California es el gran estado del oeste y, probablemente, el más progresista del país. Por eso no llama la atención que allí sus legisladores votaran a favor de un programa piloto para el uso supervisado de drogas ilegales, algo que en Europa se ha probado desde hace años en sitios como los Países Bajos. Sin embargo, este proyecto único en los Estados Unidos a esta escala no verá la luz del día por el momento ya que el gobernador Gavin Newsom lo vetó por los riesgos que esta política pública genera en la salud de los residentes, según su opinión.
Al rechazar la medida, Newsom alegó que le preocupan particularmente las “consecuencias no-intencionales” de permitir un número indefinido de establecimientos para el consumo supervisado de estupefacientes sin que haya filtros adicionales de control. Muchos, inclusive dentro de su partido, vieron a la ley como una forma de fomentar el consumo de drogas.
“Es posible que estos establecimientos ayudaran a mejorar la seguridad y la salud en nuestras áreas urbanas. Pero si se hace sin un plan fuerte de base, pueden resultar contraproducentes. Estas consecuencias no-intencionales en ciudades como Los Ángeles, San Francisco u Oakland no pueden tomarse a la ligera. No podemos correr el riesgo de que empeore la situación del consumo de drogas en estas áreas”, decía Newsom al anunciar su veto.
La ley autorizaba la creación de establecimientos en los que los adictos a las drogas pudieran consumir de manera supervisada, con jeringas descartables y medicina para contrarrestar sobredosis.Pero más allá de la creación de estos establecimientos, la ley no preveía ningún tipo de plan de combate contra el abuso de drogas. El programa piloto estaba previsto a durar cinco años en esas tres ciudades.
De todas maneras, Newsom aclaró que no se opone filosóficamente a la medida, sino que no la creía completa. Por eso le pidió al departamento de salud estatal que trabaje con las autoridades locales para desarrollar un plan más comprensivo, que pueda probarse a una escala más chica.
“Estoy abierto al debate para cuando las autoridades locales hagan recomendaciones para un programa piloto verdaderamente limitado”, aclaraba Newsom.
La ley se ha venido debatiendo desde el 2016. Los demócratas más progresistas aseguran que de esta manera se salvarán vidas. Los demócratas más moderados y los republicanos suelen argumentar que es un modo de normalizar el uso de drogas duras.
El consumo de drogas duras en Los Ángeles, San Francisco y Oakland ha contribuido a la escalada de la violencia y los delitos en estas ciudades.
En la ciudad de Nueva York existe un sitio de consumo seguro que está bajo prueba, pero la escala de este proyecto era exponencialmente mayor.
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