“Todo empezó hace más de tres años, cuando llegué a Medellín a visitar a mi mamá”, comenzó a contar Juanes, invitado especial a la Feria del Libro de Miami, la historia del libro que tenía en la mano. Su biografía, titulada con su nombre, fue escrita junto con el periodsita Diego Londoño, que lo acompañaba en el Centro de Conferencias Chapman del Miami-Dade College.
—Diego me manda un mensaje: “Tengo un libro de Andrés Calamaro que acabo de escribir y te lo quiero entregar” —continuó el músico colombiano—. Diego viene a casa de mi mamá, me pongo a leer el libro, Brutal honestidad, y me gusta mucho. Y le digo: “Diego, dentro de tres años y medio voy a cumplir 50 años. Tal vez podríamos...” ¿Y tú qué me dijiste?
—Creo que me puse a mirar mi calendario en el teléfono y te dije “Déjame ver si tengo tiempo…” —ironizó Londoño, y miró al público—: ¡Le dije de una que sí!
Juanes se publicó para el cumpleaños del antioqueño. Fueros tres años de trabajo conjunto. “También fue escrito a partir de los ojos de muchas otras personas”, continuó el artista ganador del Grammy. “Familiares, amigos, gente del trabajo, gente que me quiere, gente que me odia... Y aquí estamos”.
Juanes, de Antioquía al mundo
La historia —como cuenta el booktrailer realizado por Londoño para sus redes sociales— comienza con el nacimiento de un niño en el pueblo de Carolina del Príncipe y llega hasta el presente, cuando, ya adulto, es un compositor e intérprete de fama internacional que ha vendido más de 20 millones de álbumes en el mundo.
“Es la historia de una familia cuyas raíces están en un pueblo al norte de Antioquia, que llega a la ciudad de Medellín, a una calle llamada Argentina”, dijo el periodista. Era una casa llena de música.
El padre de Juanes cantaba a Gardel
—Desde que recuerdo, mi papá siempre estaba cantando en la casa. También mis hermanos cantaban. Mucha, muchísima música popular latinoamericana. Carlos Gardel, por ejemplo, era un personaje mítico en mi casa: lo cantaban mi papá y mi hermano mayor. Los Visconti, Los Chalchaleros, Lucho Gatica, Los Panchos, Diomedes Díaz, Octavio Mesa, Joe Arroyo... Todo eso tuvo mucha influencia en mi primera infancia.
—Y en tu casa había tres o cuatro guitarras.
—Sí, tengo fotos con una guitarra más grande que yo. Como vivíamos en el centro de Medellín, tuve una infancia muy encerrada. Iba al colegio, volvía y no salía de la casa, había mucho tránsito, muy caótico. Pero también fue una infancia muy alegre. Todos los hermanos éramos —y somos— muy unidos, y cuando llegábamos del colegio, a las 2 de la tarde, almorzábamos y empezábamos a tocar. De oído: no teníamos formación. Era puro amor por la música.
En la escuela descubrió que su cultura musical no iba de alfa a omega. “Era el boom de Menudo, de Luis Miguel, y yo no los conocía porque sólo escuchábamos la música popular latinoamericana”. La curiosidad se le amplió en la escuela secundaria, donde otros adolescentes como él hablaban de rock y de metal.
“Trataba de sentarme con ellos en los descansos”, evocó. “Los escuchaba mencionar a Kiss, a Sepultura y a otros... Me empezaron a prestar cassettes: Iron Maiden, Van Halen. Y entonces todo empezó a cambiar.
La música como refugio de la violencia en Medellín
También en la ciudad había cambios. Escribió Londoño en Juanes: “La música en los años ochenta en Medellín fue una escapatoria necesaria para una cruda realidad social violenta. Medellín entró en una epilepsia peligrosa, en un cataclismo emocional; la ciudad se sacudía a diario las esquirlas de los estallidos, la muerte, la inseguridad y el miedo al anochecer. Vivir en Medellín era una utopía”.
En 1987 Juanes formó Ekhymosis, y pronto la banda, que grabó siete álbumes, se presentaba en escenarios colombianos con Aterciopelados, Alejandro Sanz o Ricky Martin. Pero Juanes quería trascender la frontera de su país.
Precisamente con los músicos de Aterciopelados se encontró en 1996 cuando hizo conexión en Colombia para viajar a los Estados Unidos. “Voy a buscar oportunidades”, les contó.
Memo Arias, un diseñador de origen colombiano, lo recibió en su casa de Miami: “Eso no se me olvida nunca, hermano”, le agradeció en Miami Book Fair.
“Memo me ayudó mucho”, relató. “Estaba muy perdido. No entendía por qué la gente no caminaba por las calles, era tan distinto que en Medellín. Y no hablaba inglés. Me quedé cuatro meses en Miami, el tiempo pasaba muy lento”. Pero el mes que pasó en Nueva York le resultó peor: “A la semana ya estaba agobiado. No fui capaz de adaptarme”.
Fue a darse una última oportunidad en Los Ángeles. “Y al llegar encontré ese clima, la montaña… dije ‘Bueno, esto está más chévere’”. California le resultó acogedor y ahí también estaba el estudio de Gustavo Santaolalla, con quien siempre había tenido el deseo ferviente de trabajar: “Era mi único objetivo. No tenía plan B”.
Gustavo Santaolalla escuchó a Juanes
Pasaron dos años complicados. “De mucho aprendizaje”, valoró. “Crecí muchísimo como persona. Fueron años de soledad absoluta, de desesperanza, de estar tratando”. Todos los días la realidad lo desalentaba: “Soy uno entre millones de pelados que están acá tratando de hacer lo mismo”, pensaba.
“Llamaba a mi casa por cobrar”, siguió. “Pero mi mamá me decía ‘Espérese, tenga fe. Tranquilo que todo va a salir bien’. En esa confianza me fui apoyando”.
Y entonces llegó un día cualquiera, uno más de ser un muchacho entre tantos con muchos sueños pero pocos recursos, y sonó su teléfono. “Era la manager. ‘Gustavo escuchó los demos y quiere trabajar contigo”, me dijo. Lo puso en el teléfono. Me eché a llorar de la emoción”.
Así salió Fíjate bien, su primer álbum solista. Y el resto es historia.
Siguieron Un día normal, Mi sangre, La vida es… un ratico, P.A.R.C.E., Mis planes son amarte, Más futuro que pasado y Origen. Juanes recibió 26 premios Grammy y fue elegido entre “las cien personas más influyentes en el mundo” por el semanario Time.
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