Hace apenas una semana Jayquan Mckenley, un joven rapero de 18 años conocido como Chii Wvttz fue asesinado a tiros en una emboscada frente a un estudio de grabación en Bed-Stuy (Nueva York), intensificando la presión que las autoridades han puesto sobre el particular género musical que interpretaba: el Drill Rap.
Este género comenzó a gestarse en Chicago hace aproximadamente 13 años, con artistas como Pac Man, quien fue asesinado a tiros en 2010 a la edad de 25 años, y King Louie, cuyas letras estaban cargadas de las experiencias vividas en los mundos violentos en donde crecieron.
Los raperos de Drill Rap están ganando popularidad en parte debido a sus videos llamativos, que muestran a jóvenes matones empuñando pistolas, gastando dinero y fumando porros, que no tienen problemas para atacar a sus rivales.
Los contextos violentos, las armas, las pandillas, la guerra entre raperos, las drogas, y la dureza de las calles no son temas nuevos en el Rap, por el contrario, ya hace décadas el llamado “Gangsta Rap”, y la guerra que dividió las costas estadounidenses del este y el oeste, que tuvo como principales protagonistas a Tupac Shakur y Biggie Smalls (The Notorious B.I.G.) y terminó provocando la muerte de ambos en tiroteos aún no resueltos, había causado la suficiente polémica como para levantar una oleada de censura prohibicionista sobre este tipo de “poesía urbana”.
Para Rovaun Pierre Manuel exgerente de Chief Keef, el nombre más importante en drill, el género surgió como una forma para que los niños de los barrios marginales con ambiciones de estrellas del rap transmitieran sus experiencias a través de videos llenos de armas y letras explícitas, entregados con voces inexpresivas y ritmos de batería agresivos.
Los iniciadores de la música, dijo Manuel a The New York Post, “estaban en el mundo de las pandillas. Eso les dio una especie de autenticidad que otros raperos no tenían. La música no creó la violencia. La violencia creó la música”.
En palabras de Soren Baker, autor del libro “The History of Gangster Rap “, el Drill es una evolución de ese género, el cual lleva al rap a un contexto de violencia moderna.
“Drill es básicamente rap de gánsteres impulsado por problemas y tácticas en las redes sociales”, dijo Baker. “Son reacciones en tiempo real a la música y la violencia. Los artistas han sido asesinados porque dicen: ‘Tengo problemas con esta persona y aquí es donde estoy’. La eficiencia de lanzar estas canciones, con sus burlas en tiempo real, “conduce a que ocurra la violencia”.
Y este es precisamente el problema que tiene preocupadas a las autoridades de la ciudad de Nueva York, hasta el punto de que su alcalde, Eric Adams, está haciendo un llamado para que las plataformas de redes sociales, incluidas TikTok, Instagram y Facebook, detengan el uso de esta música en sus publicaciones, pues sostiene que el género no solo promueve la violencia, sino que ha contribuído de manera activa en el aumento de los tiroteos en la ciudad.
“Sacamos a Trump de Twitter por lo que estaba diciendo”, dijo Adams. “Sin embargo, estamos permitiendo la música, la exhibición de armas, la violencia. Estamos permitiendo que permanezca en estos sitios”.
Su propuesta de censura no sólo referencia al caso Trump, sino a las restricciones que Reino Unido le puso al rapero británico Digga D, sentenciado en 2018 a un año de prisión por su papel en la planificación de un violento ataque de pandillas. Desde entonces, el rapero británico debe entregar transcripciones de todas las letras de sus canciones a las autoridades inglesas antes de que se le permita lanzarlas.
Las advertencias del alcalde Adams son secundadas por el fiscal del distrito de Brookly, Eric Gonzalez, o el jefe de detectives de la policía de Nueva York, James Essig.
“Recientemente, hemos tenido una serie de tiroteos en Brooklyn que están directamente relacionados con el rap. Los raperos aparecen en Facebook Live e Instagram Live, y se están burlando de sus rivales en el territorio de las bandas rivales, diciendo: ‘Aquí estamos. Ven a buscarnos. Si te vemos, te vamos a disparar’”, afirmó Gonzales en una entrevista para Fox News.
Essig por su parte resalta que la música y la exposición de estos raperos en las redes sociales está directamente relacionada con la creciente violencia en las calles de Nueva York.
Cita el caso de Bobby Shmurda un pionero del género quien estuvo preso durante siete años después de que él y los miembros de su grupo GS9 furan acusados de asesinato, tráfico de drogas y otros delitos en Brooklyn en 2014.
“(Las canciones de Shmurda) son casi como un documento de la vida real de lo que (los miembros de GS9) estaban haciendo en la calle”, dijo el detective Essig al respecto.
Y puede que no falte a la verdad pues en una de las canciones del rapero este canta: “Vamos a detenernos en ese aro como si fuéramos policías sobre ellos / Con M16, le vamos a disparar”. En ese tiempo, su grupo, el GS9 se hizo conocido por disparar al azar contra multitudes en clubes nocturnos de Nueva York y Miami.
Pero no todo en este caso es una oda a la censura, las contrapartes resaltan que tratar de silenciar este tipo de rap es una batalla perdida que parte del enfoque equivocado y no resuelve el problema de raíz.
“Censurar la música es una distracción”, dijo Kenneth Montgomery, quien ayudó a representar a Shmurda en el caso penal del rapero, en el que se declaró culpable de cargos de conspiración y posesión de armas en 2016. “Las complicaciones de la vida de Bobby tenían que ver con la comunidad que creció. La música reflejó lo que vio en la comunidad”.
Pero las víctimas y victimarios asociados con el Drill Rap siguen aplicándose en una relación de presunta causalidad difícil de ignorar.
Según Lou Savelli, un experto en pandillas y cultura pandillera que fue el primer supervisor de la Unidad de Pandillas del Departamento de Policía de Nueva York, la música y la violencia van más a la par de lo que a los defensores del rap les gustaría reconocer.
“Estaba viendo un tiroteo”, dijo Savelli al New York Post, “alguien había mencionado que un rapero le había disparado a alguien por una de sus canciones”.
Si bien Savelli reconoció que “no todos los chicos que son raperos son violentos”, explicó que “su estilo es duro se trata de identidad. Actuar duro y hablar duro en tus videos. Se trata de ser reconocido. Ponen toda su basura en las redes sociales. Algunos de los grupos están vendiendo drogas”.
Savelli habla de que este tipo de ral se centra en “llamar o faltarle el respeto a otro vecindario o equipo u otro grupo de rap”.
Cuando este tipo de hostigamiento se combina con las redes sociales, como señaló el alcalde Adams, el cóctel puede ser combustible o incluso mortal.
El 27 de enero, un rapero que se hacía llamar Nas Blixky (nombre real: Nasir Fisher) recibió un disparo afuera de una bodega de Brooklyn en el vecindario de Prospect Lefferts Gardens. En el video de su canción “PG 16″, en el que se desprecia a un rapero del mismo nombre, se ve a Blixky apuntando con una pistola a la cámara. PG 16 no se ha relacionado con el tiroteo. Esto ocurrió menos de dos años después de que su compañero de equipo de rap Nick Blikxy fuera asesinado a tiros en el mismo vecindario.
En diciembre pasado, el rapero Kay Flock, de 18 años, fue acusado de asesinar a un hombre de 24 años afuera de una barbería en West 151st Street en Manhattan. Se dijo que el desacuerdo estaba relacionado con pandillas.
Otra víctima fue el rapero TDott Woo (nacido Tahjay Dobson) de Canarsie, Brooklyn, quien recibió un disparo mortal en la cabeza el mes pasado justo después de firmar con el sello Million Dollar Music.
En cuanto a si estas tragedias de carne y hueso llevarán o no a atenuar o prohibir por completo los videos de Drill Rap en las redes sociales, es incierto, pero el pasado ha enseñado que estas cruzadas por la censura, por muy justificadas aparentemente que sean, suelen ser causas perdidas.
En palabras del ex mánager de Chief Keef: “Buena suerte con eso. La violencia en los videos de Drill Rap es lo que vende. Es lo que todos quieren ver”.
SEGUIR LEYENDO