Desde hace semanas, cuando The New York Times reveló los abusos, acosos y violaciones de Harvey Weinstein, Hollywood ha experimentado una catártica serie de narraciones respecto a ese costado depravado de la industria cinematográfica.
Y mientras su compañía –The Weinstein Company– vive momentos de tensión y podría ser vendida, él intenta enfrentar los futuros procesos judiciales en su contra refugiándose en una clínica de rehabilitación y no haciendo la prolífica vida social que lo tenía como protagonista en diversos cócteles y alfombras rojas.
Pero esta vez, una lente de TMZ lo descubrió: Weinstein, el hombre que desató el huracán de la vergüenza en Hollywood, fue visto en un restaurant de Phoenix de incógnito. No quiere que nadie lo descubra; no quiere que nadie sepa dónde está. Algo muy difícil de lograr en una época donde las cámaras están por todos los rincones.
Weinstein reapareció este jueves por la noche en el Chestnut restaurante de Phoenix, Arizona. Había solicitado un salón privado para poder estar sin que nadie lo moleste ni lo reconociera. Sin embargo… ese salón privado tenía sus paredes de vidrio, por lo cual quienes allí estaban pudieron distinguir al depravado productor cinematográfico.
Allí, el resto de los comensales logró verlo con una gorra y una peluca rubia, con la que pretendía ocultar su identidad. No lo consiguió. El gorro que llevaba puesto llevaba la inscripción 2:24 y aunque hay varias especulaciones sobre qué puede ser, nadie logró entenderla. ¿Una cita bíblica? Quizás, pero ¿cuál?
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