En 1980 un asesinato conmocionó al mundo. El mayor ídolo de la música murió en Nueva York tras recibir disparos de parte de un hombre al cual nunca antes había visto en su vida.
Mark David Chapman, quien ahora tiene 67 años, es el asesino confeso de John Lennon. El 8 de diciembre de 1980, Lennon y su esposa, Yoko Ono, caminaban hacia su apartamento en el edificio Dakota, de la ciudad de Nueva York, frente al Parque Central, tras bajarse de una limusina. Chapman le disparó cinco veces, una en la espalda alcanzándole el pulmón, otra en el brazo, una bala en el cuello, y una cuarta le dio a una arteria provocándole una hemorragia. La quinta bala pegó contra la pared.
Tras los disparos Chapman se quedó paralizado hasta que llegó la policía. Fue detenido de inmediato y se declaró culpable del homicidio. Confesó llevar años planeándolo. El juez lo condenó a cadena perpetua.
Pero incluso con las cadenas perpetuas, después de más de dos décadas, con buena conducta, los detenidos tienen posibilidad de presentarse frente a un nuevo juez y pedir libertad condicional. Champman ya lo ha hecho 12 veces, y las 12 veces se la denegaron.
El departamento correccional de Nueva York confirmó que recientemente había habido una nueva audiencia de libertad condicional para Chapman. Si bien las transcripciones de la audiencia aún no se han hecho públicas, las autoridades confirmaron que nuevamente se le denegó la posibilidad de salir de prisión.
Durante una audiencia en 2020, Chapman calificaba sus acciones como “despreciables” y aseguró que entendía si nunca lo dejaban salir de prisión.
“Lo asesiné porque era muy, muy, muy famoso. Esa fue la única razón. Yo estaba buscando gloria personal. Fui muy egoísta”, dijo Chapman, según la transcripción oficial de la audiencia.
Por el momento, Chapman continúa siendo un recluso en la penitenciaría Green Haven, al norte de la ciudad de Nueva York. Su próxima audiencia de libertad condicional está prevista para febrero de 2024.
Chapman era un adicto a las drogas desde los 14 años, y en su juventud se obsesionó con la banda The Beatles. El día del asesinato, vio a Lennon cuando salió de su apartamento, lo saludó y le pidió que firmara su nuevo disco. En lugar de irse, lo esperó a que regrese y allí lo mató.
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