El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, se reunió este jueves de forma virtual con activistas de Myanmar, a los que prometió el apoyo estadounidense a un movimiento pro-democrático e inclusivo en el país asiático.
En un comunicado, el Departamento de Estado informó del encuentro virtual, en el que Blinken también se comprometió a seguir trabajando con la población de ese país para “proteger sus derechos humanos” y a proveer ayuda humanitaria.
El máximo representante de la diplomacia estadounidense calificó de “atrocidades” los actos cometidos por la Junta militar en Myanmar y aseguró que sus responsables deben pagar por ello “con urgencia”.
Un año después del golpe militar en Myanmar, el país se encuentra sumido en una profunda crisis con un aumento de la pobreza, la salida incesante de empresas y un régimen aislado en medio del boicot y las sanciones económicas.
Este jueves, los habitantes de dos poblados del noroeste de Myanmar dijeron que soldados gubernamentales quemaron cientos de viviendas esta semana, aparentemente mientras buscaban a miembros de una milicia armada opuesta al régimen militar.
El ataque del lunes en la región noroccidental de Sagaing se llevó a cabo la víspera del aniversario del golpe de Estado del 1 de febrero en el que fue derrocado el gobierno electo de Aung San Suu Kyi, y puso de relieve la intensa lucha por el poder. El ataque también fue reportado por medios independientes de Myanmar.
El golpe militar desató protestas no violentas a nivel masivo en todo el país, pero cuando las fuerzas armadas y la policía respondieron con fuerza letal, surgió una resistencia armada en las ciudades y el campo. La lucha ha sido especialmente activa en el noroeste, incluyendo la región de Sagaing y el estado Chin, a pesar de la abrumadora superioridad de las fuerzas armadas.
El Ejército de Myanmar es conocido por utilizar incendios provocados como una de sus estrategias en sus operativos contra la insurgencia. Se cree que las tropas arrasaron hasta 200 localidades en una campaña brutal en el estado occidental de Rakhine en 2017, la cual obligó a más de 700.000 pobladores de la minoría musulmana rohinya a huir al vecino Bangladesh.
El COVID-19 también ha contribuido al empeoramiento de la economía, que cayó un 18% en el año fiscal hasta el pasado septiembre, mientras que se ha intensificado el conflicto armado y la crisis humanitaria desde el golpe liderado por el general Min Aung Hlaing el 1 de febrero de 2021.
Según la ONU, la pobreza puede duplicarse este año hasta los 25 millones de personas, casi la mitad de la población, debido a la pandemia y el golpe militar, mientras que 320.900 civiles han tenido que abandonar sus hogares en el último año, que se suman a 340.000 desplazados internos antes del levantamiento militar.
(Con información de EFE y AP)
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