El nuevo embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Francisco Mora, pidió este miércoles a los miembros del organismo mantener la presión contra los regímenes de Nicaragua, Venezuela y Cuba para que la democracia en esos países sea restablecida.
“Debemos levantar la voz y defender la democracia cuando está bajo ataque. Todas nuestras delegaciones deben estar preocupadas por la erosión de la democracia y el impacto de la corrupción en las Américas”, declaró en su primera intervención ante el consejo permanente de la OEA.
Mora consideró que los estados miembros “no pueden permanecer callados” cuando un Gobierno “silencia a la oposición e intimida a la sociedad civil”.
En ese sentido, puso el ejemplo de Nicaragua, país al que exigió “la inmediata e incondicional” liberación de los presos políticos bajo la dictadura de Daniel Ortega.
“Los Estados miembro de la OEA tenemos que mantener la presión al régimen de Ortega para que cambie su rumbo”, declaró.
Asimismo, exigió que los venezolanos “puedan ejercer el derecho de elegir a sus propios líderes sin represión” y advirtió de que Estados Unidos hará que el régimen de Nicolás Maduro, “rinda cuentas por sus atrocidades”.
Mora, quien se declaró “orgullosamente cubano-estadounidense”, también levantó la voz contra la dictadura de Miguel Díaz-Canel en Cuba, al que acusó de “hostigar y detener a manifestantes pacíficos, periodistas y voces independientes”.
“Estados Unidos exhorta a los Estados miembro a respaldar al pueblo cubano apoyando sus derechos de libertad de expresión y reunión pacífica”, dijo.
El diplomático aseguró que la OEA sigue siendo “un socio clave para lograr muchos de los desafíos críticos” del continente.
Mientras algunos “han llegado a cuestionar la viabilidad” de la OEA, el diplomático reivindicó que “las instituciones multilaterales son indispensables” para la región.
Francisco Mora fue ratificado el pasado diciembre por el Senado estadounidense como representante permanente ante la OEA, un cargo que estaba vacante desde que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, asumió el poder hace dos años.
El pasado 11 de enero, los representantes de los 34 países miembros ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario general, Luis Almagro, coincidieron en condenar de forma unánime las acciones “fascistas” en Brasil.
En una reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA para estudiar los hechos ocurridos en la nación suramericana, Almagro calificó de “fascista” y “golpista” la irrupción de miles de seguidores del ex presidente brasileño Jair Bolsonaro en las sedes del Parlamento, el Tribunal Supremo y la Presidencia.
“La movilización fascista que invadió Brasil forma parte de un movimiento que está presente no solo en Brasil, está presente en otros países” de la región, aseguró el diplomático uruguayo en Washington.
Durante la sesión, convocada a petición de la Secretaría General de la OEA y nueve países, entre ellos Estados Unidos, Chile y Colombia, los 34 Estados miembros del organismo expresaron su rechazo al asalto.
Además de los embajadores, los observadores permanentes ante la OEA de los Gobiernos de España, Francia, Italia, Portugal, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) intervinieron para expresar su condena, un hecho inusual durante las sesiones extraordinarias del organismo.
El embajador de Brasil ante la OEA, Otávio Brandelli, agradeció el apoyo recibido por los Gobierno de la región y aseguró que los responsables de los “actos de violencia y vandalismo” en su país serán llevados ante la Justicia.
“El Estado brasileño y sus instituciones democráticas darán respuesta a la altura de la gravedad de los actos cometido”, señaló el diplomático.
Tanto Almagro como los embajadores de países como Colombia y Chile, cuyos Ejecutivos forman parte de la nueva ola progresista en Suramérica, alertaron de que los sucesos en Brasil se corresponden con un patrón de ataques por parte de la ultraderecha en el continente.
(Con información de EFE)
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