El evento deportivo más grande del año en los Estados Unidos ocurrirá este domingo, con el partido final de la liga de fútbol americano conocido como el Super Bowl. Este año, la final será en Los Ángeles, California, entre el equipo Los Ángeles Rams y los Cincinnati Bengals. Los números que rodean el evento son impresionantes: se espera que 117 millones de personas miren el evento en vivo a través de la cadena NBC; tendrá los 30 segundos de publicidad más caros en la historia con un costo promedio de 6,5 millones de dólares cada medio minuto; y se calcula que la ciudad de Los Ángeles por ser anfitriona del evento generará unos 477 millones de dólares en ganancias en solo un día.
Pero la cifra que está llamando más la atención es la de las apuestas. Se calcula que los estadounidenses gastarán USD 7.600 millones de dólares en apuestas para este domingo, de acuerdo a una proyección realizada por la Asociación Americana del Juego.
El cálculo es que al menos 31,4 millones de adultos planean hacer apuestas por el Super Bowl, lo que significaría un aumento del 35% comparado al año pasado. Este alza en el número de apuestas tiene sus razones: la tendencia ha sido siempre a que hayan más apuestas cada año desde que en 2018 la Corte Suprema de Justicia desestimara la ley federal que hacía que apostar fuera ilegal en casi todo el país. Desde entonces existen entidades de apuestas deportivas de manera legal en 30 estados del país más la ciudad de Washington.
Las apuestas se pueden hacer de diversas maneras y en distintos lugares. Desde casinos, hasta páginas web que regulan este tipo de juego, apuestas grupales entre amigos o hasta los grupos de fútbol de fantasía (ligas generalmente en línea, en las que se arman equipos imaginarios). ¿Qué tienen en común todo este tipo de maneras de realizar apuestas? Sencillamente que en todas hay obligación de darle aviso a las autoridades fiscales, porque por sobre el juego se cobran impuestos. Y muy altos.
En términos generales, si se ganan más de 600 dólares en una apuesta deportiva, y el monto supera en 300 veces la apuesta inicial, se retirarán en impuestos federales el 24% de las ganancias. A eso deben sumarse los impuestos estatales y municipales que varían de un lugar al otro.
Lógicamente, en apuestas hechas en sitios no regulados, es más fácil esconder una ganancia del Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés). Pero eso no significa que legalmente la persona no esté obligada a declarar haber recibido esa ganancia y pagar impuestos sobre ello. En caso de una auditoría, siempre harán pagar.
En los sitios regulados, el sistema está directamente organizado como para que la persona que gana reciba directamente un formulario W-2G, o un formulario 1099-MISC o un 1099-K, todas formas pre-hechas de declaración de impuestos para descontar lo que le corresponde al Tío Sam de la ganancia.
Pero hecha la ley, hecha la trampa. Los contadores aseguran que si bien hay que pagar muchos impuestos sobre las ganancias en apuestas, las pérdidas pueden usarse como una manera de deducir impuestos. Con el auge de las apuestas deportivas en el país, es probable que esta temporada de impuestos muchos se vuelvan expertos en este tema.
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