconocidos y respetados de los medios mexicanos. Hace veintitrés años que conduce el programa Ventaneando.
Rigurosa a la hora de informar, Pati Chapoy asegura que no es lo mismo que una noticia sea transmitida por su programa que por otro medio.
Testigo de grandes transformaciones en el mundo del entretenimiento, lamenta que las redes pulvericen la información de un modo tan aberrante.
Casada hace cuarenta y dos años con Álvaro Dávila, cantautor y representante de un equipo de fútbol mexicano, confiesa que su esposo, sus dos hijos y sus tres nietos son su mayor felicidad.
Antes de realizar su programa diario, la conductora recibió en exclusiva a Infobae en sus oficinas de Televisión Azteca, donde habló sobre su continuidad en el programa. Analizó la situación de los medios hoy y recordó como "absurdo" el día que la quisieron llevar presa por, simplemente, hacer su trabajo.
—Para quienes no la conocen, ¿quién es Pati Chapoy?
—Soy una mujer que se dedica al periodismo, en este momento, del espectáculo. Soy periodista de formación y trabajo en Televisión Azteca hace veintiséis años.
—¿Cómo se inició en el medio?
—Empecé a trabajar escribiendo en una revista. Después fui asistente de Raúl Velasco; y, de alguna forma, trabajar con él muchísimos años me formó no solo como una buena periodista, sino, también, como una buena productora.
—¿Cómo ve al periodismo después de veintiséis años?
—Los medios de comunicación han cambiado muchísimo. A través de las redes, la información se pulveriza de una forma impresionante.
—¿Cuál es la misión de hacer periodismo de espectáculos?
—Principalmente, entretener. El quehacer televisivo es muy importante, porque le estamos dando al público algo básico, que son el divertimento y la distracción. Vivimos sumidos en una espiral de preocupaciones, de frustración, de incertidumbre. Por eso hago lo que hago. Para que la gente sonría y se relaje.
Sobre el futuro de Ventaneando
—¿En algún momento pensó en no continuar con el programa?
—Las personas que hacemos televisión siempre pensamos eso, porque lo hemos vivido. Muchos programas exitosos se han terminado por alguna razón, por la que sea. Yo no decido qué programa va a continuar o no al aire, sí lo que voy a hacer en ese programa. Hoy sabes que tienes una gran amiga, un gran amigo que mañana puede ser tu enemigo. Ya lo he vivido, nada es para siempre.
El día que quisieron llevarla a prisión
—En estos años de carrera, ¿cuáles fueron los momentos más bonitos y cuáles los más difíciles?
—Tengo cincuenta años de ser periodista, y he vivido de todo. Sobre todo aquí en Televisión Azteca, a partir de que se hace una televisora pública y entramos a competir con el gigante de aquella época, que era Televisa y que hoy ya no. Lo más difícil: que me han querido meter a la cárcel. Y lo mejor: el agradecimiento de mucha gente, y por supuesto de los artistas.
—¿Por qué la quisieron llevar a la cárcel? ¿Recuerda a ese día?
—Terminaba de transmitir Ventaneando –hace veintitrés años de esto–, y me llama el director general de la empresa, en ese entonces el señor Morales, y me dice: "Oye, Pati, te tenemos que sacar a escondidas del canal, con seguridad, porque te quieren meter presa". "¿Y por qué me quieren meter presa? ¿Qué hice?", le pregunto. "Televisa está muy enojado con el hecho de que te vengas a trabajar con nosotros, con el éxito que tiene el programa. y no están de acuerdo en que se estén utilizando fragmentos de sus programas para hacer una crítica y están enojados".
—¿Qué hizo cuando se enteró de esa situación?
—Ese día me metieron a una camioneta, en la parte trasera y con personal de seguridad, me llevaron a mi casa y me dijeron que no salga. Llegué y me quedé en paz y tranquila esperando que los abogados de Azteca lograran (obtener) el papel que me permitiría salir de mi hogar legalmente.
—En lo personal, ¿por qué cree que la denunciaron?
—Porque era mucho el enojo que tenían con Televisión Azteca. Nuestra emisora se estaba dando a conocer y se estaba llevando no solo el público, sino, también, a los anunciantes.
—¿Cómo fueron esos días?
—Una pesadilla. Al día siguiente seguía en mi casa esperando a los abogados con el amparo que me permitiría salir a la calle sin que me metieran presa. Esa mañana, estaba echada, literalmente, en mi cama viendo una película con uno de mis hijos cuando recibo la llamada telefónica del dueño de la empresa, el señor Ricardo Salinas, que me dijo: " ¿Ya te diste cuenta del desastre que hay?", a lo que le respondo: "No tengo idea de qué me hablas". Me dice: "Prende la tele y pon Hechos, el noticiero de Azteca".
Cuando enciendo, veo que hay helicópteros, patrullas y policías fuera del fraccionamiento donde vivo esperando que salga para detenerme.
—¿Cómo terminó ese día?
—En la tarde llegaron los abogados y me sacaron del fraccionamiento con un helicóptero para evitar que hubiera fotografías. Fui directamente a ver a Salinas, el dueño de la empresa. Me preguntó cómo me sentía y qué pensaba decir en televisión. Le respondí que me parecía absurdo todo lo que estaba pasando.
—¿Qué fue lo que más le sorprendió de toda esta denuncia?
—Estaba sorprendida de los alcances que pudo haber tenido mi trabajo. Y de cómo mi trabajo se convirtió en un pretexto para un pleito entre una empresa y la otra.
Sobre el periodismo hoy
—¿Se perdieron los códigos en la televisión?
—Se perdieron en los medios de comunicación. Se han perdido la regla, el respeto, los códigos en las redes. Es muy lamentable. Y no me refiero al público, que el público tiene derecho a hacer lo que se le dé la gana, sino a aquellos que se ostentan como buenos medios de información y de pronto hacen caso o replican lo que alguien, sin fundamento, ya comentó.
—¿Tiene algún límite a la hora de comunicar?
—El límite lo tienen los propios artistas, nosotros no. Somos muy precavidos en asuntos de enfermedad, y también en relación con denuncias de tipo económicas.
—¿Cuál es su consejo para los jóvenes que quieren ser periodistas y no convertirse en uno más?
—No tienen que dejarse llevar ni por la rabia ni por la ira, ni por lo que alguien comentó. Tienen que ser muy claros en ser profesionales. Ya se perdió, desde mi punto de vista, el que te hablen por teléfono y te pidan una entrevista o que te confirmen una nota. Simplemente están replicando comentarios ofensivos, absurdos e incoherentes. Si alguien tiene un medio informativo, retomen por favor eso. Tienen que aprender a buscar la nota, porque ya no lo hacen.
Pati Chapoy: íntima
—¿Cómo es un día normal de su vida?
—Me levanto muy temprano, entre las 5 y las 5:30 de la mañana todos los días. Tomo dos vasos de agua, me siento a meditar, termino de meditar y salgo a caminar. Después de que regreso de caminar, por la calle, ya que no me gusta la caminadora ni mucho menos, hago una serie de ejercicios específicos para la cadera, para las rodillas, algo de yoga y luego desayuno.
—¿Qué desayuna?
—Primero, una taza de agua caliente con el jugo de un limón. Después. un jugo verde que tiene dos tipos de algas, dos manzanas con todo, incluso las semillas, un limón completo y dos o tres cositas más. Me lo tomo y luego como un huevo revuelto con frijoles, una tortilla y una taza de café. Para cuando llego a la oficina, tengo semillas por si me dan antojitos, y ya.
Al llegar a la oficina, me reúno con mi equipo de producción. Vemos y evaluamos qué noticias entran, qué sale. Con cuál estoy de acuerdo y con cuál, no.
—¿Qué le preocupa hoy como ciudadana mexicana?
—La inseguridad del país. Lamentablemente estamos viviendo una época compleja. Lamentablemente el tema del narcotráfico nos está afectando mucho a todos los mexicanos.