Tan atribulada es la vida de Luis Miguel como sus finanzas. Desde finales de los años 80, el cantante mexicano ha rozado el precipicio de la bancarrota una y otra vez. Primero por el despilfarro y los malos manejos de su padre Luisito Rey, y después por su propia responsabilidad.
Las deudas con el fisco han cavado en sus cuentas bancarias, colocándolo más de una vez en complejas situaciones legales.
Hacia 1988, en el intermedio de dos éxitos que lo colocaron en los cuernos de la Luna –Cuando calienta el Sol y La incondicional–, Luis Miguel cruzó el puente de los 18 años que le otorgaban la mayoría de edad y la independencia.
Hasta entonces, el cantante nunca había manejado su propio dinero, afirma Javier León en su libro Luis Miguel: la historia. Su padre se hacía cargo de sus cuentas y de su carrera, y como dueño de todo incluso le regateó una tarjeta de crédito propia y una cuenta de cheques, afirma el periodista.
Pero el celo de Luisito Rey con las finanzas de su hijo, lejos de asegurar su patrimonio, lo colocaron por primera vez en una situación complicada entre 1988 y 1989, cuando descubrió una abultada deuda con el fisco en México.
De acuerdo con la versión de León, Luisito Rey había abusado de sus facultades como manejador de su hijo y desviado millones de dólares a cuentas en el extranjero, incluido el paraíso fiscal suizo.
Allí, en una entidad financiera llamada Soditic llegó a acumular 20 millones de dólares, cuando Luis Miguel ni quiera cumplía los 15 años. La cifra equivalía a su deuda con la hacienda mexicana, luego 3 años de no pagar impuestos ni recargos ni multas.
Luisito Rey "creó un entramado de manejo irregular del dinero para evitar pagar los impuestos, algo que sería una constante en todo el tiempo que estuvo al frente de la carrera de su hijo", escribe León.
La bomba fiscal estuvo a punto de estallar en sus manos cuando rompió con su padre como manager, quien "legalmente" había acordado para él 40% de las ganancias de Luis Miguel, pero en realidad se quedaba con el 100% como tutor, de acuerdo con la investigación de León.
Toda la responsabilidad fiscal recayó en el cantante, porque su padre había puesto todas sus propiedades a nombre de su hijo y su madre, Marcela Basteri, de manera que él no pudiera ser embargado.
De no haber sido por Hugo López, el manager que tomó el lugar de su padre cuando Luis Miguel pudo decidir sobre su propia carrera –y su dinero– tal vez habría perdido todo y llegado a la cárcel, imputado por delitos fiscales.
Aunque también es cierto que difícilmente podía haber llegado a ese límite el joven cantante amigo del poder.
Detrás de su carrera, hay que recordar, estaba el poderoso Arturo "El Negro" Durazo, el corrupto jefe de policía que impulsó su carrera y lo acercó al círculo del poder presidencial desde su infancia.
Con apenas 11 años, Luis Miguel conoció el derroche de la clase política mexicana al cantar en la boda Paulina López Portillo y Pascual Ortiz Rubio Downey. Los dos hijos de presidentes. Ella del entonces presidente José López Portillo y él del ex presidente Pascual Ortiz Rubio.
Esa boda además le abrió las puertas a su primer contrato de un millón de dólares con la disquera EMI Capitol México, pues uno de los invitados era nada menos que su director David Stockling.
Fue el principio del derroche. Luis Miguel y su voz le aseguraron a su padre un segundo contrato por 3 millones de dólares, y de allí saltó a los 10 millones en su primer contrato con WEA, unos años más tarde y con apenas 17 años.
El manager salvador
A finales de 1988, Luis Miguel apareció sorpresivamente en la toma de protesta de Carlos Salinas de Gortari como presidente de México. Acaba de cumplir los 18 años, tenía encima una enorme deuda fiscal y atravesaba la crisis de la ruptura definitiva con su padre Luisito Rey.
Las revistas de espectáculos mexicanas presumieron que la mano del poder había salvado al cantante de la ruina por la deuda fiscal. Pero la relación entre el cantante y la familia de Salinas de Gortari era ya cercana.
Según el periodista Beto Tavira, la ex esposa de Salinas, Cecilia Occelli, le confesó que cuando su hija Cecilia iba a cumplir 15 años, contrataron a Luis Miguel para que cantara en la celebración.
Por eso parece más cercana a la verdad la versión de que quienes atribuyen la salvación financiera de Luis Miguel a quien sería su nuevo manager: Hugo López, quien además abrió la distancia definitiva entre el cantante y su padre.
Hugo López fue un hombre de negocios de la industria del entretenimiento. Durante parte de la década de los 80 fue director de Televisa Argentina y manejador de otros artistas latinoamericanos como Valeria Lynch, Leonor Benedetto, Nelson Ned y Roberto Carlos, entre otros.
De su mano, las cuentas de Luis Miguel pasaron por auditoría y grabó el exitoso disco 20 años que lo sacó de la ruina en que los había dejado el padre, al vender 600.000 copias en su primera semana de distribución y un millón en número rendondos.
En una entrevista para el programa de espectáculos De Primera Mano, la viuda de Hugo López, Lucía Miranda, habló de aquella crisis económica a la que se debió enfrentar Luis Miguel con apenas 18 años.
"Hugo le dijo a Mickey: 'No te preocupes, empezamos de vuelta y ya verás que lo vamos a solucionar' y comenzó a irle muy bien", dijo la viuda de López.
De la mano de su nuevo manager vino después el disco Boleros y el despegue internacional definitivo de Luis Miguel, porque su voz saltó a todos los continentes y ya sin la carga de su padre encima.
Pero no sólo lo salvó el éxito. Luego de la investigación que emprendió la Secretaría de Hacienda sobre sus finanzas, Luis Miguel le pidió a su padre que pagara la deuda fiscal.
Luisito Rey cumplió a medias: le dio 10 millones de dólares y no más. Los otros 10 millones de dólares los consiguió gracias a su amigo Jaime Camil Garza, uno de los empresarios mexicanos más ricos de México, con estrechos vínculos con la política. De él han dicho que fue como un segundo padre para el cantante.
Aunque Luis Miguel salvó aquella primera crisis fiscal, vinieron otras después. Entre 2006 y 2007 no declaró los impuestos generados por una lujosa propiedad en Miami y para el año siguiente su deuda rondaba los 130 mil dólares.
También tuvo problemas entre 2006 y 2011 con sus propiedades en México, debido a impuestos no pagados por el uso de una playa en Acapulco. El cantante tuvo que pagar aproximadamente 3.000 dólares por cada año de adeudo.
En 2016, luego de que se vio obligado a cancelar una gira que había programado junto con el también cantante Alejandro Fernández, Luis Miguel tuvo enfrentar una demanda y pagarle a Fernández 25% de del total de sus entradas de los conciertos en el Auditorio Nacional, hasta cubrir 5 millones de dólares.
A comienzos del 2018, y ya con la serie biográfica de Netflix en puerta, la prensa reveló que "Luismi" tiene 19 demandas laborales en su contra en Estados Unidos.
Además tiene pendiente una demanda del músico Arturo Pérez, quien exige 40 millones de pesos del cantante, y otra del arreglista Marcos Liftshitz, quien acusa al cantante de haber plagiado la canción "Amarte es un placer".
Al final, Luis Miguel ha podido salvar los precipicios gracias a las abultadísimas sumas que aún cobra por sus conciertos en México y el extranjero.
Sólo de sus presentaciones en ferias como la de Guadalajara, la prensa ha revelado que cobraba 500.00o dólares por presentación. En Las Vegas, donde son recurrentes sus presentaciones, sus entradas tienen precios que van de los 300 a los 1.500 dólares.
A eso se suman sus regalías por la venta de discos que siguen comprando sus miles de fans. Será difícil calcular cuánto ha ganado este que puede ser considerado uno de los cantantes mexicanos más exitoso de la historia.
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