“En una era dominada por la televisión e Internet, los líderes reflexivos deben luchar contra la corriente”. Henry Kissinger, de 98 años, ganador del Premio Nobel de la Paz y ex secretario de Estado de EEUU examina en su nuevo libro, Liderazgo, a seis líderes mundiales importantes que heredaron situaciones geopolíticas difíciles y, en su opinión, las superaron y mejoraron.
Ellos son Konrad Adenauer, quien ayudó a los alemanes a hacer un balance de sus acciones después de la Segunda Guerra Mundial; Charles de Gaulle, restaurador de la confianza en Francia; Richard Nixon, quien, según Kissinger, supo cómo equilibrar la balanza del orden mundial; Anwar Sadat, el líder egipcio que firmó el primer tratado de paz regional con Israel; Lee Kuan Yew, quien llevó la cohesión nacional a Singapur; y Margaret Thatcher, quien sacó al Reino Unido del estancamiento económico.
En una entrevista con Belinda Luscombe para la revista Time, Kissinger opina que “debido a que Internet ofrece respuestas tan fáciles a tantas preguntas y puede provocar tantos una respuesta abrumadora y rápida entre amplias franjas de personas, desalienta el pensamiento a largo plazo y la resolución de problemas”. A esto él lo llama “alfabetización profunda”.
Kissinger se considera un líder, pero “más en el campo intelectual y conceptual que en el campo de la propia dirección política. Traté de tener alguna influencia en el pensamiento político también, pero no participando activamente en la política”.
Quizás una decisión controversial de su libro es inlcuir a Richard Nixon como ejemplo de líder inspirador. A Time explica: “Lo incluí porque creo en el campo de la política exterior, en el que mejor lo conocí, tomó el relevo en una situación muy difícil y en declive y trató de mostrar una salida, y algunas de sus políticas en el Medio Oriente y en China, por ejemplo, establecieron un patrón que duró más de una generación. En ese sentido, creo que tuvo un impacto transformador. Fue el presidente estadounidense, de los que he conocido, que mejor comprendió el impacto de las sociedades durante un período de tiempo en el campo de la política exterior”.
Respecto de Vlodomir Zelensky no tiene más que palabras de admiración sobre su liderazgo en época de guerra. “Zelensky está haciendo un trabajo heroico y extraordinario al liderar un país que normalmente no elegiría a alguien de su origen como líder. Ha hecho de Ucrania una causa moral en un período de gran transición. Queda por ver si puede institucionalizar lo que ha iniciado o si ese es el impacto de una personalidad extraordinaria en una situación muy dramática. No se ha expresado sobre cómo será el mundo después de la guerra con la misma claridad y convicción con la que ha liderado la prosecución de la guerra. Pero lo considero una gran figura”.
En Davos, Kissinger despertó la polémica al sugerir que Ucrania podría pensar en ceder algunas tierras para encontrar la paz. Pero él niega que él haya dicho eso: “Lo que dije es que la mejor línea divisoria para un alto el fuego es el statu quo ante, es decir, uno no debe emprender la guerra desde los territorios que eran ucranianos cuando comenzó la guerra hacia territorios que habían sido tolerados o aceptados como parte de Rusia en ese momento. Y advertí contra convertir la guerra por la libertad de Ucrania en una guerra por el futuro de Rusia. Uno tiene que pensar en esto con mucho cuidado. En este momento, Rusia todavía ocupa el 15% del territorio ucraniano de antes de la guerra. Debe restaurarse en Ucrania antes de que se pueda establecer un alto el fuego significativo. El territorio en disputa es un ligero rincón de Donbas, alrededor del 4,5%, y Crimea. Crimea, especialmente, tiene un significado para Rusia más allá de la disputa de la crisis actual. Estoy muy preocupado de que esta guerra pueda convertirse en algo que se vuelva muy inmanejable. No dije que se debía ceder territorio. Solo insinué que debería tener un estado separado en cualquier negociación. Estoy sin reservas a favor de la libertad de Ucrania y su importante papel en Europa”.
Sobre EEUU, Kissinger asegura en su entrevista con Time que el país ahora es mucho más consciente de sus divisiones que de su coherencia, y que se ha vuelto mucho más débil. “Cuando estaba en el gobierno, pensaba que estábamos pasando por un mal momento en cuanto a las disputas públicas sobre Vietnam. Pero en retrospectiva, el tema de Vietnam fue un debate sobre la mejor manera de lograr objetivos básicamente acordados. Hoy, los conflictos son por objetivos diferentes. En ese momento, había un número fijo de senadores a los que podías acudir y decirles, el interés nacional requiere una acción determinada. No siempre estaban de acuerdo. Pero a priori no estaban en desacuerdo. Lo consideraron un tema válido. Hoy las definiciones del interés nacional y de los valores nacionales están en intensa disputa”.
Cree que en este momento, EEUU necesita a un líder como De Gaulle, “que lo devuelva a su esencia, incluso si la definición de esa esencia es algo romántica, como lo fue la de De Gaulle. Esa fue su contribución esencial: tomó un país que había perdido la fe en sí mismo y declaró como su objetivo no la victoria final sino una especie de regeneración de la fe perdida en sí mismo”.
Sobre la política exterior con China, Kissinger dice que la relación entre ambos países “tiene su ingrediente especial en el hecho de que ambas sociedades se consideran excepcionales y por tanto únicas y con derecho a prevalecer”.
“Pero tienen un problema que nunca ha existido antes. La tecnología se ha convertido en partícipe en el sentido de que su evolución es rápida de una forma nunca antes vista. Más que eso, los objetos creados por humanos pueden desarrollar algo cercano a la conciencia, de modo que uno puede tener computadoras que pueden escribir artículos y fabricar armas que pueden definir su propio peligro o sus propios objetivos. Por lo tanto, una guerra entre estos países tendría implicaciones de catástrofe que no eran imaginables incluso hace 30 años”.
Por eso, dice que “Estados Unidos y China tienen una responsabilidad especial; primero, estar en contacto entre sí para definir ese peligro el uno para el otro; y segundo, hacer de esto el principio básico de su política exterior, incluso cuando no están de acuerdo en una amplia gama de otras cosas. No hay dos países que hayan tenido ese desafío. Y diría que el mundo, por supuesto, tiene exactamente el mismo desafío. Esto es lo que hace que el pensamiento sobre la historia sea tan diferente al de hace 25 años”.
Sobre los líderes empresariales, afirma que “se encuentran en territorio peligroso cuando creen que pueden aplicar los requisitos del éxito en los negocios a los requisitos del cambio político. Porque el negocio se trata de la implementación de una visión para obtener ganancias de una forma u otra, pero el proceso histórico cubre un rango más amplio. Un aspecto de nuestro período es la transformación de la imagen que los líderes empresariales tienen de sí mismos, porque en un momento pensaron que estaban contribuyendo con lo que estaban haciendo en un campo aparte. Y ahora, en algunos casos, están tratando de usar ese campo separado para convertirse en una parte integral del mundo político. Si no está informado sobre los procesos históricos, ese es un curso potencialmente peligroso”.
También es bastante pesimista sobre el efecto de Internet en el liderazgo: “Internet es una realidad primordial de la época, y uno no debe discutirlo como si pudiera eliminarse. Permite un grado de autoeducación que era impensable hace relativamente pocos años. Pero la manipulación de Internet requiere habilidades tan especiales y puede provocar reacciones tan amplias que la capacidad de influir en el impacto inmediato de historias o eventos puede convertirse en la preocupación de los líderes, en lugar de una visión de un futuro más lejano”.
Y el futuro le preocupa: “Me preocupa que si la generación de mis hijos no avanza en la comprensión de lo que he tratado de describir, cosas con las que nunca me he enfrentado, esto podría convertirse en un mundo de gran violencia y división. Así que hay una oportunidad y también un peligro, y ambos son relativamente únicos. Si nos estamos preparando adecuadamente para este tipo de mundo, ese es el desafío”.
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