Para celebrar el próximo 30° aniversario de Los Simpsons, uno de sus guionistas desde el comienzo y también su productor, Mike Reiss, acaba de publicar (en colaboración con Matthew Klickstein) un libro con historias sobre la trastienda de su trabajo.
En Springfield Confidential: Jokes, Secrets, and Outright Lies from a Lifetime Writing for The Simpsons (Springfield confidencial: bromas, secretos y rotundas falsedades de una vida escribiendo para Los Simpsons), el ganador de cuatro premios Emmy recorre la gestación de los episodios.
Al comienzo, los hacedores de la serie que creó Matt Groening pensaban que duraría seis episodios; sólo el productor ejecutivo, Sam Simon, era optimista: creía que duraría 13. Sin embargo, más de 630 capítulos después, las aventuras de Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie se han convertido en un clásico de los dibujos animados.
Además de los 23 pasos que lleva la realización de cada episodio y de varias anécdotas sobre el trabajo del equipo creador y las estrellas invitadas, Reiss reveló algunos de las humoradas que no llegaron a plasmarse en un capítulo. The New Yorker las publicó en un anticipo del libro.
Skinner usa peluquín: "¡Es verdad! Nunca lo mostramos ni lo mencionamos. Hicimos bromas pero siempre terminaban afuera. El único vestigio es uno de los chistes de Bart en el pizarrón: 'El peluquín del director no es un frisbee'".
La muerte del padre de Marge. "Cada vez que mencionábamos la muerte del padre de Marge aparecía una causa graciosa: se había emborrachado y se había caído de una montaña rusa, lo había comido un oso en el circo, etcétera. Ninguna de las bromas fue lo suficiente divertida como para que llegara la programa. Finalmente, en la temporada 27 dijimos que murió de cáncer de pulmón".
Expertos en Becker. "Otra parte que nunca se vio fue una larga escena en la que Lenny y Carl comentan la sitcom olvidada de Ted Danson, Becker, como si fuera algo de la dimensión de Viaje a las estrellas. Se sabían toda la trivia del programa, se consideraban Beckies y planeaban ir a una gran convención de Becker un fin de semana. A los guionistas en la sala nos encantaba, pero probablemente había que ser uno de nosotros. El productor ejecutivo del momento entró y lo cortó instantáneamente".
Relleno extraño. "A veces en Los Simpsons se ve una escena rara, incluso para nuestros estándares: no es convencionalmente divertida y puede no tener nada que ver con el relato. Lo más probable es que esa escena sea relleno. Una habilidad que aprendí en [la universidad de] Harvard fue cómo estirar un ensayo de cinco páginas hasta una tesis de 55, y me sirvió mucho cuando era productor ejecutivo del programa con Al Jean. Por alguna razón nuestros episodios quedaban siempre cortos, y teníamos que encontrar la manera de llegar a la extensión mínima que pedía el canal: 20 minutos con 20 segundos".
Un ejemplo de relleno extraño. "Aunque a la gente le gusta tener algo extra al comienzo [de un episodio] suele desconcertarse si lo encuentran al final. Un vez rellenamos un programa corto con un segmento de 30 segundos llamada 'Las aventuras de Ned Flanders'.
Ned: Terminen con eso, ustedes dos. Es la hora de la iglesia.
Todd Flanders: ¡Hoy no vamos a la iglesia!
Ned: ¿Qué? Dame una buena razón.
Todd: ¡Es sábado!
Ned: Aah, sabadabi sabadón.
Segundos después de que eso saliera al aire, me llamó mi padre. '¿Qué diablos fue eso?', me preguntó. Yo ni siquiera sabía que él miraba Los Simpsons."
Otros ejemplos de relleno extraño. "Está la famosa broma de Sideshow Bob en [el episodio] 'Cabo de miedosos', en la cual pisa una serie interminable de rastrillos. Eso en sí fue relleno creativo. Pero como al programa le seguían faltando siete segundos, Al Jean dijo: 'Hagámoslo de nuevo'. Repetimos la secuencia exactamente, de algún modo terminó por transformarse de una payasada en un clásico surrealista".
"Otro truco de relleno que ya casi no usamos más son las llamadas chistosas que Bart le hace a Moe. Eran escenas independientes que se podían poner en cualquier parte, y eran una marca registrada del programa. Sin embargo, eran secuencias asombrosamente difíciles de escribir: cada una involucraba cuatro bromas distintas, todas las cuales debía ser inteligentes en su tontería. Pero la razón principal por la cual dejamos de hacerlas es que nunca nos reímos en nuestras lecturas entre guionistas. Nunca".
Cuando Moe fue un perro. En 1990, un episodio de la segunda temporada quedó corto, así que escribimos chapuceramente un relleno: 'Nazis de barril'. Se suponía que era un corto animado de los Simpsons en la década de 1940. Parecía Los Simpsons pero todo era un poco distinto: el Señor Burns era dueño de una fábrica de aviones para la guerra; el pelo puntudo de Bart era ahora un sombrero como los de Jughead [el personaje de la historieta Archie]; Moe, el cantinero, era un perro, que preguntaba: '¿Un día guau en el trabajo, Homero?'. Matt Groening lo rechazó porque era demasiado extraño y a comienzos de la serie. Estoy seguro de que hoy no tendría problemas para incluirlo".
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