El miércoles, un día después de la masacre de Texas, comenzaron a revelarse las identidades de las 21 víctimas del atacante, y cuyas fotos quedaron reflejadas este jueves en las principales portadas de la prensa estadounidense.
Entre ellas, fue el tabloide New York Post el que optó por destacar en toda extensión los rostros de las víctimas en impactante mosaico que conmueve a una población todavía afectada por una nueva matanza escolar.
“Los niños perdidos”, tituló el periódico neoyorquino, con un fondo negro. “Las caras de los alumnos de cuarto grado en un aula”. Y es que no se trató de un raid asesino por varias partes de la escuela, sino que el autor de la masacre se atrincheró en un salón y allí mató a la mayoría de los presentes. Los sobrevivientes, cuyo número no ha sido determinado, soportaron casi una hora al lado de los cuerpos de las primeras víctimas y escuchando los llantos de los heridos, mientras la policía cercaba la zona.
“Se sentaron en una aula de Texas, la mayoría de solo 10 años, contando los días para las vacaciones de verano”, indica el epígrafe de la portada. Casi todas las caras aparecen mirando a la cámara, sonrientes, con una vida por delante, ilusiones frustradas por otro adolescente que compró dos armas legalmente días después de cumplir 18 años.
Por su parte, el New York Times también puso en tapa los rostros de las víctimas, “Las caras de la pérdida abrumadora de un pueblo”, tituló el prestigioso diario, con los nombres de las víctimas identificadas hasta el cierre de la edición.
En la portada también aparece un gráfico comparativo que muestra que la de la Escuela Primaria Robb, en Uvalde, está entre las tres masacres escolares más sangrientas de la historia del país.
Ya se comienzan a trazar los perfiles de las víctimas. Una estudiante era una ávida corredora, tan rápida que arrasaba en las carreras. Otro estaba aprendiendo jugadas de fútbol americano con su abuelo. Una niña sentía que algo malo iba a pasar y no quería ir a la escuela.
Manny Renfro dijo que el martes recibió la noticia de que su nieto, Uziyah Garcia, de 8 años, estaba entre los fallecidos. “Era el niño más dulce que he conocido”, afirmó. “No lo digo solamente porque fuera mi nieto”.
Por su parte, Los Angeles Times optó por no poner las caras, sino los nombres de los 21 asesinados. “Pueblo de Texas busca respuestas, se lamenta”. Por su parte, el Boston Globe ilustró con una foto de una familia abrazada afuera del Centro Cívico donde se reunieron los sobrevivientes, lugar donde muchas personas se enteraron de la muerte de sus hijos.
“Solo puedes llorar”, tituló el Boston Globe, reflejo de la impotencia en el país por la falta de cambios palpables para hacer frente a los ataques armados.
Muchos estadounidenses comparten la sensación de que los políticos han hecho poco, incluso cuando los actos de violencia siguen repitiéndose. Es una dinámica que se resume en los “pensamientos y oraciones” que se les ofrecen a las víctimas de la violencia por armas de fuego de parte de políticos que no están dispuestos a realizar compromisos significativos para garantizar que realmente ya “nunca jamás” ocurra, comentó Martha Lincoln, profesora de antropología de la Universidad Estatal de San Francisco que estudia la política cultural de salud pública.
“No creo que la mayoría de los estadounidenses se sientan bien con eso. Pienso que a la mayoría de los estadounidenses les gustaría ver acciones reales de sus líderes en la cultura sobre estos temas omnipresentes”, dijo Lincoln, quien hizo sus declaraciones antes del ataque en Uvalde y que dice que existe un “vacío político” similar en torno al COVID-19.
El agresor utilizó un fusil semiautomático tipo AR-15 en el ataque y publicó en Facebook poco antes del tiroteo que: “Voy a disparar a una escuela primaria”.
El superintendente del distrito escolar Hal Harrell contuvo las lágrimas mientras hablaba de los niños y sus profesoras. “Por sus sonrisas angelicales, se puede ver que eran muy queridos”, dijo Harrell sobre los niños. “Que les encantaba venir a la escuela, que eran personas preciosas”. Las dos profesoras “se volcaron en cuerpo y alma” a su trabajo, añadió Harrell.
Existen muchas similitudes entre la respuesta de Estados Unidos al COVID-19 y su respuesta a la epidemia de la violencia por armas de fuego, según Sonali Rajan, una profesora de la Universidad de Columbia que investiga la violencia escolar. “Desde hace mucho que normalizamos las muertes en masa en este país. La violencia con armas de fuego ha persistido durante décadas como una crisis de salud pública”, dijo la semana pasada, resaltando que cerca de 100.000 personas son baleadas cada año y unas 40.000 de ellas morirán.
En redes sociales, se viralizaron portadas de la prensa con imágenes o ilustraciones que bien podrían corresponder a la masacre de Texas, pero fueron realizadas en otras matanzas, mostrando la lamentable repetición de hechos en el país.
Lorena Auguste estaba como maestra sustituta en la Escuela Secundaria Uvalde cuando se enteró del tiroteo. Comenzó a enviar mensajes frenéticamente a su sobrina, una estudiante de cuarto año en la primaria Robb, hasta que su hermana le informó que la pequeña estaba bien. Auguste dijo que su sobrina le preguntó esa noche: “Tía, ¿por qué nos hacen esto? Somos buenos niños, no hacemos nada malo”.
(Con información de AP)
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