Hoy, medio mundo se pregunta si Mel Gibson, "el hombre más violento y desagradable de Hollywod" según la prensa y buena parte de la cofradía del cine, será domado…
Y la palabra "domado" no es caprichosa: su nueva pareja, Rosalind Ross, además de graduada en Literatura… es una consumada amazona, medalla de oro en los Juegos Ecuestres Mundiales de Kentucky, madre, el año pasado, del noveno hijo de Mel: Lars Gerard.
Pero no sobran las apuestas a favor. Sobre todo si se ponen sobre la mesa la historia –y el prontuario– de este norteamericano nacionalizado irlandés. Un raro cóctel de talento, fanatismo religioso, rígido espíritu crítico… y una lengua irrefrenable.
Nacido en Peekskill, Weschester, Estado de New York, y bautizado como Mel Columcille Gerard Gibson, es un artista todoterreno: actor, director, productor y guionista, y tambor mayor del cine australiano, atesora 46 films como actor, 6 como director, dueño de 5 Oscars por Braveheart (Corazón valiente), récord de taquilla por La Pasión de Cristo (año 2004 y recaudación colosal: 600 millones de dólares), y no menos por las 4 versiones de Lethal Weapon (Arma mortal), en dupla protagónica con Danny Glover.
Pero su romance con el escándalo fue paralelo a su fama. Después de ser declarado "El hombre vivo más sexy del mundo" por la revista People (1985), ofendió al gobierno francés al rechazar la Orden de las Artes y Letras. La causa fue legítima: protesta contra las pruebas nucleares francesas en el Pacífico. Pero según sus críticos, "fue parcial, ya que Francia no es el único país alistado en la carrera atómica".
Y no fue el único desdén: en 2004, la revista Time eligió a Mel y a Michael Moore –otro protestatario– como "Hombres del Año", pero Mel rechazó la sesión fotográfica y la entrevista que exige ese galardón… y en la tapa apareció George W. Bush…
Apenas un palote en la retahíla de ofensas. En la revista Playboy trató a Bill Clinton de "oportunista de bajo nivel que obedece órdenes para crear un nuevo orden mundial: una forma de marxismo".
Y por si poco faltara, dijo en público y a voz en cuello que "los judíos tienen la culpa de todas las guerras que sufrió el mundo".
La condena, casi unánime y en especial en Hollywood, donde la mayoría de los grandes estudios fueron fundados por judíos y algunos seguían en manos de ellos, lo obligó a pedir perdón… relativamente. Dijo que tal infamia fue producto de "los ocho tequilas dobles que tenía encima", pero no negó su reconocido antijudaísmo…
Admitió de ese modo uno de los grandes dramas de su vida: el alcoholismo. "Fue un signo de toda mi familia. Empecé a tomar a los trece años, y es normal que me desayune con cinco pintas de cerveza".
Dueño de una colección de multas y arrestos por manejar borracho, recién hace dos años, y luego de varios tratamientos, dijo ante las cámaras de un canal australiano: "Puedo decir con orgullo que llevo una década sin probar una gota".
Capítulo amores…
El 7 de junio de 1980, Mel se casó con Roby Moore, una enfermera que conoció por medio de un servicio de citas. Para un hombre célebre por su inestabilidad, el matrimonio fue un milagro: ¡tres décadas!, más siete hijos: Hannah, Edward, Christian, William, Louis, Milo y Thomas. Sin embargo, pasado tanto tiempo –en Hollywood, casi un milagro–, Roby pidió el divorcio. Alegó "diferencias irreconciliables", pero no religiosas, a pesar de que Mel es ultracatólico, y Roby, anglicana.
Más allá de las razones, nunca aclaradas por ninguno de los dos, fue el divorcio más caro del universo del cine: ¡400 millones de dólares!
Muy poco después de esa ruptura, Mel empezó una historia de amor con la cantante y pianista rusa Oksana Grigorieva. Fugaz como un relámpago. Un año, separación, escándalo –acusaciones mutuas de infidelidad y maltrato–, y una hija: Lucía. La octava en la prole del hombre de los ojos celestes y el don de poner cara de loco, que terminó esa relación rompiéndole dos dientes a la mujer…
Su fe católica también la acarreó severos conflictos. Mientras filmaba su famosa La Pasión de Cristo, juró ante la revista New Yorker que para hacerla "recibí señales muy claras. Señales de gracia tan claras como la luz de un semáforo. ¡Bing! Simplemente te agarra. La película la hace el Espíritu Santo. Yo sólo dirijo el tráfico".
Pero, por supuesto, ese film le costó más protestas de la comunidad judía…, condenada eternamente por la muerte de Jesús. Una polémica infinita…
Hombre de rarezas, Mel rechazó dos veces el papel de James Bond, dos el de Batman, el protagónico de La lista de Schindler (decisión que le costó la acusación de nazi), y también los de Eliot Ness y Robin Hood…
Según coinciden varias revistas del género, es "el famoso de primer nivel que ofendió a más personas por racista, misógino y violento".
Pero si algo le faltaba, en el diario El País (España) se burló de los gay con frases y gestos obscenos, y cuando esa comunidad le exigió una disculpa, gritó:
–¡Me disculparé cuando el infierno se congele! ¡Jódanse!
En la entrega de los Globos de Oro de hace dos años, Ricky Gervais, el ácido presentador, dijo:
–Lo único bueno que puedo decir de Mel…, es que preferiría tomar una copa con él… ¡antes que con Bill Cosby!
Como se sabe, acusado de múltiples delitos sexuales…
Pero llegó el tiempo de nueva novia. De tercera pareja.
Las primeras fotos juntos los mostraron paseando por las calles de Sidney. Después, en un par de tomas mientras él dirigía el film Hacksaw Ridge.
Al parecer, hace algo menos de dos años, Rosalind Ross fue a buscar trabajo como guionista y actriz a la productora de Mel. Logró un papel en Lioness, protagonizada por Ellen Page…, y un súper estelar en la vida del tormentoso Gibson, que recién tornó oficial el romance en la noche de los Globos de Oro 2016. Aunque nada más oficial que el nacimiento de Lars Gerard al año siguiente. Noveno en la vida de Mel y primero en la de Rosalind.
Los separan 36 años. Él, 62. Ella, 26.
La dama llega a la vida del caballero en un momento difícil para él: Hollywood (y medio mundo) está harto de sus explosiones, sus insultos, sus ofensas, su desmesura. Actitudes que no ponen en duda su talento, su fama y sus millones, pero que lo convierten, escándalo a escándalo, en uno de los tipos más detestados de su oficio.
¿Causa? Según Mel, "Me enteré no hace mucho de que soy bipolar. Tal vez esa sea la explicación". Posible, pero no probable.
Tantas explosiones y en tantos años hubieran merecido un severo tratamiento psiquiátrico, más allá de sus reuniones en Alcohólicos Anónimos, que al parecer funcionaron.
Pero si Mel no se decide por el consultorio… Rosalind tal vez logre amansarlo. Si puede con caballos…, tal vez pueda con este potro salvaje.
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