A fines del siglo XIX Miami era un caserío de 444 habitantes alrededor de un emprendimiento ferroviario. En la primera mitad del XX se la promovió como destino turístico, con night clubs y orquestas al estilo habanero que le dieron a la playa su ambiente tropical. Ya era un emblema para retirarse en la vejez —un lugar sin invierno— cuando la primera ola de emigrados de Cuba, tras la revolución de 1959, le cambió la cara.
Hoy el 51% de los 2,76 millones de personas que viven en el condado de Miami-Dade nació en el extranjero. Las etnias predominantes son de origen hispano: 34,3% cubanos, 10,9% sudamericanos, 8,5% centroamericanos, entre ellos.
Los que más propiedades compran —vivan allí o como inversión— son, previsiblemente, los latinoamericanos: según la Asociación de Agentes Inmobiliarios de la Florida, los argentinos representan 13% del total de los compradores, seguidos por los colombianos (12%) y los venezolanos (10%).
Los mexicanos, que aparecen en sexto lugar luego de los chinos y los filipinos, son los que prefieren las propiedades más caras: eligen viviendas cinco veces más caras que las que compran los argentinos, que se inclinan por las más baratas.
Luego del colapso del mercado en 2008, que afectó muy gravemente a las comunidades latinas en el sur de la Florida, tanto antiguos residentes como inmigrantes, Miami se ha recuperado. Actualmente, de hecho, se vive un aumento notable en los precios de venta y de alquiler: luego de la pandemia han llegado a la playa canadienses, neoyorquinos y californianos en busca de buen clima y bajos impuestos, y su presión sobre el mercado se sumó a la de los argentinos, los colombianos y los venezolanos.
Para los latinoamericanos se mantienen las razones históricas por las cuales Miami ha sido su destino favorito de inversiones, grandes y pequeñas, de toda la región. De México a Chile y Argentina, los países presentan oscilaciones políticas e inestabilidad económica; la calidad de vida es inferior a la de los Estados Unidos y la violencia abunda, en particular en lugares afectados por las maras y el narcotráfico.
También hay razones culturales: la proximidad entre la Florida y América Central y el Caribe facilitó los contactos y para las clases altas de muchos países poseer una propiedad en Miami ha sido un símbolo de status a lo largo de la historia. El predominio del idioma castellano, incluso en los condados hacia el norte, como Broward y Palm Beach, da gran facilidad a quienes no hablan inglés.
Según Miami Partners Realty Group, se estima que casi 1.400 empresas multinacionales han elegido a Miami como sede para sus oficinas destinadas al mercado latinoamericano y los intercambios comerciales entre la ciudad y los países de la región concentraron el 40% del total.
Por razones políticas similares al caso cubano, la población venezolana aumentó un 116% entre 2000 y 2010 —existe una Pequeña Venezuela, la localidad de Doral— y la centroamericana, impulsada principalmente por la nicaragüense, un 65 por ciento. Las elecciones en México, Chile y Colombia parecen haber influido también en el aumento de las inversiones y la población de esos lugares, y en el caso de Argentina, el principal motor ha sido, como en 2001, la crisis económica.
Una encuesta de la consultora Real Time Data (RTD) reveló que para el 96% de los ahorristas argentinos la situación en su país es de regular a muy mala, y para el 90% no mejorará en los próximos dos años. Los bolivianos tienen opiniones similares (89% y 85%), seguidos por los mexicanos (87% y 78%) y los peruanos (87% y 81%).
Estos inversores prefieren a Miami para colocar su dinero en bienes raíces (principalmente), tecnología y construcción: un 24% nombró a la ciudad, y un 21% a Nueva York. Les siguieron Orlando, Boston, San Francisco, Chicago, Los Ángeles, Columbia y Houston.
Entre las razones se destacan la infraestructura: el aeropuerto de Miami es el tercero de Estados Unidos, pero su zona de influencia también tiene carreteras de primera, puertos, hospitales, escuelas, hoteles y espacios recreativos. En el área de Brickell se da la mayor concentración de bancos internacionales del país. También la localización importa: la península de la Florida tiene una ubicación estratégica entre Europa y América Latina y concentra más de 100 consulados.
La solidez económica del estado (es el cuarto en producción de riqueza de los Estados Unidos), los impuestos bajos y la rentabilidad en dólares son un atractivo fuerte para las personas de países en los que la depreciación de la moneda y la presión tributaria son constantes. Además, el país ofrece seguridad jurídica y la ciudad hace muy sencilla las operaciones: no hace falta vivir allí para invertir (aunque tampoco alcanza con invertir para vivir allí, a diferencia de lugares como España).
Las oportunidades no comienzan en los millones: un capital de USD 100.000 puede trabajar en el mercado inmobiliario de Miami. Los extranjeros también tienen acceso al crédito (aunque actualmente las tasas son más altas que el nivel histórico habitual) y en muchos países hay compañías que gestionan el financiamiento para propiedades residenciales y comerciales en la Florida. Por eso es habitual que en los hoteles se celebren seminarios en español para aprender a invertir en real estate.
Las inversiones tradicionales en el mercado inmobiliario dejan una renta anual del 4% al 8%, pero Miami también ofrece hay otros formatos más interesantes —de un 8% a un 12% anual— como la participación en desarrollos específicos. Con 34 municipios a los que apostar y una familiaridad histórica —se dice en broma que Miami es la capital de América Latina—, el condado más famoso del sur de la Florida sigue siendo un favorito para los ahoristas de la región, tanto para radicarse como para asegurar el capital.
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