El laboratorio Eli Lilly ya entregó toda la documentación e investigaciones acerca del medicamento tirzepatida a la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA por sus siglas en inglés) y espera muy pronto recibir aprobación.
Según el laboratorio, los ensayos clínicos demostraron que el fármaco es muy eficaz para la perdida de peso. Tal como ocurre con otro dos fármacos ya disponibles en el mercado (Wegovy y Saxenda, ambos del laboratorio Novo Nordisk), es un medicamento agonista del GLP-1, que imita una hormona que ayuda a reducir la ingesta de alimentos y el apetito. Pero a diferencia de los otros dos fármacos que ya están disponibles, la tirzepatida además imita una segunda hormona, la GIP, que puede ayudar a mejorar la descomposición de azúcares y grasas.
En fase tres de un ensayo clínico, Eli Lilly encontró que una dosis alta de tirzepatida ayudaba a los pacientes a perder una media de 22,5 por ciento de su peso corporal, muy superior al 15 y 5 por ciento que respectivamente perdieron de peso los pacientes que tomaron Wegovy y Saxenda.
Los tres medicamentos ya están aprobados en dosis más bajas para el tratamiento de la diabetes, pero ponerlos al servicio del combate de la obesidad puede cambiar radicalmente el tratamiento de esta enfermedad. El problema es que la obesidad todavía cuenta con un estigma social, y muchos seguros no estarán dispuestos a cubrir esta medicina, que es costosa.
Se calcula que el costo de la tirzepatida será de unos 1.100 dólares mensuales, un valor que de no ser cubierto por los seguros, poca gente puede afrontar. Según los cálculos hechos por expertos en Wall Street, si este medicamento es aprobado podría batir el récord de 48 mil millones de dólares en ventas anuales, doblando ampliamente el record previo de 20.700 millones de dólares vendidos en un año por el medicamento contra la artritis reumatoide Humira, del laboratorio AbbVie, en 2021.
La obesidad se considera una enfermedad crónica, y por lo tanto, quienes entren en este tipo de tratamiento farmacológico es probable que tengan que tomarlo de por vida. Por eso la clave estará en que los seguros lo cubran. Desde algunas universidades, como la de Nueva York, se le está pidiendo a los legisladores federales que regulen el tema desde el Congreso para no dejarlo a discreción de las empresas privadas de seguro.
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