Wall Street cerró 2021 con una última sesión en rojo pero cerca de niveles récord gracias a la política monetaria acomodaticia y los buenos resultados empresariales en Estados Unidos, aunque la variante ómicron del coronavirus hizo temer por la recuperación.
En su segundo año de pandemia, el parqué neoyorquino pone la medalla de oro al selectivo S&P 500, que anotó 70 récords y logró una revalorización del 26,9 % superior a la del selectivo Nasdaq, con un 21,4 %, y a la del Dow Jones de Industriales, con un 18,7 %.
En Europa se destacó la subida del 29,21 % de París; Milán ganó el 23 %; Fráncfort el 15,79 %, Londres el 14,59 % y Madrid 7,93 %. En Asia, Tokio subía el 4,44 % y Hong Kong, con la posible quiebra de Evergrande sobrevolando, bajaba el 13,01 %.
Los sectores ganadores del ejercicio en el S&P 500 fueron el energético (48,5 %), el inmobiliario (44,6 %) y el tecnológico (34,4 %), y los más moderados fueron los de servicios públicos (16 %) y bienes esenciales (15,5 %).
La primera mitad del año fue fulgurante, con siete meses seguidos de ganancias y una lluvia de récords impulsada por los buenos resultados trimestrales de las principales firmas estadounidenses, incluyendo la gran banca.
No obstante, dos factores han sembrado el pesimismo recurrentemente: la creciente inflación y el temor por el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal tras los estímulos extraordinarios desplegados para paliar la crisis.
La fuerte demanda, los cuellos de botella en la cadena global de suministro y la escasez de mano de obra se cuentan entre las causas a las que se atribuye la inflación, que ha alcanzado niveles no vistos en casi cuatro décadas.
El banco central estadounidense comenzó a retirar los estímulos reduciendo la compra de deuda y dejando entrever que subirá los tipos de interés el próximo año, en el que los analistas anticipan hasta tres alzas.
El coronavirus ha seguido omnipresente, con la variante ómicron causando cierta volatilidad a finales de noviembre debido al repunte global de casos que todavía continúa.
Con la recuperación económica y la reanudación de los viajes internacionales en octubre, la alta demanda de combustible frente la limitada oferta llevó al barril de crudo de Texas a superar los 85 dólares por primera vez en siete años.
El precio ha bajado desde entonces y se sitúa en 75,21 dólares, no tanto por el uso coordinado por parte de EE.UU. y varios países de sus reservas estratégicas de petróleo, sino por ómicron.
Aún así, el Texas despide el año con una revalorización del 55 %, su mayor subida acumulada desde 2009.
El mercado de deuda ha continuado su remontada tras el primer año de pandemia y el bono del Tesoro a 10 años comenzaba enero con un rendimiento inferior al 1 % para terminar elevándose hasta el 1,5 % a fecha de hoy.
Se trata de la mayor subida anual de en el rendimiento de los bonos de referencia desde 2013.
Por otra parte, el mercado de criptomonedas ha seguido una senda fulgurante antes de pisar el freno este mes, con el bitcóin alcanzando una cotización nunca vista de 69.000 dólares a principios de noviembre.
Con información de EFE
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