Hace apenas diez días el 62 por ciento de los chilenos que se acercaron a las urnas dijeron de manera clara y fuerte no a la nueva constitución que planteaba, entre muchas otras cosas, un país plurinacionalista. Fue, además, una elección histórica con respecto a la cantidad de gente que votó. Cerca de 13 millones y medio de personas emitieron su voto en un país donde el sufragio no es obligatorio y la adhesión a las elecciones suele ser mucho más baja.
Si bien el entendimiento era que si la mayor parte del electorado rechazaba la nueva constitución se mantendría la constitución existente, a la que pueden realizarle modificaciones, algunos en el país austral no lo entienden de esa forma y hasta están planteando la posibilidad de un nuevo proceso constituyente. Entre ellos, el propio presidente Gabriel Boric, que surgió como figura estudiantil en las protestas sociales.
En este contexto, el InterAmerican Institute for Democracy, desde su sede en Miami, convocó a un grupo de analistas, políticos y economistas para analizar cómo sigue Chile.
“El pueblo habló con una contundencia nunca antes vista y se le debe escuchar. El ejemplo a seguir es el de Gran Bretaña (que pese a una mínima diferencia respetó que la mayoría votó a favor del Brexit cuando hicieron el referendo) y no aquel donde no se escucha al electorado. Pensar en una nueva constituyente donde solo se satisface la no presencia de independencia, es caer en una de los peores males de la democracia: la partidocracia. Creo que hay un país muy cansado”, reflexionaba el Doctor Ricardo Israel, político chileno y primer orador de la noche.
Desde Chile, a través de video llamada, se sumaba otro político chileno, Nicolás Mockeberg Díaz, quien fue el más optimista de la jornada.
“A mi me gusta la actual constitución de Chile, si de mi dependiera le haría mínimos cambios. Pero somos diversos y no tenemos derecho a imponer nuestra idea. Hay que hacer los cambios que se requieren en la constitución, pero sin extremos. Si Chile es una nación próspera, es porque puso por delante la unidad”, decía Mockeberg Díaz.
Mucho más preocupado se mostró el político colombiano, Francisco Santos, quien dijo temer que los chilenos cometieran el mismo error de su país, al desoír el resultado del plebiscito (como ocurrió según él con el acuerdo de paz en Colombia).
“Chile le dio una lección a América Latina. Porque Chile puso una barrera a las minorías que se están tomando los gobiernos en la región. El pueblo dijo no a la plurinacionalidad. Pero tomaron la decisión de decir no y ahora se ve un desconcierto y falta de liderazgo que lo deja a uno preocupado”, analizaba Santos.
El argentino Norberto Spangaro, quien vivió en Chile, coincidió con Santos en que buena parte del problema en Chile y en la región pasa por una minoría extremista ganando terreno sobre una mayoría pasiva.
“En 2021 solo tres millones de personas votaron para la constituyente. Una pasividad de la mayoría. Ahora votaron 13,5 millones de chilenos, casi tres veces más que los que aprobaron en el 21 la constituyente y más de los que aprobaron hacer la reforma en 2020. El sector político tiene un enorme desafío. La política tiene que reconocer que hay cuestiones a resolver. Pero las constituciones no resuelven los problemas. Los derechos no se ganan en la palabra escrita, sino en el trabajo de la clase política que tiene que reconocer los derechos y necesidades de la gente”, agregaba Spangaro.
Luis Gonzáles Posadas, quien fuera el presidente del Congreso de la República de Perú, se sumó al debate de manera virtual, recordando que lamentablemente el proceso chileno comenzó con mucha violencia en las calles. Manifestaciones violentas que le costaron al país 3 mil millones de dólares y 200 mil puestos de trabajo.
“Chile ha regresado del infierno. Ha sido el pueblo chileno que votó a esta asamblea constitucional, es quien ahora lo rechaza. ¿Qué puede hacer Chile hoy día? Sería un grave error que la presión los obligue a convocar a otra asamblea constituyente. Se le pueden hacer cambios a la actual constitución. Detrás de todas estas acciones de reforma de constitución está la dictadura castro-chavista”, aseguraba Gonzáles Posadas ganando apoyo del resto de los oradores en este punto.
Para la política y académica ecuatoriana, María Paula Romo, el fenómeno chileno se debe leer como parte de un proceso que se ha dado en toda la región, y los resultados del plebiscito tienen que ser entendidos como una desaprobación al gobierno de Boric.
“Un referendo es también una valoración de quien propone ese referendo. En ningún momento las cifras de aprobación del gobierno del presidente Boric, se despegaron de las cifras del referendo”, comentaba Romo.
Por último habló el experto en economía chileno, Gustavo Covacevich.
“Lo que ocurrió este domingo fue una triple derrota: una derrota del texto, segundo una derrota del proceso que le dio origen, y una derrota para el gobierno que unió su destino al de la constitución. ¿Le regalamos de nuevo una oportunidad de seguir intentándolo hasta que les sea aprobado su ataque? ¿O mejor le pedimos al gobierno que se pone a trabajar en las necesidades de la gente?”, preguntaba Covacevich, quien ligó el movimiento de una nueva constituyente en Chile a los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela.
Carlos Sánchez Berzain, al frente del InterAmerican Institute for Democracy, cerró la jornada con reflexiones basadas en lo que expusieron los oradores y prometió seguir adelante con la labor de su instituto de promover la democracia en Latinoamérica, y en particular, de no desatender lo que está ocurriendo en Chile.
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