Este lunes se dio a conocer la muerte de Robert Durst, un bizarro miembro de una de las principales dinastías de bienes raíces de Nueva York, quien además recientemente había sido condenado a cadena perpetua por el presunto asesinato de una de sus amigas cercanas, quien fuera considerada su confidente. El hombre de 78 años de edad falleció en calidad de prisionero en Stockton, California.
El abogado de Durst, quien también había sido acusado por el homicidio de su esposa Kathleen Durst, ocurrido en 1982, confirmó la muerte de su cliente en el Hospital General de San Joaquín. El defensor señaló que Robert tenía problemas médicos que se agravaron a causa de su contagio de COVID-19.
“Se debió a causas naturales” debido a sus muchos problemas médicos, dijo el vocero a ABC News. Y es que aunado al contagio, por el que se encontraba conectado a un respirador, Durst había estado luchando ya contra un cáncer de vejiga.
Fue a mediados del pasado mes de octubre que también otro de sus abogados daba a conocer que el millonario había sido ingresado a hospital a causa de su contagio, enfatizando que nunca se le había visto tan mal y que batallaba mucho para respirar. El anuncio se deba apenas dos días después de que un tribunal de Los Ángeles le condenara a cadena perpetua por asesinar a la escritora Susan Berman en el año 2000 de un disparo en la cabeza.
La cadena a condena perpetua en su contra se confirmó un mes después de que un jurado popular declarara al empresario culpable de un delito de asesinato por el que fue formalmente acusado en 2015, aunque Durst ya era sospechoso de otros dos asesinatos que se remontan más de tres décadas atrás.
De acuerdo con el veredicto, Durst tiroteó a Berman, con quien mantenía una amistad, en su casa de Beverly Hills ya que la mujer había presenciado otro crimen supuestamente cometido por él. Berman murió antes de contar a los investigadores lo que sabía sobre la desaparición de Kathleen McCormack, la exesposa de Durst que se encuentra en paradero desconocido desde 1982, cuando desapareció sin dejar rastro, luego de manifestar su deseo de divorciarse de Durst, en un caso que quedó sin resolver.
Una década más tarde la Policía reabrió la investigación y en el año 2000 Berman, que hasta entonces había intercedido como amiga a favor de Durst, apareció muerta de un disparo en la cabeza poco antes de que pudieran interrogarla sobre lo ocurrido a McCormack.
Pero solo después de que los fiscales de Los Ángeles demostraron que el motivo de la muerte de Berman fue silenciarla porque ella lo ayudó a encubrir el asesinato de Kathie, un jurado en Nueva York lo acusó en noviembre de asesinato premeditado por la muerte de su esposa.
A estas dos desapariciones se suma una tercera, la de Morris Black en 2001, y por la que Durst se declaró culpable pero fue absuelto. El magnate admitió matar y posteriormente desmembrar a su vecino en un pueblo de Texas, cuyo cuerpo troceado apareció flotando en el mar.
Durst fue juzgado y exculpado por un jurado, que determinó que había actuado en defensa propia tras un forcejeo con la víctima, aunque la acusación indicó que la verdadera intención del empresario era robar la identidad de su vecino para eludir a la Justicia.
Hijo del magnate inmobiliario Seymour Durst, Robert Durst nació el 12 de abril de 1943 y creció en Scarsdale, Nueva York. Alguna vez relató que a los 7 años fue testigo de la muerte de su madre en una caída en su casa.
En 1965 se graduó con una licenciatura en Economía de la Universidad de Lehigh. Le sobrevive su segunda esposa, Debrah Charatan, con quien se casó en 2000. No tuvo hijos.
Aunque era heredero de una de las familias más ricas de Nueva York, que se enriqueció gracias al negocio inmobiliario, en 1994 su padre eligió a su hermano menor Douglas para hacerse cargo de la empresa familiar.
Su historia precisamente se relata en la serie documental de HBO “The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst”, un programa dirigido por Andrew Jarecki, idea del propio Durst quien, se dice, estaba deseoso de que alguien le dejara contar su vida.
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